miércoles, 22 de mayo de 2019

La farola

por Jorge Zabalza



Los dueños del Uruguay, en realidad, siempre fueron las burguesías de los países centrales del capitalismo. En los primeros tiempos de nuestra historia estaban ubicados en Europa, luego se agregaron los gringos y finalmente, ahora, nos bajamos los lienzos con los chinos. Nunca hubo un desplazamiento de los capitales europeos porque, en realidad, nunca se fueron; los unos se agregaron a los otros y los pobres orientales cargando un peso cada vez mayor sobre sus espaldas. De una u otra manera, desde que en 1819 se firmó el tratado de la farola, los partidos blanco y colorado fueron tradicionalmente mayordomos o capataces del gran capital, vulgares sucursales de la casa matriz de Londres o Nueva York. Es la carga de la historia: en el territorio de la ROU nunca hubo una clase burguesa con proyecto propio, independiente, nacional.

En el siglo pasado, el pueblo logró nuclearse social y políticamente en torno al programa del Congreso del Pueblo, fue el único proyecto realmente nacional, porque era anticapitalista, independiente y latinoamericanista. El movimiento popular y revolucionario logró imaginar al Uruguay inserto en América Latina y, con la fuerza de todo un continente, hablando de igual a igual con Europa y los Estados Unidos (cabría agregar China hoy día). Ese fue el ADN político, social y económico que condujo el proceso genético que dio origen al Frente Amplio en 1971. Más allá de lo que dijeran o no sus documentos fundacionales, la masa popular que lo nutrió era anticapitalista, antimperialista y revolucionaria.

De 1971 a 2019 corrió casi medio siglo de degradación ética y política del Frente Amplio fundacional. Mucho he escrito en ese sentido, pero nada expresa tan claramente el retroceso ideológico como dos hechos muy actuales: la insensibilidad del gobierno frenteamplista en materia de Verdad y Justicia, revelada por la “distracción” de Tabaré y del colorado Toma, y el secretismo de las negociaciones con UPM, mantenido para convalidar un contrato entreguista, ilegal e inconstitucional. Un nuevo tratado de la Farola, firmado doscientos años después por quienes debían detentar los más altos sentimientos nacionales y populares. De ahí que compartamos en ZURDATUPA los meridianamente claros videos del Dr. Eduardo Lutz. Recomiendo perder un segundo de vida oyéndolos.

¡No pasarán!
















lunes, 20 de mayo de 2019

El secreto mejor guardado de la Dictadura


18/05/2019
Por Pino Narducci, Abel Bohoslavsky, Diego Ortolani Delfino


“En abril de 2019 se desclasificaron y publicaron 5.596 registros que abarcan 43.472 páginas” dice textualmente un informe titulado en inglés “ARGENTINE DECLASSIFICATION PROJECT: RESPONSIVE RECORDS”.

Se trata de documentos del Pentágono, la CIA, el FBI y el propio Departamento de Estado norteamericano relacionados con Argentina.
Entre ellos, hay apenas 4 páginas que reactualizan la persistencia de uno de los mayores secretos de la dictadura, de su aparato de represión y espionaje, y la relación estrecha entre el gobierno de EE.UU y el de Argentina, así como entre las Fuerzas Armadas y de seguridad.





Ese secreto es bajo qué circunstancias capturaron y murió Mario Roberto Santucho. Por eso no es casual que muchos párrafos aparezcan censurados, a pesar de toda la publicidad que se dio a esta ‘revelación’.



Todos los documentos desclasificados no hacen más que corroborar y probar la co-responsabilidad de los Estados Unidos en el genocidio planificado por la dictadura argentina. Ya en enero de 1976, antes del golpe al régimen fascistoide -si bien constitucional- que encarnaba Isabel Perón, el mismo PRT-ERP había denunciado el plan de exterminio cuando su propia inteligencia obtuvo la información de las entrañas del poder militar. El gobierno aquel ya ejecutaba el terrorismo estatal y en aquel momento el PRT alertó a su propia militancia de ese plan.


Lo que aparece en estos documentos pone en evidencia el especial interés en destruir al PRT-ERP por parte del gobierno norteamericano, un objetivo que asumió como propio el Ejército Argentino.



Es muy elocuente que el epicentro operativo haya sido Campo de Mayo, la mayor base militar y el mayor centro clandestino de detención, tortura y exterminio, desde donde también se planificó y ejecutó la eliminación de gran parte del activismo del movimiento obrero, con la participación directa de ejecutivos de grandes empresas, como Ford, Mercedes Benz y muchas otras. Ambos aspectos de un mismo plan deben ser siempre relacionados.

Al decidirnos a aportar las siguientes consideraciones es porque han aparecido numerosos artículos y comentarios que no esclarecen sino más bien vierten falacias, que es imprescindible neutralizar, para que los lectores eviten conclusiones erróneas y apresuradas que aún medio siglo después hay quienes se empeñan en presentar como certeras.




Las partes deliberadamente ocultadas por las autoridades norteamericanas revelan la intención de impedir que se conozca la verdad de cómo fueron los hechos y responsabilidades casi medio siglo atrás.




SOBRE ÉXITOS REPRESIVOS 

 * Un informe desclasificado del FBI del 15 de julio de 1976, dice que:

“Como una señal de los éxitos de las fuerzas de seguridad sobre el ERP, la SIDE recientemente detuvo a dos hermanos de Mario Roberto Santucho, y estuvo muy cerca de detener a Santucho mismo. Es sabido que Santucho es el legendario líder del ERP”. Además señala como parte de esos éxitos que “Durante el periodo del 11-12 de julio de 1976, las unidades del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) en operaciones conjuntas con la policía provincial de Buenos Aires y de Córdoba, descubrieron dos imprentas en la provincia de Buenos Aires y Córdoba”.

El SIE dice que el ERP ha quedado gravemente golpeado. Para certificar la fidelidad de su información, aclara que:"La fuente es el coronel Alberto Valín", que era nada menos que el jefe del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército.


¿Qué hay de cierto en ese informe?

* Es correcta la apreciación de que la situación organizativa del PRT-ERP fue golpeada al descubrirse las dos imprentas, porque las publicaciones eran un pilar de su política, y allí se imprimían las bases materiales de su propaganda escrita (periódicos de aparición regular, semanal o quincenal, volantes, folletos, libros).

* La información de la captura de los hermanos de Santucho era cierta y aunque en ese momento sus familiares y compañeros ignoraban el lugar dónde estaban secuestrados, fue públicamente conocida su desaparición. Manuela y Carlos Santucho fueron secuestrados el 13 de julio en Buenos Aires y conducidos al centro clandestino de exterminio a cargo de la Secretaría de Inteligencia del Estado – la SIDE “Automotores Orletti” (según se lo denominó después que fue descubierto tras la fuga de los prisioneros Graciela Vidaillac y José Ramón Morales en noviembre de 1976).

* Lo que es pura especulación es la información acerca de que las tropas estuvieron cerca de capturar a Santucho, porque en el único momento en que eso fue así ocurrió 5 días después del golpe, el 29 de marzo de 1976. En ese momento, en la localidad de Moreno, un suburbio a 40 km. al oeste de la ciudad de Buenos Aires, cuando la policía detectó una reunión del Comité Central del PRT y en el ataque al lugar cayeron 12 militantes, unos muertos en combate y otros secuestrados y desaparecidos.



La llegada a ese sitio no fue por ningún seguimiento ni éxito del espionaje militar. Se debió a una denuncia recibida por haber observado movimientos extraños en esa casa-quinta. Es decir, el Ejército no sabía quiénes estaban allí. La mayoría de los asistentes a la reunión pudo eludir el ataque. Si el Ejército hubiese conocido con antelación que allí estaba la máxima dirigencia del PRT-ERP, hubiese cercado la zona y pocos se habrían salvado.

* El informe del FBI, además, no menciona menciona ninguna fuente concreta ni un informante proveniente del PRT-ERP. Valín no refiere nada acerca de dónde estaría Santucho. Sin embargo, en otro informe publicado simultáneamente se afirma que "Los servicios de inteligencia argentinos creen que el líder del ERP, Mario Roberto Santucho, está en Buenos Aires". Esta versión es atribuida al General Albano Harguindeguy, por entonces ministro del Interior de la dictadura, y que había sido jefe de la Policía Federal del gobierno de Isabel Perón. A Harguindeguy, el informe norteamericano le atribuye insólitamente el grado de “Brigadier General” (¡sic!).



VERDADES, ERRORES Y MENTIRAS

* Hay otro informe del espionaje norteamericano del 21 de julio de 1976:


"La información que permitió a las fuerza de seguridad localizar a Mario Roberto Santucho fue proporcionada por un oficial del ERP que se puso en contacto con el Ejército Argentino y se ofreció a revelar el paradero de Santucho y otros líderes del ERP a cambio de la liberación de su esposa, que había sido secuestrada. El Ejército no solo aceptó, sino que prometió al oficial del ERP que le daría dinero y asistencia para salir de Argentina con su familia. En ese momento, el Ejército argentino llevó al oficial del ERP para que corroborara que su esposa estaba detenida y se encontraba bien. Después de lo cual, el oficial señaló el edificio de Villa Martelli, provincia de Buenos Aires, cerca de la Capital, donde Santucho y otros líderes estaban escondidos.

El oficial del ERP dijo que Santucho había estado viviendo en ese edificio cerca de un mes. El oficial del ERP también dijo a las autoridades que, por el peligro que corría la vida de Santucho, a causa de la campaña antisubversiva en Argentina, estaba planeando viajar, a finales de julio, hacia Cuba, vía Mendoza en Argentina, Chile y Europa, para permanecer en Cuba cerca de un mes. Comentario: la esposa de Santucho, sus padres y sus hijos de un matrimonio anterior se cree que están en Cuba. Comentario: fue encontrado un boleto aéreo con destino a Cuba en el cuerpo de Santucho….El oficial del ERP dice que un reemplazo probable de Santucho como comandante del ERP es Mattini... El oficial del ERP dijo que, a principios de julio, Santucho se había reunido con Mario Firmenich, comandante de Montoneros, para continuar las discusiones sobre la posibilidad de una fusión del ERP con Montoneros. Una situación que aún estaba siendo negociada por las dos organizaciones el 19 de julio. De acuerdo con el oficial del ERP, Santucho también le pidió dinero a Firmenich que se lo negó señalando que el ERP ya le debía a los montoneros U$S 600.000. La reunión entre Santucho y Firmenich se realizó en los suburbios del norte de Bs As".



Aquí, el informe combina hechos ciertos con errores de información, e información falsa o inventada. Veamos.


Efectivamente, Santucho fue capturado el 19/07/76 en el departamento 4° B de calle Venezuela 3145 de Villa Martelli.

No estaba solo. Estaba con su esposa Liliana Delfino, y otro miembro del Buró Político del PRT, Benito Urteaga y su pequeño hijo José, de 3 años. Los dueños de casa no estaban en ese momento: eran Ana María Lanzillotto y Domingo Menna.


Lanzillotto había salido hacia la casa de unos compañeros en la zona norte del Gran Buenos Aires, para darles un alerta de seguridad. Esto lo sabemos por el relato de una compañera de ella, Diana Cruces, con quien se frecuentaban en esa época. Menna, que también era miembro del Buró Político del PRT y aquel día tenía citas con diferentes personas, había acudido a una cita con algún militante (de la que hablaremos más adelante).

* Al departamento 4° B, los militares accedieron tras amenazar al portero, al que hicieron tocar el timbre para que su voz conocida por los moradores franqueara la apertura de la puerta, y luego lo obligaron a que se retire inmediatamente. Según testimonio del portero, un militar trabó la puerta al abrirla una mujer (Liliana Delfino), que alertó al resto con un grito (hay una versión, que no ofrece respaldo testimonial, que la puerta la abrió uno de los varones). Santucho y Urteaga no empuñaban armas en ese instante, de lo contrario hubiesen disparado instantáneamente a los asaltantes.

Según un militar, el sargento Víctor Ibáñez, en Campo de Mayo, escuchó decir a miembros de la fuerza de tareas que tras reducir a los dos hombres, al ser “cacheados” por el jefe del operativo, Capitán Juan Carlos Leonetti, uno de ellos lo desarmó. Se entabló un desigual tiroteo. Los otros militares rafaguearon a los dos insurgentes, pero no pudieron evitar que el que arrebató el arma de Leonetti también disparara, dándole muerte. Urteaga murió instantáneamente. Santucho cayó herido inconsciente. El niño y Delfino quedaron ilesos. Todos fueron llevados a la base militar de Campo de Mayo, donde Santucho murió sin recibir atención médica en el Hospital Militar, porque allí habría llegado sin vida según el mismo testimonio de Ibáñez.



El 21 de julio, el mismo día en que se escribió el informe de la inteligencia norteamericana, los militares argentinos completaron la puesta en escena con la redacción de dos actas de defunción de personas NN. En realidad esos NN eran Mario Roberto Santucho y Benito José Urteaga.

ACTA DE DEFUNCIÓN BENITO URTEAGA El acta que lleva el N° 604 debe corresponder a Urteaga, porque lo describe de “cutis blanco” y “calvicie incipiente”
El N° 605 debe corresponder a Santucho, porque consta “cutis trigueño”






ACTA DE DEFUNCION MARIO ROBERTO SANTUCHO



El N° 605 debe corresponder a Santucho, porque consta “cutis trigueño”

En ambos casos, se consignó como causa de muerte “hemorragia masiva traumática”. Los militares se estaban preparando para hacer desaparecer sus cuerpos.

El sargento Ibáñez dijo que el cuerpo de Santucho permaneció un tiempo en un sótano convertido en “museo”. Liliana Delfino fue llevada al “Campito”, sitio dentro de Campo de Mayo donde estaba el centro de tortura y exterminio. El niño, José, fue restituido a familiares muchas semanas después.
* Al poco rato que los militares se retiraran (no más de cinco, según testimonio del portero), llevándose a los muertos, al herido y al niño y a la mujer sanos, llegaron a la puerta del mismo edificio Eduardo Merbilhaá -también miembro del Buró Político del PRT- y su esposa, que vivían en el departamento 3° C. El portero los atajó en la puerta, advirtiéndoles: “Mire que del departamento de sus familiares se llevaron dos cadáveres” (los habitantes de ambos departamentos mantenían la coartada de que eran “parientes” como apariencia para justificar el vínculo).

El matrimonio se retiró sin inconvenientes, según relató Merbilhaá a un compañero suyo del área de Comunicaciones Internacionales del PRT, y lo confirmó su esposa. El episodio revela con claridad que Merbilhaá no estaba identificado por el espionaje militar (vivía allí desde noviembre de 1974). Los militares no fueron a buscarlo a su departamento, que solo mucho después fue allanado. Merbilhaá llegó y se fue del edificio sin pasar su vehículo por ningún retén o pinza militar o policial. Es decir, en ese breve período de tiempo no hubo ningún operativo militar en torno al edificio.

* Por el contrario, quien fue capturada al regresar a su casa fue Ana María Lanzillotto. Ya los militares habían hecho una ratonera en el 4to B. Tuvieron que pasar algunas horas para que el Ejército confirmase que los caídos eran Santucho y Urteaga.

* El escaso personal militar destinado a asaltar ese departamento pone en total evidencia que el Ejército ignoraba que allí estaban Santucho y Urteaga. La ausencia de un operativo de gran despliegue, habitual en esa época para cualquier asalto a casas de “subversivos”, deja muy claro que no tenían esa información precisa. Sobre todo, porque los militares seguramente sí sabían que Santucho tenía un grupo de protección armado, que en la nomenclatura errepiana se denominaba “Escuadra Especial”, que entre sus tareas tenía la de cubrir sus movimientos.
* Otra evidencia de “error” de información es mencionar que la esposa de Santucho estaría en Cuba. El 21 de julio, Liliana Delfino llevaba dos días secuestrada en Campo de Mayo. ¿No sabían todavía quién era? ¿O deliberadamente el informante del Ejército Argentino le mintió a su colega norteamericano?
¿CÓMO LLEGARON A VILLA MARTELLI?

* El informe del 21 de julio dice que el Ejército llegó a Villa Martelli por datos brindados por un “oficial del ERP”. Cabe explicar que esa denominación era la que los servicios de inteligencia norteamericanos usaban para calificar a algún/a militante, y no necesariamente implica que el mencionado tuviese grado militar dentro de la organización guerrillera.

Contrastando ambos informes desclasificados se deduce que el día 15 de julio, el Ejército no poseía esa información. Por lo tanto, la supuesta “esposa” del “oficial” debe haber sido capturada después de esa fecha y antes del día 19. Pero no descartamos que el Ejército pudiese tener esa información -dentro de la hipótesis del delator-, y no pasársela en esa fecha al servicio de espionaje norteamericano, o que haya sido borrada en el cable desclasificado.

* El informe afirma que "...el Ejército argentino llevó al oficial del ERP para que corroborara que su esposa estaba detenida y se encontraba bien”. Esto revela que la mujer estaría en un centro clandestino, ya que si hubiese estado detenida legalmente, el eventual entregador no tendría que haber ido a negociar su vida. Él quería certeza que estaba viva y negociar su liberación a cambio de información.

* Según el documento el “oficial del ERP” señaló el edificio en Villa Martelli donde según esa versión estaba Santucho. Pero esto es más que difícil de creer, porque si los militares hubiesen sabido que allí estaba Santucho, no hubiesen destinado una patrulla de cinco efectivos, ni hubieran actuado sin rodear primero la zona y después el edificio. La información militar está presentada como para demostrar que el Ejército ya sabía de la presencia del Jefe del ERP en ese lugar.

* Acá el informe oculta o ignora que un rato antes (ignoramos exactamente cuánto tiempo), el Ejército había capturado sigilosamente a Domingo Menna en un lugar cercano a su domicilio, pero probablemente del otro lado de la Avenida General Paz, dentro de la jurisdicción de la Capital Federal (Ciudad de Buenos Aires). Y sostenemos que sigilosamente, porque no se conoce hasta hoy ningún testimonio de que persona alguna haya presenciado un secuestro callejero, a plena luz del día como fue. Y sin duda Menna tiene que haber sido rodeado, inmovilizado y metido dentro de un vehículo. Si hubiese tenido un instante de posibilidad, habría accionado su arma de puño. No hubo enfrentamiento armado.

Menna fue visto después sin heridas de bala en Campo de Mayo, por dos sobrevivientes: Patricia Erb, una joven norteamericana que militaba en la Juventud Guevarista y Eduardo Cagnolo, un soldado conscripto, secuestrado y liberado. Alguien debe haberles señalado a los secuestradores quién de los que caminaban por la zona era Menna. Ese debe haber sido el “oficial”
* Que Menna tenía una cita con algún integrante de la organización, lo confirmó Eduardo Merbilhaá en un mensaje escrito a otro miembro del PRT, y también en una conversación con otro cautivo, el ya nombrado Eduardo Cagnolo, cuando ambos estaban secuestrados en Campo de Mayo. (ver el artículo Nuevas revelaciones sobre “El Campito” https://es.scribd.com/document/297879709/Revista-La-Roca-Numero-2-Diciembre-2015-Version-Digital).

Merbilhaá no mencionó que ese otro integrante fuese un miembro de la dirección del PRT, como se publicó hace algunos años en un sitio de internet, sino un militante vinculado directamente con Menna. Aquí debemos destacar que Merbilhaá comentó a Cagnolo que Menna “...había concurrido a una cita con un representante de una Liga...que era un infiltrado y lo secuestraron...”.

* Menna circulaba con documento falso a nombre de Guillermo Longo, como nos cuenta un ex integrante de la Escuadra Especial del ERP. Pero es muy probable que el “oficial” entregador conociera su verdadera identidad, además de su fisonomía. Es imposible que Menna haya sido la fuente voluntaria, en ese momento preciso, de la información sobre la dirección del departamento de calle Venezuela, dado el breve lapso transcurrido entre su captura y la llegada de los militares allí. Por otro lado, los testimonios de sobrevivientes de Campo de Mayo, Patricia Erb y Eduardo Cagnolo, aseveran que tras meses de tortura, jamás reveló un dato comprometedor y siempre desafió a los torturadores militares. (ver Revista La Roca N° 2, ídem).

¿”FALSA NOTICIA” O PISTA CIERTA?

* Desde aquella misma época el PRT manejó la información de que Menna, al momento de su captura, tenía en un bolsillo el recibo del alquiler de un nebulizador para su hijo Ramiro. Según esta línea de investigación, los militares acudieron inmediatamente a la farmacia que figuraría en el recibo, para obtener la dirección de quien había alquilado el aparato. Sin embargo, según otras fuentes conocidas por nosotros, probablemente la dirección estaba escrita en ese mismo recibo, ya que el negocio que alquilaba esos aparatos (no una farmacia) los pasaba a retirar a domicilio. Así habrían llegado los militares a la calle Venezuela.

* Esa misma versión, aunque con otro relato, fue publicada en aquel entonces por la revista Cambio 16 de España, del 8 de agosto de 1976. Allí se escribió que “el 16 de julio, el abogado López, alias Gustavo, un jerarca del ERP, se presentó a los militares del Ejército para decir que estaba dispuesto a entregar informaciones en cambio del respeto de la vida de su familia y reveló que, el lunes 19 de julio, Menna tenía una cita con Liliana Delfino”. El propio Merbhilaá tenía información parecida, tal como lo mencionamos. Se la transmitió por escrito a un compañero del Comité Central del PRT, comunicando lo que él sabía y aludiendo a la revista española. Sin embargo, muchos investigadores dudaron (y aún dudan) de su veracidad, ya que consideran que se trató de “carne podrida” (falsa información) para despistar a los integrantes del PRT y otros, acerca de cuál era la verdadera pista que les permitió llegar a Santucho (es decir, el “oficial”). Las “falsas noticias” siempre han existido. 

Ahora, leyendo los informes desclasificados, podemos afirmar que al menos el núcleo central de esta historia no fue “carne podrida”. Reiteramos. Por investigaciones de las que hemos tenido conocimiento, sabemos que una persona efectivamente había alquilado un nebulizador en ese mes de julio de 1976, en una zona no muy lejos del domicilio de Menna. De ahí surge que es posible que la dirección de quien alquiló el nebulizador (Depto. 4° B de calle Venezuela 3145, Villa Martelli), figurase en el recibo que Menna llevaba en su bolsillo, ya que hacían entrega a domicilio, y que eso haya facilitado la rapidez con que actuó Leonetti. Probablemente, el jefe de la fuerza de tarea destinada a aniquilar la dirección del PRT-ERP ni siquiera perdió el tiempo, porque ya tenía en sus manos el domicilio de Menna. De todas maneras, esta hipótesis sigue estando en cuestión.
* Es lógico que nada de esto aparezca en los documentos desclasificados, porque éste es el mayor y mejor guardado secreto del aparato militar argentino. Este y otros “detalles” nada menores sobre la captura de Menna, sobre la identidad del delator y de la mujer secuestrada y luego liberada, sin duda que están en alguna de las partes borradas de los documentos desclasificados o, más probablemente, en algún archivo secreto del Ejército Argentino. Y por supuesto, en la memoria de los militares que aún viven y fueron directores de las tareas de inteligencia (basadas ante todo en la tortura sistemática).

SEMBRAR CONFUSIÓN Y OCULTAR HECHOS

* El documento desclasificado por el gobierno de EE.UU. también está destinado a reproducir la confusión y ocultar verdades. Leonetti ignoraba, o tal vez solo sospechaba, que Santucho estaba allí, aunque la información es presentada como que sí sabía. Parece más probable queel “oficial del ERP” ofreció otra información, es decir la de una cita con Menna.

* Lo que resultó exitoso para los militares fue la sagacidad del capitán Leonetti, de no demorarse por un reporte burocrático a su superior Coronel Valín sobre la información de la captura de Menna, que sí estaba prevista desde horas o días antes por la Inteligencia militar. Leonetti estuvo asignado a la fuerza de tareas especial destinada a aniquilar la jefatura del PRT-ERP por el General Jorge Rafael Videla, Jefe del Ejército designado en el cargo durante el gobierno constitucional, y Presidente de facto tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Tomó Leonetti esa audaz decisión presumiendo que la ausencia de Menna desatase una alerta en la organización insurgente? ¿O para ganar prestigio ganándole de mano a sus superiores?

* Otros detalles revelan que lo que es presentado en los documentos desclasificados como información militar previa, no es exactamente así. Se afirma que Santucho tenía un boleto de avión con destino final La Habana. Cualquiera sabe que en aquella época no había vuelos Argentina-Cuba, y que quien viajase a la isla caribeña lo hacía por combinaciones que no dejaba acreditadas en el país. Se llegaba a Cuba vía Europa (París, Praga, Moscú) o vía México. No era obra de espionaje alguno suponer que si Santucho salía al exterior, en algún momento iría a Cuba. Además el informe afirma que el oficial del ERP reveló que Santucho… “estaba planeando viajar, a finales de julio, hacia Cuba, vía Mendoza en Argentina, Chile y Europa, para permanecer en Cuba cerca de un mes”. El “oficial del ERP” no conocía la verdad o el informante argentino de la embajada norteamericanano contaba la verdad.

Según nos refirió Julio Santucho, dirigente del PRT que el 20 de julio de 1976 esperaba en Roma a su hermano y a Liliana Delfino, la ruta exacta del viaje era: Mendoza-Perú-Roma-Praga-La Habana. Significa que el delator sabía o intuía algo pero no con precisión. Según el militar informante, lo que sabía bien era que el viaje empezaría en Mendoza y terminaba en La Habana. Todo esto puede también resumirse de otra manera: los militares, al haber detectado post-facto un boleto aéreo de Santucho, dedujeron que saldría del país y que no lo haría por la más “visible” y muy controlada salida de Ezeiza.

* También el delator dice (según el militar informante), que Santucho estaba viviendo en calle Venezuela hacía un mes. No fue así. La pareja Santucho-Delfino vivía en ese edificio hacía 7 meses. Desde fines de diciembre de 1975 en el departamento de Merbilhaá y desde febrero de 1976 en el departamento de Menna, como contó la esposa de Merbilhaá.

* La relación entre el PRT-ERP y Montoneros era públicamente conocida para la militancia, no un secreto. Ambas organizaciones, junto a la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO) tenían proyectado un frente común, propuesto por el PRT desde el año anterior. El nombre proyectado de ese frente era Organización para la Liberación de Argentina (OLA). Existía un borrador programático que el PRT circuló en su Boletín Interno desde fines de 1975. Y se ratificó en otro similar de julio de 1976.
El encuentro de Santucho y Menna con Firmenich (junto a dirigentes de Montoneros como Roberto Quieto, Adriana Lesgart, Héctor Talbot Wright y otros) ocurrió en noviembre 1975.
Posteriormente, en 1976, hubo otro encuentro entre Santucho y Roberto Perdía en la casa de este último, en Ciudadela, provincia de Buenos Aires. No se debatía préstamos de dinero como alega saber el informante del espionaje, sino política (incluso, colaboración del PRT en materia de prensa y propaganda, razón por la cual la dirigente montonera Victoria Walsh visitó la imprenta clandestina del PRT en Córdoba, tal como relató recientemente Carlos Orzaocoa, entonces miembro de la dirección del PRT, y hoy abogado en la causa que recuperó esa vivienda para los hijos de sus legítimos propietarios, asesinados por el Ejército).

El acuerdo PRT-Montoneros-OCPO se iba a suscribir ese 19 de julio de 1976. Lo que describe el desclasificado es totalmente falso (¿por error de “inteligencia” o para seguir des-informando?). Por información recibida de Luis Mattini, Secretario General del PRT después de la caída de Santucho, sabemos que en todo ese período no se vio con Firmenich, y las tratativas con Montoneros se hacían con Perdía, Vaca Narvaja y otros dirigentes. Por eso, cuando se propone la fecha del 19 de julio para la firma del acuerdo de lo que sería la OLA con la presencia de Firmenich, Santucho demoró expresamente su viaje para estar presente. Después de estos acontecimientos, Montoneros descartó la concreción de ese frente común.


OTRA OMISIÓN QUE NO PARECE CASUAL

* Uno de los enlaces por parte del PRT era Fernando Gertel, responsable de finanzas y enlace del Buró del partido. Fue capturado ese mismo día, muy lejos de Villa Martelli, en San Antonio de Padua (oeste del Gran Buenos Aires), a primera hora de la tarde. En circunstancias similares a las de Menna, en una cita “envenenada” (delatada). Su captura fue presenciada por su esposa, Diana Cruces, que no era conocida por quien concurría a la cita, no fue identificada por los secuestradores y regresó a su casa donde estaban sus suegros. La vivienda jamás fue encontrada por los militares.
Gertel ya había informado a sus compañeros que el enlace de Montoneros había faltado a la cita. De todo esto Diana Cruces (fallecida el 31 de enero de 2017), una tenaz investigadora de estos sucesos, dio testimonio varias veces, una en sede judicial. Ella sabía que en San Antonio de Padua su esposo tenía una cita con un compañero de militancia, es decir un militante del PRT.
En los últimos años de su vida, Diana sospechaba que la misma persona, el mismo militante, habría entregado a Menna y a Gertel, según documentos de Diana entregados antes de su muerte a uno de los autores de este artículo. No sabemos si su hipótesis es fundada pero, sin embargo, creemos que sí existe una estrecha relación entre el secuestro de Gertel y las otras caídas del 19 de julio. La captura de Gertel también es omitida en los documentos desclasificados hasta hoy conocidos.

EL SECRETO NUNCA “DESCLASIFICADO”

* En resumen, las circunstancias de las muertes de Santucho y Urteaga, los secuestros de Menna, Delfino, Lanzillotto y Gertel, todos ocurridos en el lapso de horas entre la mañana y la tarde del 19 de julio de 1976, no están esclarecidas y los informes desclasificados publicados hasta hoy, no ayudan a llegar a la verdad.

Menna permaneció secuestrado en “El Campito” de Campo de Mayo por lo menos hasta el 11/11/76. Delfino fue vista en ese lugar en septiembre del 76. Según el testimonio de la sobreviviente Patricia Erb, estaba con Ana María Lanzillotto, que parió un bebé en una dependencia de la Policía Bonaerense, lejos de Campo de Mayo, ubicada en los bosques de Ezeiza, en el cruce de autopistas Ricchieri y Jorge Newbery (su hijo es el nieto recuperado 121, en octubre de 2016). Merbilhaá fue visto en Campo de Mayo también en noviembre del 76. Gertel nunca fue visto. Aún se ignora dónde están escondidos los cuerpos de Santucho y Urteaga a los que se les confeccionó falsas actas de defunción como NN. De los otros no hay rastros.

¿Cómo llegaron, entonces, los militares al departamento de Villa Martelli? Los documentos publicados ocultan y mienten. 


¿Cómo llegaron los militares a las citas con Menna y con Gertel? Los desclasificados no lo dicen. 


Pero está documentado, y hay quienes saben mucho del secreto mejor guardado de los últimos 50 años de la historia argentina.


Los autores:
*Pino Narducci, magistrado italiano, autor de El Minuto, investigación sobre una historia napolitana en la Buenos Aires de los militares, publicado en Italia, sobre los desaparecidos de la Juventud Guevarista
*Abel Bohoslavsky, médico, militante del PRT, autor de Los Cheguevaristas, la Estrella Roja del Cordobazo a la Revolución Sandinista
*Diego Ortolani Delfino, ha participado en diversas organizaciones de lucha contra la impunidad, por la memoria histórica y en experiencias de investigación militante, hijo de Liliana Delfino y Luis Ortolani



viernes, 10 de mayo de 2019

A 30 años

A 30 años de aquella multitud acompañando al Bebe hasta La Teja y a medio siglo del asesinato de Jorge, Alfredo y Ricardo en la toma de Pando…




VOLVER A EMPEZAR


Las fuerzas menguan, la voluntad se fortaleció. Hubo que recuperar la disciplina de los detalles y la paciencia impaciente de los doce años de reja y palo. Ahora con la ayuda y la experiencia del Muerto, arrancamos de nuevo con el Blog. Vamos a ver cuánto dura el impulso.

Sobran razones para escribir: la Verdad y la Justicia siguen esperando una reacción digna y honesta de la militancia frenteamplista, reducir a aplaudir las “genialidades” de sus caudillos como la de hoy: Tabaré envió a Roma a denunciar el Plan Cóndor al colorado Miguel Toma, su secretario, cuya práctica ha demostrado su compromiso con la impunidad de los criminales de lesa humanidad.

Largamos con tres artículos. “El Miedo a la democracia” y “El principio de autoridad” fueron publicados en ZUR PUEBLO DE VOCES: El restante, “SOMOS BASTANTE IMBANCABLES”, lo publicó el Semanario VOCES en el día de hoy e intenta ser una respuesta al discurso de Mujica recordando a Raúl Bebe Sendic.

La columna de Gilgamesh




EL MIEDO A LA DEMOCRACIA


Parecía que nadie podía oponerse a los parisinos. Poseídos por la sed de justicia tomaron la Bastilla, despojaron a la nobleza de sus privilegios y guillotinaron un rey. La ira insurreccional atemorizó tanto a los constituyentes de la Asamblea Nacional, prósperos burgueses en su mayoría, que crearon de urgencia una fuerza pública que los protegiera. El bonapartismo, poco más tarde, la convirtió en la estructura central del poder burgués y, afirmado en ese ejército, arrebató la revolución al movimiento espontáneo de las masas. En realidad, sin el monopolio de las armas no habrían podido surgir grandes terratenientes, comerciantes y banqueros. Tampoco, por supuesto, habría Estados.

El artículo 12 del Título IV de la primera constitución francesa, estipuló que esa fuerza armada debía ser “esencialmente obediente; ningún cuerpo armado puede deliberar”. De ahí en más, las constituciones burguesas prohibieron a los militares en actividad intervenir en política. A veces, como en Uruguay, les conceden el derecho de votar. Esa barrera, impenetrable a las ideas que cuestionaban su dominación, aseguró a la burguesía que los fusiles apuntaran donde ella quería. Los soldados deben dejar que los burgueses piensen por ellos, que sean su mando ideológico.

La democracia liberal.

A la hora de organizar la institución armada, o sea, la esencia del Estado, la burguesía liberal reniega de las libertades y la democracia, para confiar solamente en la obediencia ciega. Proclamaron a los cuatro vientos “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, pero no permitieron que entraran a los cuarteles. El milagro dialéctico de los liberales fue hacer coexistir la no libertad y la no igualdad de cuartel con sus cánticos a la república libre y democrática. Integraron la verticalidad militar al modelo liberal de organización política en general. Ha sido posible separar el Estado de las iglesias, pero sería imposible divorciarlo de los cuarteles. Son la condición de existencia del Estado.

El liberal desea convertir la sociedad en un gigantesco cuartel, pero disimula esa aspiración antidemocrática con la verborragia de las libertades y derechos. La fuerza bruta acompañada con la suelta de blancas palomas, dualidad que caracteriza tanto la micropolítica al interior de la familia como el funcionamiento de la asamblea de las naciones unidas. El concepto liberal de democracia contiene la negación de su propio discurso. Los liberales -el progresismo entre ellos- necesitan que en su república democrática anide el huevo de la serpiente, pero, al mismo tiempo, el entramado cultural y político se encarga de que no se perciba el horror de la sociedad de clases. Como sueñan con extender al conjunto social el sistema cuartelero, los dueños del poder necesitan ‘ciudadanos’ disciplinados, anestesiados, sin deseos de rebelarse, que acepten la restricción de sus libertades como los soldados aceptan las que les imponen.

¿Se asiste hoy día al colapso, la descomposición o el agotamiento de la democracia liberal y de sus partidos políticos? No. Entre las turbiedades de los versos liberales y progresistas, emerge el modo cuartelero de hacer política, se presencia el desenvolvimiento completo del sistema político, cae el maquillaje superficial y deja ver las cicatrices de las heridas profundas.

La pústula a la uruguaya

Mario Aguerrondo fue el paradigma de la tutela de baja intensidad de los ’60, artífice de la Logia Tenientes de Artigas, candidato presidencial del Partido Nacional y, junto a Jorge Batlle, sostuvo desde del ‘pacto chico’ al presidente golpista Bordaberry. Su discurso alimentó empleo sistemático de escuadrones parapoliciales y del terrorismo de Estado como método de hacer política. Cabe recordar que muchos militares dignos se incorporaron a las filas populares: Licandro, Montañez, José Martínez, Ceibal Carbajales, Aguerre, Seregni, Zufriategui y otros valientes.

El modo cuartelero de hacer política -el pachequismo- contó con una importante base electoral, en 1971 la mano dura política fue refrendada por el 55% de los votantes: 41% de Partido Colorado más el 14% de Aguerrondo. Dicho apoyo electoral disminuyó, pero no desapareció. En 1980, cuando triunfó el NO en el plebiscito, el SI a la dictadura cosechó el 43% de los votos. Cabe agregar que, en abril de 1989 y octubre del 2009, la mitad del electorado votó por la impunidad de los crímenes cometidos. Es decir, la dualidad intrínseca de la doctrina liberal hegemoniza la voluntad de un amplio sector de pueblo. La verdad y la justicia coexiste con el olvido y el perdón en los espíritus conservadores. La lucha por liberarse del sistema comienza con la liberación de las voluntades: nuevos sentimientos, nueva moral, nueva manera de pensar.

Desde 1985, en los cuarteles se trabaja casi que clandestinamente para que los brujos retornen algún día. ¿Cuál es la versión de la historia reciente que se enseña en la escuela militar? ¿Aprenden que la tortura y la violación son necesarias para obtener información? ¿A justificar las desapariciones forzosas y los asesinatos como medio para derrotar las insurgencias populares y al comunismo internacional? El terrorismo de Estado sobrevive en las oscuridades de los cuarteles.

De allí surgió el actual émulo de Aguerrondo, Guido Manini Ríos, cuya astuta maniobra forzó que lo relevaran y sirvió de plataforma al discurso de la lucha por la “esperanza de los más desesperados”, que esconde su defensa de los privilegios de la oficialidad y de los criminales de lesa humanidad. Contó con el previsible padrinazgo de Eleuterio Fernández Huidobro y de José Mujica, que lo vieron como un posible aliado para su viejo proyecto de hacer política desde el ejército, la más sólida y eficiente organización, como ya decían en 1971.

Este ‘modus operandi’ apunta a reorganizar la mayoría silenciosa, que parece disgregada, pero continúa sobreviviendo, amparada por el sistema de poder. Basta con analizar las expresiones reaccionarias que despiertan la lucha por Verdad y Justicia o la liberación femenina. Manini va en procura de una masa crítica donde apoyar la intervención directa de los militares en el gobierno. En Brasil ya lo lograron: el fantoche Bolsonaro continúa viviendo en el palacio -como lo hacía Aparicio Méndez- pero cinco generales son los dueños del gobierno: oscuros nubarrones pronostican que se viene un bruto temporal.

Los desafíos

El video de Manini fue reproducida por los canales de comunicación de las fuerzas armadas. ‘La despedida’, episodio último de la serie ‘Volveremos otra vez’, constituyó un verdadero desacato, tolerado por el ‘poder civil’. De un solo ramalazo, Manini demostró que la república democrática liberal es incapaz de ‘cambiar en paz’ y desbarató las expectativas liberales- socialdemócratas-progresistas.

Pese a los acuerdos de olvido y perdón entre los mandos, los ‘servicios’ y el círculo íntimo de Mujica-Huidobro, la cuestión de los crímenes de lesa humanidad reaparece porfiadamente, pero ¿cómo lograr que todas y todos sean iguales ante la justicia en un sistema así tutelado por terroristas de alma? ¿deberán la Verdad y la Justicia resignarse ante la ‘omertá’ de los mandos militares?

Se necesitan estrategias de salida que convoquen a construir otro modo más humano y civilizado de vivir. Sin embargo, quienes pretendan cambiar el mundo deberán encarar el problema de cómo derribar los muros de los cuarteles. Además de las clásicas necesidades económicas y sociales hay que discutir la cuestión de la tutela militar. Si se cae en la trampa liberal, que induce a pasar por alto el rol de los cuarteles, se corre el riesgo de enredarse en debates estériles, en una especie de onanismo ideológico.

Jorge Zabalza


Segunda columna de Gilgamesh

EL PRINCIPIO DE AUTORIDAD


En 1864 los hermanos Young importaron reproductores Hereford como requería la industria de la carne europea y, en adelante, esa raza dominó en el rodeo vacuno, unas 8.000.000 de cabezas. Por su parte, en respuesta a la demanda de las textiles británicas, que estaban dejando de usar algodón y lo sustituían con lana, los ovinos pasaron de 2: 600.000 en 1860 a 16: 600.000 en 1869. Al empuje de la apremiante tasa de ganancia y de la necesidad de un manejo más eficiente de los Merino y los Hereford, fue preciso cerrar las estancias y dividirlas en potreros. Al demarcar los límites de sus predios, los latifundistas lograban, paradójicamente, el goce ilimitado de su derecho de propiedad.

Los estancieros cimarrones fueron reemplazados por ganaderos modernos, las razas criollas por ganado de calidad y los cercos de piedra por más baratos alambrados. El cambio en el modo de producir y de vivir llegó por el litoral oeste, de la mano de inversores extranjeros y, en particular, de los de origen inglés. Según cuenta Isidoro de María, Ricardo Hughes fue el primero en cerrar con alambre sus campos al sur de Paysandú. En poco más de un lustro, los ganaderos acompasaron su baile a la música que venía de afuera. Los mayordomos criollos enriquecieron en recompensa por sus servicios a la acumulación de capital en Europa.

Con el alambrado se expulsó de las estancias a peones, puesteros y agregados y, además, como subió el valor de la tierra, se desalojó a los cientos de ocupantes precarios que sobrevivían del reparto artiguista. Marcia Collazo lo describe así: “[se] condenó a los desposeídos y desarraigados a una vida de privaciones, rancheríos de ratas y robos ocasionales para sobrevivir”. El enriquecimiento de los pocos acarreó la marginación del 10% de los 400.000 habitantes del medio rural. Los cambios tecnológicos que favorecían al capital empobrecieron más a los ya empobrecidos y ello se tradujo en crecimiento de los delitos contra la propiedad. El sistema provee sus propios sepultureros. Si se quiere terminar con la delincuencia, hay que cambiar el sistema, enseñaba el Bebe Sendic.

En 1869 se desplomaron los precios internacionales y, para peor, sobrevino una epizootia que azotó los lanares primero y los vacunos poco después. La catástrofe redujo sensiblemente la rentabilidad y puso en peligro las cuantiosas inversiones. Más gente fue condenada a la marginación. En 1870, los ‘sin tierra y sin trabajo’ se fueron a las cuchillas detrás de los caudillos Timoteo Aparicio y Anacleto Medina, aunque a muchos los reclutó la leva, otros fueron por voluntad propia. Durante los dos años de la Revolución de las Lanzas (1870 -1872) y para escándalo de los latifundistas, unos 20.000 paisanos, la mitad de la población marginada, cortaron alambres y carnearon costosos toros y carneros de pedigrí.

En esa fértil subjetividad de la clase propietaria echó raíces el estado de alarma que, desde 1848, sobrecogía a la burguesía europea. Se amplificó el temor de a que reaparecieran Encarnación Benítez del tiempo de Artigas. Sintiendo que les respiraban en la nuca, en 1871 los latifundistas fundaron la Asociación Rural. Se organizaban para restablecer el clima favorable a los negocios y ‘ordenando’ la vida desordenada de los pobres. El 8 de octubre de 1872 se firmó una paz ‘sin vencidos ni vencedores’ y los montoneros colgaron las lanzas de los horcones, sn saber que la cuestión social no había sido resuelta y seguían condenados a su miserable modo de sobrevivir. Olfateando el peligro latente, los estancieros recurrieron a los ‘pacificadores’ de los cuarteles. El ejército de línea, el profesional, el de los que traicionaron a Artigas, venía de prestar servicios a Gran Bretaña y recoger harta experiencia ‘pacificadora’ en el genocidio del pueblo paraguayo. En 1875 se lo veía como el sustituto cantado de los partidos blanco y colorado, incapaces de establecer la ‘paz social’. José Pedro Barrán resumió la situación en una frase: “Sin el asentamiento del principio de autoridad, ninguna política era posible en el Uruguay1 . Apenas lo fueron a buscar, el bien dispuesto coronel Lorenzo Latorre dio el golpe cívico militar. En la década siguiente las fuerzas vivas volvieron a enriquecerse con un nuevo empuje de la producción, que atribuyeron al restablecimiento de la autoridad por la dictadura. Domingo Ordoñana comunicaba su satisfacción en “El Ferrocarril”: “Va siendo habitable la campaña, lo que significa decir que se van resolviendo los problemas de seguridad en la vida y en la sociedad”.

1 J.P.Barrán. “Latorre y el Estado uruguayo”. Enciclopedia Uruguaya. Editorial ARCA. Montevideo. 1968. Pág. 25



Como demostración de amor hacia el latifundio, Andrés Lamas, ministro de hacienda de Latorre, exoneró de impuestos la importación de alambre, abaratando el costo del cerramiento de las estancias. Además, demostró su cariño hacia el comercio subiendo los permisos a los 2.000 vendedores callejeros de Montevideo y persiguiendo a los que no pagaban, hasta expulsarlos de las calles. La dictadura sometió el pueblo a políticas públicas que favorecían una muy favorecida clase dominante. Otra pata de la ‘pacificación’ fue educar, educar y educar. El plan de José Pedro Varela para la educación popular y la educación científica ajustó como anillo al dedo a las intenciones de disciplinar en la obediencia y el ‘orden’, de formar cuadros que reprodujeran las ideas liberales y la hipocresía ética y moral de la ‘clase alta’. A Latorre no le importaba que Varela sustituyera el catecismo con las ciencias, ni que aplicara sus teorías pedagógicas, veía en la escolarización obligatoria y gratuita una oportunidad para hacer de cada salón escolar el recinto de un régimen casi militar.

El coronel Latorre compró fusiles Mauser, carabinas Remingtons y cañones Krupp, mejoró el entrenamiento y la disciplina de la tropa, centralizó en Montevideo una red propia de telégrafo que comunicaba el mando con todas las comisarías del interior, e hizo lo mismo con el transporte ferroviario, imprescindible para trasladar las tropas más rápido que a caballo. Para encarcelar unos pocos ‘vagos y mal entretenidos’ que, matrereando y delinquiendo manifestaban el descontento general, Latorre ocupó militarmente el territorio: la población se sintió agredida, provocó sentimientos de rechazo. Para garantizar seguridad a los latifundistas, volcaron la violencia institucional sobre los de abajo. El Estado siempre viste uniforme.

En ese proceso de expansión del dominio de clase, se debía borrar de la memoria de la gesta de José Artigas. En ese sentido, el manual con que se enseñó historia en las escuelas de la dictadura fue el ‘Bosquejo histórico’, publicado en 1865 por el argentino Francisco Berra. Esa versión de la leyenda negra, elaborada por Bartolomé Mitre, que inculcaba el odio de clase, fue un instrumento para justificar la transformación del Estado Tapón en ‘Estado Nacional’, la imposición de la voluntad de los dueños del poder económico y político militar.

En el período en que la montonera artiguista ejerció su poder, el principio de autoridad surgía del pueblo reunido y armado y se ejerció para expropiar latifundios. Latorre, por el contrario, se proponía instalar la autoridad desde arriba y en toda su crudeza, mostrando la peor cara del poder de los dueños de la tierra, del comercio y del Estado. Sin embargo, como la tasa de ganancias seguía empujando a lucrar y hundía en la miseria a los desposeídos, la brecha social se ahondaba y Latorre no pudo reducir las estadísticas de la rapiña, el abigeato y las muertes en duelo criollo. Se mantuvieron las condiciones que ahondaban la brecha social y, pese a la represión feroz y los muertos que cosechaba, mantenían el alza de la delincuencia y el aire seguía oliendo a rebelión. Más a la corta que a la larga, Latorre debió reconocer que “los orientales son ingobernables con el cepo y el rebenque” y…renunció. El principio de autoridad estaba instalado, es cierto, pero, al mismo tiempo, germinaba su contrario, la resistencia y la rebelión. En 1897 y 1904 se reeditó el fenómeno de las cuchillas y los ponchos blancos.

No parece que los actuales ‘imponedores’ del orden y el progreso, hayan aprendido nada de las peripecias de Latorre. Sus intenciones transformadoras se perdieron en el pantano liberal del progresismo y, como se proponen convencer a los inversores extranjeros de que están afiliados al sistema, salen a instalar el principio de autoridad a fuerza de PADO y Mirador. Esta vez, como en tiempos de Latorre, para terminar con el irrespetuoso espíritu de ilegalidad, ocupan con la policía los territorios de la población excluida y marginada. No enfrentan la ilegalidad congénita del capital, sino que salen a demonizar el pobrerío. Aunque sus cifras pretenden desmentir la realidad, la brecha social se ahonda y parece muy improbable que logren resolver la cuestión del delito y la violencia, esa tuerta forma de salida que se ofrece a los desesperados. En esencia, nada nuevo bajo el sol.

Jorge Zabalza



“SOMOS BASTANTE IMBANCABLES”


“Deploramos que, sobre una estafa descomunal como la deuda externa, no hubiera salido en el último Congreso del Frente Amplio una rotunda posición de no pago como salió de la reunión de las centrales sindicales [de toda América Latina, realizada en Lima], sino una moderada y contemporizadora rebaja de intereses y demás, que no cuestiona la deuda en sí.

Por otro lado, confirmamos nuestro apoyo a otras resoluciones del Congreso del Frente Amplio, como la de no admitir ninguna negociación o salida política para el referéndum. Hoy la unidad sin exclusiones, que fue tan importante resolución del Congreso, se desvirtuó en pocos días por algunos de sus propios dirigentes, pero queda ahí como un anhelo que compartimos.

En definitiva, estamos por la unidad, por la unidad sin exclusiones. Pero no para reunirnos para transar, para contemporizar con el gobierno. Tampoco estamos para transar con el que transa. Como se ve, somos bastante imbancables, compañeros”.

Política de alianzas del Bebe Sendic.

“Es posible que muchos se pregunten porqué hay tanta urgencia en ese frente grande. Es que nos están entregando el país al extranjero impunemente, compañeros. Ningún gobierno, nunca, había llegado a tanta audacia en la enajenación del país. El gobierno militar le dio un gran impulso a la venta del país -de los elementos fundamentales de su economía- al extranjero. Recibieron un país con un 2% de la tierra en manos de extranjeros y lo devolvieron, en medio de un discurso patriótico, con un 8% de territorio -que habían jurado defender- en manos del capital extranjero. “(…)” Lejos de rescatar este patrimonio vendido al extranjero por los militares, el gobierno civil que se eligió en el ’85 llevó más lejos aún la venta del país.

Este gobierno dio un paso que ni los militares se habían atrevido para la extranjerización del país: la aprobación de la Ley de Zonas francas. Zona franca significa ceder un pedazo de territorio para que las empresas extranjeras puedan instalarse allí, libres de acatar buena parte de las leyes nacionales.

La urgencia de una unidad opositora, la urgencia de un frente grande hoy es para detener esta extranjerización. Extranjerización al capital financiero internacional a través de la venta de tierras en el exterior por las embajadas. Extranjerización por las zonas francas “(…)”.

“Ese frente grande no es una mera conjunción de fuerzas. Ese frente grande debe tener un programa, una propuesta. Y ahí viene el programa que hemos agitado desde hace más de dos años y medio, como les decía, con soluciones para la tierra, la banca, la deuda externa y el salario”.

Que cada cual asuma sus responsabilidades

“Todo esto, lo mismo que la idea del frente grande, lo venimos agitando desde hace más de dos años, y el consenso alrededor de esos problemas básicos, para enfrentar la extranjerización, se ha demorado demasiado. Decimos esto para que cada cual asuma sus responsabilidades. Si el país sigue así ya se sabe lo que viene. Los militares golpistas están ahí, protegidos por algunos políticos, esperando que este intento de democracia fracase, y de hecho ya está fracasando por no elevar el nivel de la vida del pueblo. Y si no hay soluciones, otro golpe militar puede venir más tarde o más temprano.

Entonces, que cada cual asuma sus responsabilidades:

Los que entregaron el país al extranjero y los que reciben directivas del mismo, hasta sobre qué aumento de salarios tienen que dar.

Los que pueden impedirlo, uniéndose para detener la extranjerización y prefieren atender sus conveniencias políticas individuales.

Los que ya tienen mayoría parlamentaria para sacar algunas leyes y no lo hacen.

Los que pudieron depurar las fuerzas armadas de oficiales golpistas y no lo hicieron.

Los que está contemporizando con el retorno de un golpista al ministerio que maneja todas las fuerzas armadas. Que cada cual asuma sus responsabilidades y después no descarguen la culpa sobre los combatientes del pueblo otra vez” 2 .

Negociación a la Fernández, 15 años después.

“Este es el congreso de la victoria, compañeros, y a todo se puede renunciar menos a la victoria, compañeros, y no le haríamos ningún favor a nuestro pueblo y a nuestros niños a los que pasan hambre hoy, arriesgando con una torpeza política como la que se nos propone la victoria que está allí, hoy, al alcance de la mano” 3 . La salida política que encontró Fernández implicaba acatar el voto amarillo del 1989, fundamentación que apoyó con las dos manos de José Mujica, su ladero incondicional.

El compañero Hugo Cores, por el contrario, entendía que la Verdad y la Justicia no dependían de un resultado electoral y, en consecuencia, había que seguir luchando. Propuso la realización de un nuevo plebiscito para derogar la ley de la impunidad. Que la legislación internacional en materia de derechos humanos integrar con carácter de obligatoriedad la jurisprudencia nacional. En especial, en cuanto a la imprescriptibilidad de las desapariciones forzosas, torturas y violaciones.

2 Todas las citas están tomadas del discurso del Bebe Sendic en el Estadio Franzini el 19/12/1987.

3 Eleuterio Fernández Huidobro. Dicho en el IV Congreso Extraordinario del Frente Amplio, diciembre/2003

La renuncia del Frente Amplio a esta base del programa post dictadura de la izquierda, constituyó el respaldo político que necesitaba la Suprema Corte para levantar la muralla de protección a los criminales de lesa humanidad. Sin la aceptación del negocio propuesto por Fernández, no existiría hoy el manto de silencio que todavía envuelve los crímenes del terrorismo de Estado. ¿Fue el precio a pagar por la victoria electoral del 2004? Puede ser. También es cierto que, al mismo tiempo, en ese Congreso se comenzó a recorrer el camino de la degradación ética y moral. Desde que la cantidad de votos acumulados pasó a ser criterio de verdad, la cabeza de la masa militante fue cambiando y se convirtieron en feligreses que aplauden por automatismo. Lo más grave de Fernández y Mujica fue, sin embargo, su disposición a perdonar y olvidar las desapariciones forzosas, los asesinatos, los robos de niñas y niños, las violaciones a mujeres y hombres, las decenas de miles torturados y torturadas y las peripecias de todo un pueblo condenado a vivir en el gigantesco campo de concentración durante los doce años de dictadura. La siembra inescrupulosa del olvido y el perdón alcanzó ribetes criminales. Que cada cual asuma su responsabilidad, habría sentenciado Raúl Bebe Sendic.

El nivel de vida del pueblo

¿Por qué lo ovacionan la socialdemocracia y el liberalismo europeos? Sencillo: es el símbolo del abandono de las ideas de la transformación revolucionaria que asumió la ilusión de humanizar el capitalismo. Como ministro y presidente, Mujica favoreció el boom sojero y celulósico, proceso que determina que 4.150 latifundistas sean los dueños del 60% del territorio uruguayo, que, además, elevó aquel 8% de tierra extranjerizada que criticaba Sendic a casi el 50%. ¿Nada tuvo que ver Mujica con que las sociedades anónimas, que prometió prohibir, se apoderaran de 7:000.000 de hectáreas, el 43% de las suavemente onduladas praderas? ¿no tiene nada que ver con el mantenimiento de la ley de zonas francas y las exoneraciones a los capitales extranjeros? ¿no es responsable del crecimiento desmedido e incontrolado del uso de agrotóxicos y de la “cianobacterización” de los principales ríos del país? Para convertirse en símbolo del posmodernismo debió deshacerse del legado de Raúl: expropiación del latifundio para repoblar y cambiar el modo de producir en el campo. ¿Y todo para qué? En el reparto actual de la torta, la masa salarial no ha alcanzado el nivel que tuvo con Luis Batlle. Hasta 1958 los asalariados captaban más del 40% del producto bruto interno, pero luego, al estancarse la producción, los dueños del Uruguay se lanzaron a saco sobre el salario. La violencia que desataron culminó con el golpe de Estado de 1973. Al regresar los milicos a los cuarteles, habían reducido la masa salarial al 20% del producto bruto interno, transferencia de recursos que fue el motivo profundo del terrorismo de Estado…

Hoy día, luego de 15 años de discurso humanizadores, la masa salarial no llega a ser tres cuartas partes de aquella de Luis Batlle. Las políticas del Uruguay Progresista no fueron capaces de derramar recursos en la misma medida que lo hizo el Uruguay Batllista. Esta es la cuantificación del fracaso del viraje al reformismo liberal. No creo haber oído a Mujica citar a Ernesto Guevara y Raúl Bebe Sendic en sus discursos. No los reivindicó nunca, ni al recibir la presidencia, ni en otras instancias oficiales y, muchos menos, ante públicos extranjeros. Se ha esforzado constantemente por adelgazar aquél musculoso sentimiento revolucionario del siglo pasado. Aun así, no cabe negarle derecho a recordarlo a 30 años de la muerte. Sin embargo, no se le puede corromper su memoria con la tentativa de presentarlo como frenteamplista, tergiversando sus planteos frentegrandistas. Pretende incorporarlo al plantel de los apóstatas y renunciantes. Justo al Rufo, al que nunca se entregó ni se sintió derrotado. Ni como rehén de la dictadura, ni luego, al ser liberado por el movimiento popular. Todos salimos muy cambiados de la cárcel, pero no todos fuimos vencidos en nuestras convicciones. Que cada cual asuma sus responsabilidades.

Jorge Zabalza



miércoles, 8 de mayo de 2019

El principio de autoridad




Zabalza visita el final del siglo 19 uruguayo para comprender las formas en las que se pretendió asentar el principio de autoridad "en el cepo y el rebenque". Alambramiento, revolución de las lanzas, golpe de Latorre, educación vareliana y leyenda negra del artiguismo. En ese pasado vivo de resistencias que le habla al presente denuncia la demonización del pobrerío de los nuevos "imponedores" del orden y el progreso.


En 1864 los hermanos Young importaron reproductores Hereford como requería la industria de la carne europea y, en adelante, esa raza dominó en el rodeo vacuno, unas 8.000.000 de cabezas. Por su parte, en respuesta a la demanda de las textiles británicas, que estaban dejando de usar algodón y lo sustituían con lana, los ovinos pasaron de 2: 600.000 en 1860 a 16: 600.000 en 1869. Al empuje de la apremiante tasa de ganancia y de la necesidad de un manejo más eficiente de los Merino y los Hereford, fue preciso cerrar las estancias y dividirlas en potreros. Al demarcar los límites de sus predios, los latifundistas lograban, paradójicamente, el goce ilimitado de su derecho de propiedad.

Los estancieros cimarrones fueron reemplazados por ganaderos modernos, las razas criollas por ganado de calidad y los cercos de piedra por más baratos alambrados. El cambio en el modo de producir y de vivir llegó por el litoral oeste, de la mano de inversores extranjeros y, en particular, de los de origen inglés. Según cuenta Isidoro de María, Ricardo Hughes fue el primero en cerrar con alambre sus campos al sur de Paysandú. En poco más de un lustro, los ganaderos acompasaron su baile a la música que venía de afuera. Los mayordomos criollos enriquecieron en recompensa por sus servicios a la acumulación de capital en Europa.

Con el alambrado se expulsó de las estancias a peones, puesteros y agregados y, además, como subió el valor de la tierra, se desalojó a los cientos de ocupantes precarios que sobrevivían del reparto artiguista. Marcia Collazo lo describe así: “[se] condenó a los desposeídos y desarraigados a una vida de privaciones, rancheríos de ratas y robos ocasionales para sobrevivir”. El enriquecimiento de los pocos acarreó la marginación del 10% de los 400.000 habitantes del medio rural. Los cambios tecnológicos que favorecían al capital empobrecieron más a los ya empobrecidos y ello se tradujo en crecimiento de los delitos contra la propiedad. El sistema provee sus propios sepultureros. Si se quiere terminar con la delincuencia, hay que cambiar el sistema, enseñaba el Bebe Sendic.

En 1869 se desplomaron los precios internacionales y, para peor, sobrevino una epizootia que azotó los lanares primero y los vacunos poco después. La catástrofe redujo sensiblemente la rentabilidad y puso en peligro las cuantiosas inversiones. Más gente fue condenada a la marginación. En 1870, los ‘sin tierra y sin trabajo’ se fueron a las cuchillas detrás de los caudillos Timoteo Aparicio y Anacleto Medina, aunque a muchos los reclutó la leva, otros fueron por voluntad propia. Durante los dos años de la Revolución de las Lanzas (1870 -1872) y para escándalo de los latifundistas, unos 20.000 paisanos, la mitad de la población marginada, cortaron alambres y carnearon costosos toros y carneros de pedigrí.

En esa fértil subjetividad de la clase propietaria echó raíces el estado de alarma que, desde 1848, sobrecogía a la burguesía europea. Se amplificó el temor a que reaparecieran Encarnación Benítez del tiempo de Artigas. Sintiendo que les respiraban en la nuca, en 1871 los latifundistas fundaron la Asociación Rural. Se organizaban para restablecer el clima favorable a los negocios y ‘ordenando’ la vida desordenada de los pobres. El 8 de octubre de 1872 se firmó una paz ‘sin vencidos ni vencedores’ y los montoneros colgaron las lanzas de los horcones, sin saber que la cuestión social no había sido resuelta y seguían condenados a su miserable modo de sobrevivir. Olfateando el peligro latente, los estancieros recurrieron a los ‘pacificadores’ de los cuarteles.

El ejército de línea, el profesional, el de los que traicionaron a Artigas, venía de prestar servicios a Gran Bretaña y recoger harta experiencia ‘pacificadora’ en el genocidio del pueblo paraguayo.

En 1875 se lo veía como el sustituto cantado de los partidos blanco y colorado, incapaces de establecer la ‘paz social’. José Pedro Barrán resumió la situación en una frase: “Sin el asentamiento del principio de autoridad, ninguna política era posible en el Uruguay”1. Apenas lo fueron a buscar, el bien dispuesto coronel Lorenzo Latorre dio el golpe cívico militar. En la década siguiente las fuerzas vivas volvieron a enriquecerse con un nuevo empuje de la producción, que atribuyeron al restablecimiento de la autoridad por la dictadura. Domingo Ordoñana comunicaba su satisfacción en “El Ferrocarril”: “Va siendo habitable la campaña, lo que significa decir que se van resolviendo los problemas de seguridad en la vida y en la sociedad”.

Como demostración de amor hacia el latifundio, Andrés Lamas, ministro de hacienda de Latorre, exoneró de impuestos la importación de alambre, abaratando el costo del cerramiento de las estancias. Además, demostró su cariño hacia el comercio subiendo los permisos a los 2.000 vendedores callejeros de Montevideo y persiguiendo a los que no pagaban, hasta expulsarlos de las calles. La dictadura sometió el pueblo a políticas públicas que beneficiaban a una muy favorecida clase dominante. Otra pata de la ‘pacificación’ fue educar, educar y educar. El plan de José Pedro Varela para la educación popular y la educación científica ajustó como anillo al dedo a las intenciones de disciplinar en la obediencia y el ‘orden’, de formar cuadros que reprodujeran las ideas liberales y la hipocresía ética y moral de la ‘clase alta’. A Latorre no le importaba que Varela sustituyera el catecismo con las ciencias, ni que aplicara sus teorías pedagógicas, veía en la escolarización obligatoria y gratuita una oportunidad para hacer de cada salón escolar el recinto de un régimen casi militar.

El coronel Latorre compró fusiles Mauser, carabinas Remingtons y cañones Krupp, mejoró el entrenamiento y la disciplina de la tropa, centralizó en Montevideo una red propia de telégrafo que comunicaba el mando con todas las comisarías del interior, e hizo lo mismo con el transporte ferroviario, imprescindible para trasladar las tropas más rápido que a caballo. Para encarcelar unos pocos ‘vagos y mal entretenidos’ que, matrereando y delinquiendo manifestaban el descontento general, Latorre ocupó militarmente el territorio: la población se sintió agredida, provocó sentimientos de rechazo. Para garantizar seguridad a los latifundistas, volcaron la violencia institucional sobre los de abajo. El Estado siempre viste uniforme.

En ese proceso de expansión del dominio de clase, se debía borrar de la memoria la gesta de José Artigas. En ese sentido, el manual con que se enseñó historia en las escuelas de la dictadura fue el ‘Bosquejo histórico’, publicado en 1865 por el argentino Francisco Berra. Esa versión de la leyenda negra, elaborada por Bartolomé Mitre, que inculcaba el odio de clase, fue un instrumento para justificar la transformación del Estado Tapón en ‘Estado Nacional’, la imposición de la voluntad de los dueños del poder económico y político militar.

En el período en que la montonera artiguista ejerció su poder, el principio de autoridad surgía del pueblo reunido y armado y se ejerció para expropiar latifundios. Latorre, por el contrario, se proponía instalar la autoridad desde arriba y en toda su crudeza, mostrando la peor cara del poder de los dueños de la tierra, del comercio y del Estado. Sin embargo, como la tasa de ganancias seguía empujando a lucrar y hundía en la miseria a los desposeídos, la brecha social se ahondaba y Latorre no pudo reducir las estadísticas de la rapiña, el abigeato y las muertes en duelo criollo.

Se mantuvieron las condiciones que ahondaban la brecha social y, pese a la represión feroz y los muertos que cosechaba, mantenían el alza de la delincuencia y el aire seguía oliendo a rebelión. Más a la corta que a la larga, Latorre debió reconocer que “los orientales son ingobernables con el cepo y el rebenque” y…renunció. El principio de autoridad estaba instalado, es cierto, pero, al mismo tiempo, germinaba su contrario, la resistencia y la rebelión. En 1897 y 1904 se reeditó el fenómeno de las cuchillas y los ponchos blancos.

No parece que los actuales ‘imponedores’ del orden y el progreso, hayan aprendido nada de las peripecias de Latorre. Sus intenciones transformadoras se perdieron en el pantano liberal del progresismo y, como se proponen convencer a los inversores extranjeros de que están afiliados al sistema, salen a instalar el principio de autoridad a fuerza de PADO y Mirador. Esta vez, como en tiempos de Latorre, para terminar con el irrespetuoso espíritu de ilegalidad, ocupan con la policía los territorios de la población excluida y marginada. No enfrentan la ilegalidad congénita del capital, sino que salen a demonizar el pobrerío. Aunque sus cifras pretenden desmentir la realidad, la brecha social se ahonda y parece muy improbable que logren resolver la cuestión del delito y la violencia, esa tuerta forma de salida que se ofrece a los desesperados. En esencia, nada nuevo bajo el sol.

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Nota 1. J.P.Barrán. “Latorre y el Estado uruguayo”. Enciclopedia Uruguaya. Editorial ARCA. Montevideo. 1968. Pág. 25