por Jorge Zabalza
Los dueños del Uruguay, en realidad, siempre fueron las burguesías de los países centrales del capitalismo. En los primeros tiempos de nuestra historia estaban ubicados en Europa, luego se agregaron los gringos y finalmente, ahora, nos bajamos los lienzos con los chinos. Nunca hubo un desplazamiento de los capitales europeos porque, en realidad, nunca se fueron; los unos se agregaron a los otros y los pobres orientales cargando un peso cada vez mayor sobre sus
espaldas. De una u otra manera, desde que en 1819 se firmó el tratado de la farola, los partidos blanco y colorado fueron tradicionalmente mayordomos o capataces del gran capital, vulgares sucursales de la casa matriz de Londres o Nueva York. Es la carga de la historia: en el territorio de la ROU nunca hubo una clase burguesa con proyecto propio, independiente, nacional.
En el siglo pasado, el pueblo logró nuclearse social y políticamente en torno al programa del Congreso del Pueblo, fue el único proyecto realmente nacional, porque era anticapitalista, independiente y latinoamericanista. El movimiento popular y revolucionario logró imaginar al Uruguay inserto en América Latina y, con la fuerza de todo un continente, hablando de igual a igual con Europa y los Estados Unidos (cabría agregar China hoy día). Ese fue el ADN político, social y económico que condujo el proceso genético que dio origen al Frente Amplio en 1971. Más allá de lo que dijeran o no sus documentos fundacionales, la masa popular que lo nutrió era anticapitalista, antimperialista y revolucionaria.
De 1971 a 2019 corrió casi medio siglo de degradación ética y política del Frente Amplio fundacional. Mucho he escrito en ese sentido, pero nada expresa tan claramente el retroceso ideológico como dos hechos muy actuales: la insensibilidad del gobierno frenteamplista en materia de Verdad y Justicia, revelada por la “distracción” de Tabaré y del colorado Toma, y el secretismo de las negociaciones con UPM, mantenido para convalidar un contrato entreguista, ilegal e inconstitucional. Un nuevo tratado de la Farola, firmado doscientos años después por quienes debían detentar los más altos sentimientos nacionales y populares. De ahí que compartamos en ZURDATUPA los meridianamente claros videos del Dr. Eduardo Lutz. Recomiendo perder un segundo de vida oyéndolos.
¡No pasarán!
miércoles, 22 de mayo de 2019
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