lunes, 16 de julio de 2012

Cifras, realidad y versos

 De  Jorge Zabalza

La previa.
En un programa televisivo de unos años atrás, preguntado por el porqué de lo acertado de sus pronósticos, Luis Eduardo González, doctor en ciencias políticas, luego de explayarse sobre la metodología que empleaba y con una sonrisa cómplice, agregó que al resultado le sumaba o le restaba algún puntito según le aconsejara el olfato. No todo es ciencia en la vida de los cientistas políticos, hay mucho de arte en ellos, son verdaderos artistas. En definitiva, el grado de aproximación a la realidad de las encuestas depende de los anteojos o de la nariz del que interpreta las cifras, es decir, de su carga ideológica.
Es habitual que las encuestas sobre el ingreso de los trabajadores sean relacionadas  con las cifras recogidas en los años anteriores. Estudian por consiguiente la evolución histórica, criterio que permite extraer conclusiones políticas, porque si los ingresos decrecieron algo huele mal en la política económica, y si se incrementaron. por el contrario, abren paso a autoelogios muchas veces desmerecidos. En cambio, para este artículo se optó por comparar los ingresos de los trabajadores con la canasta familiar que elabora la revista “BUSQUEDA” todos los meses; puede parecer absurdo, pero el olfato aconseja al autor que en lugar de estudiar evoluciones históricas, se adopte el criterio de valorar los ingresos monetarios en función de la capacidad de consumo  y de lo que falta a la familia trabajadora para alcanzar el nivel de remuneraciones suficiente para una vida sin aprietos. .
 Ingresos insuficientes.
Durante el 2011 la canasta básica de BUSQUEDA promedió los 44.000 pesos por mes por hogar con cuatro miembros. En consecuencia, para redondear un ingreso que cubra  las necesidades materiales y espirituales en una familia tipo, el marido y la mujer deberían ganar por lo menos unos  22.000 pesos cada uno. Habrá quienes argumenten que 44.000 pesos puede ser poco o que, por el contrario, puede ser mucho, y todas las opiniones son de recibo porque usar la canasta básica como vara de medir el grado de suficiencia del ingreso es un método que no tiene rigor científico. Sin embargo, el olfato de quién escribe este artículo le indica que 44.000 pesos es suficiente para vivir como dios manda. 
El Instituto Cuesta-Duarte acaba de públicar un material sobre el nivel de los salarios en el año 2011. Según sus datos, los ingresos de 1:165.000 uruguayos son menores a los 20.000 pesos y representan el 73% del total de los ocupados (asalariados, cuentapropistas, cooperativistas, patrones y trabajadores en los programas sociales del Estado). Los ingresos de aproximadamente las tres cuartas partes de los que trabajan en el Uruguay, perciben ingresos que no alcanzan a la media canasta familiar y por lo tanto son insuficientes para llevar una vida sin apreturas. Agreguémosle a esos datos que el 85% de las pasividades son menores a 20.000 y entonces se logrará tener un cuadro completo de lo preocupante de la situación de insuficiencia. Un dato más contundente aún: los ingresos de 905.000 trabajadores son menores a 14.000 pesos según el informe del Instituto Cuesta-Duarte, cantidad que representa el 56% del total de los ocupados. Por supuesto, habrá quienes relativicen la valoración de insuficiente para los ingresos menores de 20.000 pesos pero no pueden hacerlo con los menores a catorce mil pesos que el PITCNT califica como ”sumergidos”.
El ejército de pobres.  
El informe del Cuesta-Duarte retoma el concepto de “diezmilpesistas” que se empleó en el informe del año anterior. Ajustado por el índice de precios del consumo (IPC)  10.000 pesos en el 2010 son 10.860 pesos en el  2011. Es decir que hoy por hoy el término equivalente sería “oncemilpesistas”,  categoría que comprende a 744.000 trabajadores, que representan el 63% del millón seiscientos mil uruguayos con ocupación.  Motivo de  alborozo de los redactores del informe es que los oncemilpesistas del 2011 sean 69.000 personas menos que los diezmilpesistas del 2011, sin embargo, también deben preocuparse al conbrar conciencia una vez más la dimensión de la pobreza en Uruguay. Esas casi 750.000 personas tiene tan reducida su capacidad de consumo y de acceso a la educación y la cultura, que viven en la pobreza material y espiritual, son pobres por más ceibalitas que les hayan proporcionado a sus hijos. ¡Compañeros, esta es la medida exacta de la parte del pueblo que está excluído de la bonanza exportadora y del optimismo del equipo económico!
Las cifras del Cuesta-Duarte revelan otros datos que sirven para redondear el cuadro de la pobreza en el Uruguay:
                      a) 230.000 personas perciben menos de 6.000 pesos... ¡un 20% del total de los que trabajan!  Claro, siempre y cuando se continúe considerando  “ocupado” a todo aquél que trabaja una hora por semana, criterio que desvirtúa totalmente la divisón del mundo del trabajo entre ocupados y desocupados. Por más que los organismos internacionales recomienden ese criterio, no deja de ser una aberración que crea una categoría de “ocupados” en la que entran los que limpian vidrios en los semáforos, los que recorren la ciudad con un bolso al hombro en bicicleta o a pié, los que piden en la puerta del supermercado y los que cuidan o lavan coches en los barrios de Montevideo, que responden que sí a los encuestadores, que trabajan una hora a la semana. Y en el medio rural la cosa es peor... hasta los “andantes” pueden decirse ocupados!
                      b) 426.000 personas ocupadas trabajan no están registradas en el BPS. Son el 36% del total según el Cuesta-Duarte. El 80% de ellos tiene ingresos menores de 14.000 pesos. El resultado de la regla de tres simple indica que  343.000 uruguayos “sumergidos” les será muy difícil jubilarse alguna vez.  Aunque las cifras indican que ha aumentado, y mucho, la cantidad de los aportan a la seguridad social, es muy preocupante tantos miles de uruguayos están en negro y sin esperanzas. A ellos no los ha tocado la varita mágica del progresismo. Por mucho esfuerzo mental que hago, me resulta imposible creer el verso de que las políticas progresistas aclararán ese negro horizonte con el paso de los años. ¿Cuántos decenios de gobierno progresista se precisan para que ellos lleguen al nivel “suficiente” de ingresos o sea 22.000 pesos, media canasta básica?
                      c) del millón seiscientos mil ocupados que viven el Uruguay, 1:152.000 son asalariados, o sea que, casi el 73% de los que trabajan lo hacen en régimen de dependencia de un patrón. El salario discrimina a las mujeres: el 40% de ellas ganan menos de 10.000 pesos, mientras que el 35% de asalariados los hombres son diezmilpesistas. Y discrimina a los menores de 25 años: el 82% de los jóvenes cobre salarios menores a 14.000 pesos. La discriminación por género y por edad es inherente a la extracción de plusvalía y, por consiguiente, la pobreza tendrá cara de mujer y de joven mientras exista capitalismo. .  
                     d) Hay un 4% de los encuestados que dicen ganar más de 50.000 pesos, entre ellos está el 1% de los millonarios uruguayos que en muchos casos son “desocupados”, no trabajan ni estudian y viven en Punta del Este. En el otro extremo están los ingresos menores a 6.000 pesos que, como se señaló antes, son el 20% dl total de los trabajadores. El Instituto Cuesta-Duarte estudia como ha evolucionado la distancia entre ambos extremos y concluye que ella ha disminuído en los últimos años, que la desigualdad es menor que antes del gobierno progresista. Sin embargo, el criterio empleado no da cuenta de la desigualdad real que se manifiesta al repartirse el ingreso nacional entre asalariados, patrones y Estado. La cifra de que dispongo,  según números de propio Cuesta-Duarte, indica que entre el 2006 y el 2010 los asalariados perciben menos del 30% de la torta general, que ese porcentaje es bastante menor que lo percibido en 1998 y mucho menor que el 40% que les tocaba a los asalariados en los años ’70. Estos datos permiten pensar que, pese a lo estudiado por el Cuesta-Duarte, la desigualdad no ha disminuído cuando la torta nacional se reparte entre las clases sociales.   
                    d) Un cuadro elaborado muestra que en el 2011 la política salarial puso su centro en mejorar los salarios del 20% que gana menos de 6.000 pesos. Ellos recibieron un aumento del 15%, más del triple del incremento de los salarios mayores a 50.000 pesos. ¡Aplausos!. Todo aplauso tiene su pero, sin embargo, los soldados recibieron un aumento del 100% y a los oficiales de mayor grado se les incrementó el 22% de sus sueldos...No hay punto de comparación y me ahorro los comentarios: la política salarial de este gobierno es miliquera!. No quieren que los soldados y policías integren el ejército de pobres.
Vulnerables
Este año Uruguay deberá pagar más de seis mil millones de dólares por intereses y amortizaciones de la Deuda Externa. El crecimiento del Producto Bruto Interno está sostenido por la burbuja financiera de créditos al consumo y especulación inmobiliaria. Todavía encima los rubros principales de la producción material (soja, carne, arroz, forestación) están en manos de corporaciones transnacionales que pueden emprender vuelo al menor alerta de terremoto.Todo muy poco sólido, la bonanza puede transformarse en desastre en cualquier momento.
Por otra parte, es tan espantosa la debacle del capitalismo mundial que en la barra tecnocráta que rodea a Danilo Astori ya nadie sostiene que Uruguay está blindado, verso que utlizaron durante los úlrimos cuatro años para engatusar giles. Lo ocurrido con PLUNA –una calesita financiera que se hizo trizas- anticipa el futuro del proceso económico del Uruguay.  Es demasiado probable que la burbuja finaciera se desinfle y que los responsables del desastre hagan lo mismo que hicieron con la quiebra de PLUNA: nieguen con desparpajo su responsabilidad y se “enfermen” para no dar la cara frente al parlamento. Son muy “democráticos” mientras el escenario escenario soporta su descaro.
Apenas la crisis ancle en puertos uruguayos, el “capitalismo con políticas sociales de alivio”  cederá su lugar al “capitalismo con políticas de ajuste” a lo Rajoy. Los candidatos a víctimas de los ajustes fiscales que vendrán son los que tienen ingresos menores a 20.000 pesos. Equivale a entender que es muy vulnerable la situación de un millón ciento sesenta y cinco mil uruguayos y, en particular, la de los novecientos mil que viven con menos de 14.000 pesos. Mujica pondrá cara de Zapatero o de Papandreu, dirá más vaguedades y dislates y, para descargar los costos sobre los sectores vulnerables, cederá el paso a administradores con cara de serios, en los cuales puedan confiar más los dueños del sistema. Vulnerables a la crisis que vendrá y vulnerables a la política económica que ya está.
Como en el caso de PLUNA, el gobierno está frente al abismo, ve venir el desbarranque, pero sigue caminado hacia el vacío. Sosteniendo la política económica que privilegia el pago de la Deuda y las inversiones extranjeras y que, en consecuencia, acentúa y profundiza la dependencia ecoónmica del Uruguay.  Marenales y su barra tupamaro-emepepista se refugian en una falacia: “no hay propuestas alternativas a la de Astori”sostienen. Hasta llegan a considerarlo un candidato aceptable para suceder a Mujica. No, de ninguna manera. Es necesario cambiar radicalmente la concepción social de la distribución del ingreso, recordar que Raúl Sendic (padre) postulaba “un aumento sustancial de los salarios como medida para incentivar la demanda en el mercado interno y estimular la producción para abastecerlo”. Otra concepción, nada que ver con lo que hace el progresismo de Mujica-Astori.vázquez.
No es una medida para nad de fondo,  pero una distribución del ingreso como la propuesta por Sendic tiene una índole rupturista, pues para llevarla adelante se debe estar dispuesto a chocar de frente con la clase dominante y con las transnacionales. Marenales y su barra no quieren romper con nadie, no dejan de enviar mensajes de.resignación pasiva, de que  “es posible caminar en el capitalismo”. Tal vez la mayor vulnerabilidad del pueblo trabajador radique en esa complicidad ideológica de quienes, con un gesto revolucionario, inducen a creer que no se puede luchar por el poder y el socialismo en las acutales condiciones.   
Tal vez, para el gusto de muchos, uno se esté pasando de crítico, pero si después de siete años de progresismo, bastante más de la mitad de los ocupados están “sumergidos”, significa reconocer que las políticas sociales del MIDES no ayudan a fortalecer realmente a los sectores vulnerables. Apenas alivian su presente.  Me resulta imposible compartir el optimismo que trasuntan los mensajes públicos del gobierno y de sus dirigentes sindicales. Probablemente sea por tonto, pero uno continúa  percibiendo el medio vaso vacío.


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