viernes, 10 de mayo de 2019

A 30 años

A 30 años de aquella multitud acompañando al Bebe hasta La Teja y a medio siglo del asesinato de Jorge, Alfredo y Ricardo en la toma de Pando…




VOLVER A EMPEZAR


Las fuerzas menguan, la voluntad se fortaleció. Hubo que recuperar la disciplina de los detalles y la paciencia impaciente de los doce años de reja y palo. Ahora con la ayuda y la experiencia del Muerto, arrancamos de nuevo con el Blog. Vamos a ver cuánto dura el impulso.

Sobran razones para escribir: la Verdad y la Justicia siguen esperando una reacción digna y honesta de la militancia frenteamplista, reducir a aplaudir las “genialidades” de sus caudillos como la de hoy: Tabaré envió a Roma a denunciar el Plan Cóndor al colorado Miguel Toma, su secretario, cuya práctica ha demostrado su compromiso con la impunidad de los criminales de lesa humanidad.

Largamos con tres artículos. “El Miedo a la democracia” y “El principio de autoridad” fueron publicados en ZUR PUEBLO DE VOCES: El restante, “SOMOS BASTANTE IMBANCABLES”, lo publicó el Semanario VOCES en el día de hoy e intenta ser una respuesta al discurso de Mujica recordando a Raúl Bebe Sendic.

La columna de Gilgamesh




EL MIEDO A LA DEMOCRACIA


Parecía que nadie podía oponerse a los parisinos. Poseídos por la sed de justicia tomaron la Bastilla, despojaron a la nobleza de sus privilegios y guillotinaron un rey. La ira insurreccional atemorizó tanto a los constituyentes de la Asamblea Nacional, prósperos burgueses en su mayoría, que crearon de urgencia una fuerza pública que los protegiera. El bonapartismo, poco más tarde, la convirtió en la estructura central del poder burgués y, afirmado en ese ejército, arrebató la revolución al movimiento espontáneo de las masas. En realidad, sin el monopolio de las armas no habrían podido surgir grandes terratenientes, comerciantes y banqueros. Tampoco, por supuesto, habría Estados.

El artículo 12 del Título IV de la primera constitución francesa, estipuló que esa fuerza armada debía ser “esencialmente obediente; ningún cuerpo armado puede deliberar”. De ahí en más, las constituciones burguesas prohibieron a los militares en actividad intervenir en política. A veces, como en Uruguay, les conceden el derecho de votar. Esa barrera, impenetrable a las ideas que cuestionaban su dominación, aseguró a la burguesía que los fusiles apuntaran donde ella quería. Los soldados deben dejar que los burgueses piensen por ellos, que sean su mando ideológico.

La democracia liberal.

A la hora de organizar la institución armada, o sea, la esencia del Estado, la burguesía liberal reniega de las libertades y la democracia, para confiar solamente en la obediencia ciega. Proclamaron a los cuatro vientos “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, pero no permitieron que entraran a los cuarteles. El milagro dialéctico de los liberales fue hacer coexistir la no libertad y la no igualdad de cuartel con sus cánticos a la república libre y democrática. Integraron la verticalidad militar al modelo liberal de organización política en general. Ha sido posible separar el Estado de las iglesias, pero sería imposible divorciarlo de los cuarteles. Son la condición de existencia del Estado.

El liberal desea convertir la sociedad en un gigantesco cuartel, pero disimula esa aspiración antidemocrática con la verborragia de las libertades y derechos. La fuerza bruta acompañada con la suelta de blancas palomas, dualidad que caracteriza tanto la micropolítica al interior de la familia como el funcionamiento de la asamblea de las naciones unidas. El concepto liberal de democracia contiene la negación de su propio discurso. Los liberales -el progresismo entre ellos- necesitan que en su república democrática anide el huevo de la serpiente, pero, al mismo tiempo, el entramado cultural y político se encarga de que no se perciba el horror de la sociedad de clases. Como sueñan con extender al conjunto social el sistema cuartelero, los dueños del poder necesitan ‘ciudadanos’ disciplinados, anestesiados, sin deseos de rebelarse, que acepten la restricción de sus libertades como los soldados aceptan las que les imponen.

¿Se asiste hoy día al colapso, la descomposición o el agotamiento de la democracia liberal y de sus partidos políticos? No. Entre las turbiedades de los versos liberales y progresistas, emerge el modo cuartelero de hacer política, se presencia el desenvolvimiento completo del sistema político, cae el maquillaje superficial y deja ver las cicatrices de las heridas profundas.

La pústula a la uruguaya

Mario Aguerrondo fue el paradigma de la tutela de baja intensidad de los ’60, artífice de la Logia Tenientes de Artigas, candidato presidencial del Partido Nacional y, junto a Jorge Batlle, sostuvo desde del ‘pacto chico’ al presidente golpista Bordaberry. Su discurso alimentó empleo sistemático de escuadrones parapoliciales y del terrorismo de Estado como método de hacer política. Cabe recordar que muchos militares dignos se incorporaron a las filas populares: Licandro, Montañez, José Martínez, Ceibal Carbajales, Aguerre, Seregni, Zufriategui y otros valientes.

El modo cuartelero de hacer política -el pachequismo- contó con una importante base electoral, en 1971 la mano dura política fue refrendada por el 55% de los votantes: 41% de Partido Colorado más el 14% de Aguerrondo. Dicho apoyo electoral disminuyó, pero no desapareció. En 1980, cuando triunfó el NO en el plebiscito, el SI a la dictadura cosechó el 43% de los votos. Cabe agregar que, en abril de 1989 y octubre del 2009, la mitad del electorado votó por la impunidad de los crímenes cometidos. Es decir, la dualidad intrínseca de la doctrina liberal hegemoniza la voluntad de un amplio sector de pueblo. La verdad y la justicia coexiste con el olvido y el perdón en los espíritus conservadores. La lucha por liberarse del sistema comienza con la liberación de las voluntades: nuevos sentimientos, nueva moral, nueva manera de pensar.

Desde 1985, en los cuarteles se trabaja casi que clandestinamente para que los brujos retornen algún día. ¿Cuál es la versión de la historia reciente que se enseña en la escuela militar? ¿Aprenden que la tortura y la violación son necesarias para obtener información? ¿A justificar las desapariciones forzosas y los asesinatos como medio para derrotar las insurgencias populares y al comunismo internacional? El terrorismo de Estado sobrevive en las oscuridades de los cuarteles.

De allí surgió el actual émulo de Aguerrondo, Guido Manini Ríos, cuya astuta maniobra forzó que lo relevaran y sirvió de plataforma al discurso de la lucha por la “esperanza de los más desesperados”, que esconde su defensa de los privilegios de la oficialidad y de los criminales de lesa humanidad. Contó con el previsible padrinazgo de Eleuterio Fernández Huidobro y de José Mujica, que lo vieron como un posible aliado para su viejo proyecto de hacer política desde el ejército, la más sólida y eficiente organización, como ya decían en 1971.

Este ‘modus operandi’ apunta a reorganizar la mayoría silenciosa, que parece disgregada, pero continúa sobreviviendo, amparada por el sistema de poder. Basta con analizar las expresiones reaccionarias que despiertan la lucha por Verdad y Justicia o la liberación femenina. Manini va en procura de una masa crítica donde apoyar la intervención directa de los militares en el gobierno. En Brasil ya lo lograron: el fantoche Bolsonaro continúa viviendo en el palacio -como lo hacía Aparicio Méndez- pero cinco generales son los dueños del gobierno: oscuros nubarrones pronostican que se viene un bruto temporal.

Los desafíos

El video de Manini fue reproducida por los canales de comunicación de las fuerzas armadas. ‘La despedida’, episodio último de la serie ‘Volveremos otra vez’, constituyó un verdadero desacato, tolerado por el ‘poder civil’. De un solo ramalazo, Manini demostró que la república democrática liberal es incapaz de ‘cambiar en paz’ y desbarató las expectativas liberales- socialdemócratas-progresistas.

Pese a los acuerdos de olvido y perdón entre los mandos, los ‘servicios’ y el círculo íntimo de Mujica-Huidobro, la cuestión de los crímenes de lesa humanidad reaparece porfiadamente, pero ¿cómo lograr que todas y todos sean iguales ante la justicia en un sistema así tutelado por terroristas de alma? ¿deberán la Verdad y la Justicia resignarse ante la ‘omertá’ de los mandos militares?

Se necesitan estrategias de salida que convoquen a construir otro modo más humano y civilizado de vivir. Sin embargo, quienes pretendan cambiar el mundo deberán encarar el problema de cómo derribar los muros de los cuarteles. Además de las clásicas necesidades económicas y sociales hay que discutir la cuestión de la tutela militar. Si se cae en la trampa liberal, que induce a pasar por alto el rol de los cuarteles, se corre el riesgo de enredarse en debates estériles, en una especie de onanismo ideológico.

Jorge Zabalza


Segunda columna de Gilgamesh

EL PRINCIPIO DE AUTORIDAD


En 1864 los hermanos Young importaron reproductores Hereford como requería la industria de la carne europea y, en adelante, esa raza dominó en el rodeo vacuno, unas 8.000.000 de cabezas. Por su parte, en respuesta a la demanda de las textiles británicas, que estaban dejando de usar algodón y lo sustituían con lana, los ovinos pasaron de 2: 600.000 en 1860 a 16: 600.000 en 1869. Al empuje de la apremiante tasa de ganancia y de la necesidad de un manejo más eficiente de los Merino y los Hereford, fue preciso cerrar las estancias y dividirlas en potreros. Al demarcar los límites de sus predios, los latifundistas lograban, paradójicamente, el goce ilimitado de su derecho de propiedad.

Los estancieros cimarrones fueron reemplazados por ganaderos modernos, las razas criollas por ganado de calidad y los cercos de piedra por más baratos alambrados. El cambio en el modo de producir y de vivir llegó por el litoral oeste, de la mano de inversores extranjeros y, en particular, de los de origen inglés. Según cuenta Isidoro de María, Ricardo Hughes fue el primero en cerrar con alambre sus campos al sur de Paysandú. En poco más de un lustro, los ganaderos acompasaron su baile a la música que venía de afuera. Los mayordomos criollos enriquecieron en recompensa por sus servicios a la acumulación de capital en Europa.

Con el alambrado se expulsó de las estancias a peones, puesteros y agregados y, además, como subió el valor de la tierra, se desalojó a los cientos de ocupantes precarios que sobrevivían del reparto artiguista. Marcia Collazo lo describe así: “[se] condenó a los desposeídos y desarraigados a una vida de privaciones, rancheríos de ratas y robos ocasionales para sobrevivir”. El enriquecimiento de los pocos acarreó la marginación del 10% de los 400.000 habitantes del medio rural. Los cambios tecnológicos que favorecían al capital empobrecieron más a los ya empobrecidos y ello se tradujo en crecimiento de los delitos contra la propiedad. El sistema provee sus propios sepultureros. Si se quiere terminar con la delincuencia, hay que cambiar el sistema, enseñaba el Bebe Sendic.

En 1869 se desplomaron los precios internacionales y, para peor, sobrevino una epizootia que azotó los lanares primero y los vacunos poco después. La catástrofe redujo sensiblemente la rentabilidad y puso en peligro las cuantiosas inversiones. Más gente fue condenada a la marginación. En 1870, los ‘sin tierra y sin trabajo’ se fueron a las cuchillas detrás de los caudillos Timoteo Aparicio y Anacleto Medina, aunque a muchos los reclutó la leva, otros fueron por voluntad propia. Durante los dos años de la Revolución de las Lanzas (1870 -1872) y para escándalo de los latifundistas, unos 20.000 paisanos, la mitad de la población marginada, cortaron alambres y carnearon costosos toros y carneros de pedigrí.

En esa fértil subjetividad de la clase propietaria echó raíces el estado de alarma que, desde 1848, sobrecogía a la burguesía europea. Se amplificó el temor de a que reaparecieran Encarnación Benítez del tiempo de Artigas. Sintiendo que les respiraban en la nuca, en 1871 los latifundistas fundaron la Asociación Rural. Se organizaban para restablecer el clima favorable a los negocios y ‘ordenando’ la vida desordenada de los pobres. El 8 de octubre de 1872 se firmó una paz ‘sin vencidos ni vencedores’ y los montoneros colgaron las lanzas de los horcones, sn saber que la cuestión social no había sido resuelta y seguían condenados a su miserable modo de sobrevivir. Olfateando el peligro latente, los estancieros recurrieron a los ‘pacificadores’ de los cuarteles. El ejército de línea, el profesional, el de los que traicionaron a Artigas, venía de prestar servicios a Gran Bretaña y recoger harta experiencia ‘pacificadora’ en el genocidio del pueblo paraguayo. En 1875 se lo veía como el sustituto cantado de los partidos blanco y colorado, incapaces de establecer la ‘paz social’. José Pedro Barrán resumió la situación en una frase: “Sin el asentamiento del principio de autoridad, ninguna política era posible en el Uruguay1 . Apenas lo fueron a buscar, el bien dispuesto coronel Lorenzo Latorre dio el golpe cívico militar. En la década siguiente las fuerzas vivas volvieron a enriquecerse con un nuevo empuje de la producción, que atribuyeron al restablecimiento de la autoridad por la dictadura. Domingo Ordoñana comunicaba su satisfacción en “El Ferrocarril”: “Va siendo habitable la campaña, lo que significa decir que se van resolviendo los problemas de seguridad en la vida y en la sociedad”.

1 J.P.Barrán. “Latorre y el Estado uruguayo”. Enciclopedia Uruguaya. Editorial ARCA. Montevideo. 1968. Pág. 25



Como demostración de amor hacia el latifundio, Andrés Lamas, ministro de hacienda de Latorre, exoneró de impuestos la importación de alambre, abaratando el costo del cerramiento de las estancias. Además, demostró su cariño hacia el comercio subiendo los permisos a los 2.000 vendedores callejeros de Montevideo y persiguiendo a los que no pagaban, hasta expulsarlos de las calles. La dictadura sometió el pueblo a políticas públicas que favorecían una muy favorecida clase dominante. Otra pata de la ‘pacificación’ fue educar, educar y educar. El plan de José Pedro Varela para la educación popular y la educación científica ajustó como anillo al dedo a las intenciones de disciplinar en la obediencia y el ‘orden’, de formar cuadros que reprodujeran las ideas liberales y la hipocresía ética y moral de la ‘clase alta’. A Latorre no le importaba que Varela sustituyera el catecismo con las ciencias, ni que aplicara sus teorías pedagógicas, veía en la escolarización obligatoria y gratuita una oportunidad para hacer de cada salón escolar el recinto de un régimen casi militar.

El coronel Latorre compró fusiles Mauser, carabinas Remingtons y cañones Krupp, mejoró el entrenamiento y la disciplina de la tropa, centralizó en Montevideo una red propia de telégrafo que comunicaba el mando con todas las comisarías del interior, e hizo lo mismo con el transporte ferroviario, imprescindible para trasladar las tropas más rápido que a caballo. Para encarcelar unos pocos ‘vagos y mal entretenidos’ que, matrereando y delinquiendo manifestaban el descontento general, Latorre ocupó militarmente el territorio: la población se sintió agredida, provocó sentimientos de rechazo. Para garantizar seguridad a los latifundistas, volcaron la violencia institucional sobre los de abajo. El Estado siempre viste uniforme.

En ese proceso de expansión del dominio de clase, se debía borrar de la memoria de la gesta de José Artigas. En ese sentido, el manual con que se enseñó historia en las escuelas de la dictadura fue el ‘Bosquejo histórico’, publicado en 1865 por el argentino Francisco Berra. Esa versión de la leyenda negra, elaborada por Bartolomé Mitre, que inculcaba el odio de clase, fue un instrumento para justificar la transformación del Estado Tapón en ‘Estado Nacional’, la imposición de la voluntad de los dueños del poder económico y político militar.

En el período en que la montonera artiguista ejerció su poder, el principio de autoridad surgía del pueblo reunido y armado y se ejerció para expropiar latifundios. Latorre, por el contrario, se proponía instalar la autoridad desde arriba y en toda su crudeza, mostrando la peor cara del poder de los dueños de la tierra, del comercio y del Estado. Sin embargo, como la tasa de ganancias seguía empujando a lucrar y hundía en la miseria a los desposeídos, la brecha social se ahondaba y Latorre no pudo reducir las estadísticas de la rapiña, el abigeato y las muertes en duelo criollo. Se mantuvieron las condiciones que ahondaban la brecha social y, pese a la represión feroz y los muertos que cosechaba, mantenían el alza de la delincuencia y el aire seguía oliendo a rebelión. Más a la corta que a la larga, Latorre debió reconocer que “los orientales son ingobernables con el cepo y el rebenque” y…renunció. El principio de autoridad estaba instalado, es cierto, pero, al mismo tiempo, germinaba su contrario, la resistencia y la rebelión. En 1897 y 1904 se reeditó el fenómeno de las cuchillas y los ponchos blancos.

No parece que los actuales ‘imponedores’ del orden y el progreso, hayan aprendido nada de las peripecias de Latorre. Sus intenciones transformadoras se perdieron en el pantano liberal del progresismo y, como se proponen convencer a los inversores extranjeros de que están afiliados al sistema, salen a instalar el principio de autoridad a fuerza de PADO y Mirador. Esta vez, como en tiempos de Latorre, para terminar con el irrespetuoso espíritu de ilegalidad, ocupan con la policía los territorios de la población excluida y marginada. No enfrentan la ilegalidad congénita del capital, sino que salen a demonizar el pobrerío. Aunque sus cifras pretenden desmentir la realidad, la brecha social se ahonda y parece muy improbable que logren resolver la cuestión del delito y la violencia, esa tuerta forma de salida que se ofrece a los desesperados. En esencia, nada nuevo bajo el sol.

Jorge Zabalza



“SOMOS BASTANTE IMBANCABLES”


“Deploramos que, sobre una estafa descomunal como la deuda externa, no hubiera salido en el último Congreso del Frente Amplio una rotunda posición de no pago como salió de la reunión de las centrales sindicales [de toda América Latina, realizada en Lima], sino una moderada y contemporizadora rebaja de intereses y demás, que no cuestiona la deuda en sí.

Por otro lado, confirmamos nuestro apoyo a otras resoluciones del Congreso del Frente Amplio, como la de no admitir ninguna negociación o salida política para el referéndum. Hoy la unidad sin exclusiones, que fue tan importante resolución del Congreso, se desvirtuó en pocos días por algunos de sus propios dirigentes, pero queda ahí como un anhelo que compartimos.

En definitiva, estamos por la unidad, por la unidad sin exclusiones. Pero no para reunirnos para transar, para contemporizar con el gobierno. Tampoco estamos para transar con el que transa. Como se ve, somos bastante imbancables, compañeros”.

Política de alianzas del Bebe Sendic.

“Es posible que muchos se pregunten porqué hay tanta urgencia en ese frente grande. Es que nos están entregando el país al extranjero impunemente, compañeros. Ningún gobierno, nunca, había llegado a tanta audacia en la enajenación del país. El gobierno militar le dio un gran impulso a la venta del país -de los elementos fundamentales de su economía- al extranjero. Recibieron un país con un 2% de la tierra en manos de extranjeros y lo devolvieron, en medio de un discurso patriótico, con un 8% de territorio -que habían jurado defender- en manos del capital extranjero. “(…)” Lejos de rescatar este patrimonio vendido al extranjero por los militares, el gobierno civil que se eligió en el ’85 llevó más lejos aún la venta del país.

Este gobierno dio un paso que ni los militares se habían atrevido para la extranjerización del país: la aprobación de la Ley de Zonas francas. Zona franca significa ceder un pedazo de territorio para que las empresas extranjeras puedan instalarse allí, libres de acatar buena parte de las leyes nacionales.

La urgencia de una unidad opositora, la urgencia de un frente grande hoy es para detener esta extranjerización. Extranjerización al capital financiero internacional a través de la venta de tierras en el exterior por las embajadas. Extranjerización por las zonas francas “(…)”.

“Ese frente grande no es una mera conjunción de fuerzas. Ese frente grande debe tener un programa, una propuesta. Y ahí viene el programa que hemos agitado desde hace más de dos años y medio, como les decía, con soluciones para la tierra, la banca, la deuda externa y el salario”.

Que cada cual asuma sus responsabilidades

“Todo esto, lo mismo que la idea del frente grande, lo venimos agitando desde hace más de dos años, y el consenso alrededor de esos problemas básicos, para enfrentar la extranjerización, se ha demorado demasiado. Decimos esto para que cada cual asuma sus responsabilidades. Si el país sigue así ya se sabe lo que viene. Los militares golpistas están ahí, protegidos por algunos políticos, esperando que este intento de democracia fracase, y de hecho ya está fracasando por no elevar el nivel de la vida del pueblo. Y si no hay soluciones, otro golpe militar puede venir más tarde o más temprano.

Entonces, que cada cual asuma sus responsabilidades:

Los que entregaron el país al extranjero y los que reciben directivas del mismo, hasta sobre qué aumento de salarios tienen que dar.

Los que pueden impedirlo, uniéndose para detener la extranjerización y prefieren atender sus conveniencias políticas individuales.

Los que ya tienen mayoría parlamentaria para sacar algunas leyes y no lo hacen.

Los que pudieron depurar las fuerzas armadas de oficiales golpistas y no lo hicieron.

Los que está contemporizando con el retorno de un golpista al ministerio que maneja todas las fuerzas armadas. Que cada cual asuma sus responsabilidades y después no descarguen la culpa sobre los combatientes del pueblo otra vez” 2 .

Negociación a la Fernández, 15 años después.

“Este es el congreso de la victoria, compañeros, y a todo se puede renunciar menos a la victoria, compañeros, y no le haríamos ningún favor a nuestro pueblo y a nuestros niños a los que pasan hambre hoy, arriesgando con una torpeza política como la que se nos propone la victoria que está allí, hoy, al alcance de la mano” 3 . La salida política que encontró Fernández implicaba acatar el voto amarillo del 1989, fundamentación que apoyó con las dos manos de José Mujica, su ladero incondicional.

El compañero Hugo Cores, por el contrario, entendía que la Verdad y la Justicia no dependían de un resultado electoral y, en consecuencia, había que seguir luchando. Propuso la realización de un nuevo plebiscito para derogar la ley de la impunidad. Que la legislación internacional en materia de derechos humanos integrar con carácter de obligatoriedad la jurisprudencia nacional. En especial, en cuanto a la imprescriptibilidad de las desapariciones forzosas, torturas y violaciones.

2 Todas las citas están tomadas del discurso del Bebe Sendic en el Estadio Franzini el 19/12/1987.

3 Eleuterio Fernández Huidobro. Dicho en el IV Congreso Extraordinario del Frente Amplio, diciembre/2003

La renuncia del Frente Amplio a esta base del programa post dictadura de la izquierda, constituyó el respaldo político que necesitaba la Suprema Corte para levantar la muralla de protección a los criminales de lesa humanidad. Sin la aceptación del negocio propuesto por Fernández, no existiría hoy el manto de silencio que todavía envuelve los crímenes del terrorismo de Estado. ¿Fue el precio a pagar por la victoria electoral del 2004? Puede ser. También es cierto que, al mismo tiempo, en ese Congreso se comenzó a recorrer el camino de la degradación ética y moral. Desde que la cantidad de votos acumulados pasó a ser criterio de verdad, la cabeza de la masa militante fue cambiando y se convirtieron en feligreses que aplauden por automatismo. Lo más grave de Fernández y Mujica fue, sin embargo, su disposición a perdonar y olvidar las desapariciones forzosas, los asesinatos, los robos de niñas y niños, las violaciones a mujeres y hombres, las decenas de miles torturados y torturadas y las peripecias de todo un pueblo condenado a vivir en el gigantesco campo de concentración durante los doce años de dictadura. La siembra inescrupulosa del olvido y el perdón alcanzó ribetes criminales. Que cada cual asuma su responsabilidad, habría sentenciado Raúl Bebe Sendic.

El nivel de vida del pueblo

¿Por qué lo ovacionan la socialdemocracia y el liberalismo europeos? Sencillo: es el símbolo del abandono de las ideas de la transformación revolucionaria que asumió la ilusión de humanizar el capitalismo. Como ministro y presidente, Mujica favoreció el boom sojero y celulósico, proceso que determina que 4.150 latifundistas sean los dueños del 60% del territorio uruguayo, que, además, elevó aquel 8% de tierra extranjerizada que criticaba Sendic a casi el 50%. ¿Nada tuvo que ver Mujica con que las sociedades anónimas, que prometió prohibir, se apoderaran de 7:000.000 de hectáreas, el 43% de las suavemente onduladas praderas? ¿no tiene nada que ver con el mantenimiento de la ley de zonas francas y las exoneraciones a los capitales extranjeros? ¿no es responsable del crecimiento desmedido e incontrolado del uso de agrotóxicos y de la “cianobacterización” de los principales ríos del país? Para convertirse en símbolo del posmodernismo debió deshacerse del legado de Raúl: expropiación del latifundio para repoblar y cambiar el modo de producir en el campo. ¿Y todo para qué? En el reparto actual de la torta, la masa salarial no ha alcanzado el nivel que tuvo con Luis Batlle. Hasta 1958 los asalariados captaban más del 40% del producto bruto interno, pero luego, al estancarse la producción, los dueños del Uruguay se lanzaron a saco sobre el salario. La violencia que desataron culminó con el golpe de Estado de 1973. Al regresar los milicos a los cuarteles, habían reducido la masa salarial al 20% del producto bruto interno, transferencia de recursos que fue el motivo profundo del terrorismo de Estado…

Hoy día, luego de 15 años de discurso humanizadores, la masa salarial no llega a ser tres cuartas partes de aquella de Luis Batlle. Las políticas del Uruguay Progresista no fueron capaces de derramar recursos en la misma medida que lo hizo el Uruguay Batllista. Esta es la cuantificación del fracaso del viraje al reformismo liberal. No creo haber oído a Mujica citar a Ernesto Guevara y Raúl Bebe Sendic en sus discursos. No los reivindicó nunca, ni al recibir la presidencia, ni en otras instancias oficiales y, muchos menos, ante públicos extranjeros. Se ha esforzado constantemente por adelgazar aquél musculoso sentimiento revolucionario del siglo pasado. Aun así, no cabe negarle derecho a recordarlo a 30 años de la muerte. Sin embargo, no se le puede corromper su memoria con la tentativa de presentarlo como frenteamplista, tergiversando sus planteos frentegrandistas. Pretende incorporarlo al plantel de los apóstatas y renunciantes. Justo al Rufo, al que nunca se entregó ni se sintió derrotado. Ni como rehén de la dictadura, ni luego, al ser liberado por el movimiento popular. Todos salimos muy cambiados de la cárcel, pero no todos fuimos vencidos en nuestras convicciones. Que cada cual asuma sus responsabilidades.

Jorge Zabalza



miércoles, 8 de mayo de 2019

El principio de autoridad




Zabalza visita el final del siglo 19 uruguayo para comprender las formas en las que se pretendió asentar el principio de autoridad "en el cepo y el rebenque". Alambramiento, revolución de las lanzas, golpe de Latorre, educación vareliana y leyenda negra del artiguismo. En ese pasado vivo de resistencias que le habla al presente denuncia la demonización del pobrerío de los nuevos "imponedores" del orden y el progreso.


En 1864 los hermanos Young importaron reproductores Hereford como requería la industria de la carne europea y, en adelante, esa raza dominó en el rodeo vacuno, unas 8.000.000 de cabezas. Por su parte, en respuesta a la demanda de las textiles británicas, que estaban dejando de usar algodón y lo sustituían con lana, los ovinos pasaron de 2: 600.000 en 1860 a 16: 600.000 en 1869. Al empuje de la apremiante tasa de ganancia y de la necesidad de un manejo más eficiente de los Merino y los Hereford, fue preciso cerrar las estancias y dividirlas en potreros. Al demarcar los límites de sus predios, los latifundistas lograban, paradójicamente, el goce ilimitado de su derecho de propiedad.

Los estancieros cimarrones fueron reemplazados por ganaderos modernos, las razas criollas por ganado de calidad y los cercos de piedra por más baratos alambrados. El cambio en el modo de producir y de vivir llegó por el litoral oeste, de la mano de inversores extranjeros y, en particular, de los de origen inglés. Según cuenta Isidoro de María, Ricardo Hughes fue el primero en cerrar con alambre sus campos al sur de Paysandú. En poco más de un lustro, los ganaderos acompasaron su baile a la música que venía de afuera. Los mayordomos criollos enriquecieron en recompensa por sus servicios a la acumulación de capital en Europa.

Con el alambrado se expulsó de las estancias a peones, puesteros y agregados y, además, como subió el valor de la tierra, se desalojó a los cientos de ocupantes precarios que sobrevivían del reparto artiguista. Marcia Collazo lo describe así: “[se] condenó a los desposeídos y desarraigados a una vida de privaciones, rancheríos de ratas y robos ocasionales para sobrevivir”. El enriquecimiento de los pocos acarreó la marginación del 10% de los 400.000 habitantes del medio rural. Los cambios tecnológicos que favorecían al capital empobrecieron más a los ya empobrecidos y ello se tradujo en crecimiento de los delitos contra la propiedad. El sistema provee sus propios sepultureros. Si se quiere terminar con la delincuencia, hay que cambiar el sistema, enseñaba el Bebe Sendic.

En 1869 se desplomaron los precios internacionales y, para peor, sobrevino una epizootia que azotó los lanares primero y los vacunos poco después. La catástrofe redujo sensiblemente la rentabilidad y puso en peligro las cuantiosas inversiones. Más gente fue condenada a la marginación. En 1870, los ‘sin tierra y sin trabajo’ se fueron a las cuchillas detrás de los caudillos Timoteo Aparicio y Anacleto Medina, aunque a muchos los reclutó la leva, otros fueron por voluntad propia. Durante los dos años de la Revolución de las Lanzas (1870 -1872) y para escándalo de los latifundistas, unos 20.000 paisanos, la mitad de la población marginada, cortaron alambres y carnearon costosos toros y carneros de pedigrí.

En esa fértil subjetividad de la clase propietaria echó raíces el estado de alarma que, desde 1848, sobrecogía a la burguesía europea. Se amplificó el temor a que reaparecieran Encarnación Benítez del tiempo de Artigas. Sintiendo que les respiraban en la nuca, en 1871 los latifundistas fundaron la Asociación Rural. Se organizaban para restablecer el clima favorable a los negocios y ‘ordenando’ la vida desordenada de los pobres. El 8 de octubre de 1872 se firmó una paz ‘sin vencidos ni vencedores’ y los montoneros colgaron las lanzas de los horcones, sin saber que la cuestión social no había sido resuelta y seguían condenados a su miserable modo de sobrevivir. Olfateando el peligro latente, los estancieros recurrieron a los ‘pacificadores’ de los cuarteles.

El ejército de línea, el profesional, el de los que traicionaron a Artigas, venía de prestar servicios a Gran Bretaña y recoger harta experiencia ‘pacificadora’ en el genocidio del pueblo paraguayo.

En 1875 se lo veía como el sustituto cantado de los partidos blanco y colorado, incapaces de establecer la ‘paz social’. José Pedro Barrán resumió la situación en una frase: “Sin el asentamiento del principio de autoridad, ninguna política era posible en el Uruguay”1. Apenas lo fueron a buscar, el bien dispuesto coronel Lorenzo Latorre dio el golpe cívico militar. En la década siguiente las fuerzas vivas volvieron a enriquecerse con un nuevo empuje de la producción, que atribuyeron al restablecimiento de la autoridad por la dictadura. Domingo Ordoñana comunicaba su satisfacción en “El Ferrocarril”: “Va siendo habitable la campaña, lo que significa decir que se van resolviendo los problemas de seguridad en la vida y en la sociedad”.

Como demostración de amor hacia el latifundio, Andrés Lamas, ministro de hacienda de Latorre, exoneró de impuestos la importación de alambre, abaratando el costo del cerramiento de las estancias. Además, demostró su cariño hacia el comercio subiendo los permisos a los 2.000 vendedores callejeros de Montevideo y persiguiendo a los que no pagaban, hasta expulsarlos de las calles. La dictadura sometió el pueblo a políticas públicas que beneficiaban a una muy favorecida clase dominante. Otra pata de la ‘pacificación’ fue educar, educar y educar. El plan de José Pedro Varela para la educación popular y la educación científica ajustó como anillo al dedo a las intenciones de disciplinar en la obediencia y el ‘orden’, de formar cuadros que reprodujeran las ideas liberales y la hipocresía ética y moral de la ‘clase alta’. A Latorre no le importaba que Varela sustituyera el catecismo con las ciencias, ni que aplicara sus teorías pedagógicas, veía en la escolarización obligatoria y gratuita una oportunidad para hacer de cada salón escolar el recinto de un régimen casi militar.

El coronel Latorre compró fusiles Mauser, carabinas Remingtons y cañones Krupp, mejoró el entrenamiento y la disciplina de la tropa, centralizó en Montevideo una red propia de telégrafo que comunicaba el mando con todas las comisarías del interior, e hizo lo mismo con el transporte ferroviario, imprescindible para trasladar las tropas más rápido que a caballo. Para encarcelar unos pocos ‘vagos y mal entretenidos’ que, matrereando y delinquiendo manifestaban el descontento general, Latorre ocupó militarmente el territorio: la población se sintió agredida, provocó sentimientos de rechazo. Para garantizar seguridad a los latifundistas, volcaron la violencia institucional sobre los de abajo. El Estado siempre viste uniforme.

En ese proceso de expansión del dominio de clase, se debía borrar de la memoria la gesta de José Artigas. En ese sentido, el manual con que se enseñó historia en las escuelas de la dictadura fue el ‘Bosquejo histórico’, publicado en 1865 por el argentino Francisco Berra. Esa versión de la leyenda negra, elaborada por Bartolomé Mitre, que inculcaba el odio de clase, fue un instrumento para justificar la transformación del Estado Tapón en ‘Estado Nacional’, la imposición de la voluntad de los dueños del poder económico y político militar.

En el período en que la montonera artiguista ejerció su poder, el principio de autoridad surgía del pueblo reunido y armado y se ejerció para expropiar latifundios. Latorre, por el contrario, se proponía instalar la autoridad desde arriba y en toda su crudeza, mostrando la peor cara del poder de los dueños de la tierra, del comercio y del Estado. Sin embargo, como la tasa de ganancias seguía empujando a lucrar y hundía en la miseria a los desposeídos, la brecha social se ahondaba y Latorre no pudo reducir las estadísticas de la rapiña, el abigeato y las muertes en duelo criollo.

Se mantuvieron las condiciones que ahondaban la brecha social y, pese a la represión feroz y los muertos que cosechaba, mantenían el alza de la delincuencia y el aire seguía oliendo a rebelión. Más a la corta que a la larga, Latorre debió reconocer que “los orientales son ingobernables con el cepo y el rebenque” y…renunció. El principio de autoridad estaba instalado, es cierto, pero, al mismo tiempo, germinaba su contrario, la resistencia y la rebelión. En 1897 y 1904 se reeditó el fenómeno de las cuchillas y los ponchos blancos.

No parece que los actuales ‘imponedores’ del orden y el progreso, hayan aprendido nada de las peripecias de Latorre. Sus intenciones transformadoras se perdieron en el pantano liberal del progresismo y, como se proponen convencer a los inversores extranjeros de que están afiliados al sistema, salen a instalar el principio de autoridad a fuerza de PADO y Mirador. Esta vez, como en tiempos de Latorre, para terminar con el irrespetuoso espíritu de ilegalidad, ocupan con la policía los territorios de la población excluida y marginada. No enfrentan la ilegalidad congénita del capital, sino que salen a demonizar el pobrerío. Aunque sus cifras pretenden desmentir la realidad, la brecha social se ahonda y parece muy improbable que logren resolver la cuestión del delito y la violencia, esa tuerta forma de salida que se ofrece a los desesperados. En esencia, nada nuevo bajo el sol.

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Nota 1. J.P.Barrán. “Latorre y el Estado uruguayo”. Enciclopedia Uruguaya. Editorial ARCA. Montevideo. 1968. Pág. 25








jueves, 28 de junio de 2018

Hace poco se difundió una carta de Ernesto Cardenal pidiendo a Mujica que se pronunciara en contra de los crímenes de Ortega y señora. Para mi sorpresa hubo varias respuestas inesperadas atribuyendo las movilizaciones a la acción secreta de la CIA y la intervención del imperialismo yanqui. Parece increíble que sobrevivientes de las masacres del terrorismo de Estado estén apoyando al infame piñatero y las operaciones mediáticas de la Chayo. Aquello que en 1985 se llamaba retroceso ideológico se ha convertido en caída libre.

De Emilia Carlevaro

Lo que está sucediendo en Nicaragua es horroroso. Ante esto, los silencios desde estos pagos son preocupantes. Escribí una hojita para ver si ayuda a algún indeciso a tomar posición. En realidad no sé qué puedo hacer para solidarizarme con este pueblo. Les pido que lean el adjunto y me digan su opinión. Les pido que si tienen conocimiento que alguien está haciendo algo y se podría dar una mano, me lo hagan saber. Si tienen alguna idea de qué se podría hacer, también. Si quieren reenviar el adjunto a otos amigos, pueden hacerlo. Espero respuesta, gracias. Un abrazo




S.O.S. NICARAGUA

Supongamos que la reforma previsional que impulsó Ortega era justa (y no regresiva) y que los que manifestaban en su contra estaban equivocados…
Supongamos que no hubo omisión ni negligencia en sofocar el incendio que terminó con parte del corazón de la  Reserva Biológica Indio Maíz y que los que denunciaron y protestaron por esto estaban equivocados…
Supongamos que los sacerdotes católicos que auxilian, conversan y apoyan a los jóvenes activistas son más conservadores y pro imperialistas que el recientemente fallecido Cardenal Obando y Bravo, que se opuso al primer gobierno del FSLN y que apoyó a la contrarrevolución (instigada, respaldada  y financiada por Reagan y el escandaloso Irangate), pero que en 2016 fue declarado por Ortega “Prócer de la Paz y la Reconciliación”…
Supongamos que todos los organismos de derechos humanos –gubernamentales y no gubernamentales, nicaragüenses y extranjeros- se hayan convertido unánime y simultáneamente en marionetas del imperialismo y la reacción, sesgando sus informes para desprestigiar al gobierno y que los que reclaman su intervención y divulgan sus informes están equivocados…
Supongamos que la mayor parte del cerno del FSLN de la Revolución del 79 (Henry Ruiz, Mónica Baltodano, Víctor Tirado, Dora Ma. Téllez,  Sergio Ramírez, Luis Carrión, Gioconda Belli, Ernesto Cardenal, etc.) se hallen en estado de confusión o de vileza extrema e induzcan al pueblo a cometer errores y que miles los sigan…
Supongamos que el imperialismo yanqui tiene la capacidad de orquestar, tras 11 años de gobierno de Ortega (con control total de las fuerzas coercitivas del Estado, con dominio de gran parte de la prensa y de los aparatos de las organizaciones de masas), una maniobra desestabilizadora de tal magnitud que hace que miles se lancen a  las calles arriesgando sus vidas…
Supongamos, entonces, que estamos frente a una espectacular maniobra desestabilizadora contra un gobierno defensor del pueblo, revolucionario y antiimperialista, que logra que miles de alienados, digitados por el imperio y la burguesía, salgan –estúpidamente- a protestar, inermes, arriesgando que los maten a ellos y sus familias para apenas arañar a las fuerzas gubernamentales. En síntesis: miles de pobres (en Nicaragua el 80% de la población lo es) digitados, confundidos, dispuestos a morir…
Entonces, si todos estos supuestos fueran verdad, ¿qué debería hacer el gobierno con estos manifestantes? ¿Su no razón es razón para dispararle al boleo, encarcelarlos e interrogarlos bajo tortura, herirlos, matarlos?
Y nosotros, aquellos uruguayos que siempre pensamos que los gobiernos tienen el deber de que sus Estados cumplan con la obligación de garantizar los derechos de las personas, empezando por la vida y la libertad, los que venimos trabajando por eso, dentro y fuera de fronteras, desde el pachecato hasta ahora, ¿qué hacemos?
¿Decimos que el gobierno y el Estado de Nicaragua tienen menos obligaciones que los de Uruguay?
¿Decimos que los más de doscientos muertos -los habidos en estos dos meses- son menos valiosos que los nuestros? ¿Que los nuestros no debían morir porque tenían razón y estos sí porque estaban equivocados?
¿Nos hacemos los distraídos?
¿Repetimos el argumento de que se prestaron –consciente o inconscientemente- para desestabilizar un gobierno revolucionario y que entonces…?  [- ¿Entonces qué?, terminemos la frase por favor. Entonces… ¿se lo buscaron?… ¿se lo merecen?...]
Nosotros, los que nos oponemos a la pena de muerte aun para el peor delincuente, ¿la aceptamos contra los manifestantes?, ¿acaso la sospecha que haya fuerzas políticas nicaragüenses de  derecha que con total oportunismo pretendan manipular y dirigir las protestas, nos inhibe para solidarizarnos con las víctimas?
Muchos nicaragüenses nos hablan y escriben informándonos, pidiéndonos solidaridad, apelan a nuestra sensibilidad de demócratas, progresistas, defensores de los derechos humanos y/o izquierdistas… ¿no les contestamos?, ¿no vamos a hacer una gestión, un gesto público?
¿Es que todavía no comprendimos que no se trata de dirimir si los manifestantes tienen o no razón, sino de defender sus derechos y libertades fundamentales? Nadie nos pide que opinemos sobre la política interna nicaragüense, nos piden que ayudemos a evitar que se siga enlutando Nicaragua con la sangre de los que desde los más remotos pueblitos a las ciudades, desarmados, luchan en las calles.  Nos piden que, de una vez por todas, seamos capaces de exigir que cese la represión, que se ponga fin al accionar terrorista del Estado.
Nos recuerdan, sin decirlo, que la defensa de los enunciados en la Declaración Universal de Derechos Humanos no tiene fronteras.
Me resuena la canción de Zitarrosa, pongo una de sus  líneas en plural:
Qué pena, que no nos duela el dolor.

Emilia M. Carlevaro






EL PEPE NO PUDO LEER LA CARTA DE ERNESTO CARDENAL PORQUE ESTABA CON SU AMIGO LULA QUE LE HABÍA CONFESADO SU COMPLICIDAD CON EL 'MENSALAO'. ABRAZOS FRATERNOS, SACARSE EL BALDE Y LIBERAR EL OJO CRÍTICO








miércoles, 7 de junio de 2017

El valiente pronóstico de Jair Krischke está lleno de realidad: el descrédito del sistema político democrático es enorme y Lula da Silva está tan desacreditado que no puede jugar de salvador de la patria (Como creen los progresistas por estos lares). En una palabra, la democracia burguesa en Brasil ha perdido el consenso popular, fenómeno que va extendiéndose al continente entero y presagia futuras insurgencias. ¡Un abrazo fraterno, Jair!.




Krischke: “El escenario político en mi país es de tragedia”
Entrevista al máximo referente de los Derechos Humanos del país hermano, invitado a Buenos Aires por la CIDH
27 Mayo, 2017
Por Leonardo Vázquez |
 Brasil continúa cayendo en una crisis institucional que se percibe terminal. Su sistema de representación alcanzó un estado de descomposición que parece no encontrar ni siquiera el tiro del final. En las últimas horas, el presidente Michel Temer debió anular, por la potencia de las protestas populares, un decreto que él mismo había dispuesto 24 horas antes, que habilitaba la militarización de las calles para reprimir las manifestaciones. Sus horas en el Palacio de Planalto parecen estar contadas, pero esa ya no es la principal preocupación de los distintos sectores de la sociedad. El foco de todos los debates está orientado a descubrir de dónde sacara Brasil un dirigente y las herramientas políticas necesarias para darle a la democracia un electroshock que le permita renacer.
Canal Abierto tuvo la posibilidad de conversar en el lobby de un hotel del barrio porteño de San Telmo con Jair Krischke, el máximo referente de la lucha por los derechos humanos en Brasil, que llegó a nuestro país para testimoniar en las sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que se realizaron en el hotel Sheraton durante toda esta semana, por unas amenazas que recibió de un supuesto grupo terrorista de Uruguay.
Krischke es fundador y actual presidente del Movimiento de Justicia y Derechos Humanos de Río Grande do Sul. Es uno de los enemigos más importantes que tuvo el Plan Cóndor y sus ejecutores en toda la región, y en esta entrevista exclusiva analiza la situación actual de su país, los orígenes de la crisis y los peligros a los que se enfrenta Latinoamérica.
– ¿En qué momento de la caída se encuentra el sistema político brasilero?
Brasil llegó a un punto en el que puede pasar cualquier cosa, porque hay un descrédito enorme del universo político: los partidos, los dirigentes y las instituciones, sobretodo el Parlamento. La gente está enojada y tiene razón. Los dueños de JBS Friboi, el frigorífico más grande del mundo que recibió financiación del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social durante la gestión de Lula y Dilma, empezaron a ver que esto estaba muy complicado y decidieron declarar en la causa con datos, fechas, números de cuenta bancaria, y uno de los dueños de la empresa grabó a Temer en una conversación terrible. Esto aparece en la Red Globo, que sólo publica la desgrabación y su propia interpretación, pero una vez que está en Globo no se para más. Después, los peritos contratados por otros diarios detectaron entre 40 y 50 cortes de edición en la grabación, pero ¿la fiscalía federal no lo había detectado? 
Lo que pasa es que llegó la hora de Temer, que había accedido a la presidencia con un 8% ó 9% de aprobación, que sigue al frente del gobierno pero no tiene más condiciones políticas ni morales para gobernar. No se pueden adelantar elecciones porque la Constitución no lo permite; el Congreso corrupto, desmoralizado, no puede elegir un presidente; para reformar la Constitución no hay tiempo, pero además de todo no hay candidatos, ni en la política, ni por fuera. La peor herencia de la dictadura es esto, porque mataron a las generaciones de políticos que hoy deberían ocupar los lugares de liderazgo. Cuando vuelve la democracia en Brasil teníamos a los viejos políticos, que ya se murieron, y quedó un vacío
-¿Se puede encontrar en esa transición hacia la democracia algún germen de la crisis actual?
-La salida de la dictadura no tuvo nada que ver con lo que sucedió en Argentina. En Brasil no hubo una transición, hubo una transacción. Fue un acuerdo. En esa época en Brasil hubo un movimiento de masas de los más importantes hasta el día de hoy, que pidió elecciones con la gente en la calle, pero la dictadura resistió y no permitió que el proyecto pasara en el Congreso. La dictadura brasilera solo permitía dos partidos, nosotros decíamos que eran el partido del SI y el del SI Señor.
Hoy hay 3
5 partidos, lo que no existe en ningún lado del mundo, y hay otros 50 pedidos de nuevos partidos. Esto obliga a las concertaciones y uno de sus resultados es la gran corrupción
-¿El sistema político democrático de Brasil puede funcionar sin corrupción? 
-El espacio en televisión en tiempos electorales es proporcional al número de parlamentarios que cada partido tiene. Esto ya es algo que sirve para hacer negocios, porque el partido que tiene 30 segundos negocia con el candidato que está en mejor situación a cambio de algo, de cargos por ejemplo. Eso transformó la vida política de Brasil de una manera tal que hoy es un gran negocio. El “mensalao” fue el primer gran hecho, en que el partido de Lula pagaba a los diputados y senadores para votar sus propuestas, luego entre ellos empezaron a pelearse y entonces aparece el tema públicamente. En ese momento la ley posibilitaba que las empresas donaran plata para la campaña mediante una regla presuportaria. Pero como no alcanzaba, empezaron a aportar por “caja dos”, que era mucho más que el aporte legal. Por ejemplo: directivos y gerentes de Petrobras empezarón a cobrar coimas, que después repartían con el partido al que estaba asociado. Es casi imposible en el mundo llevar a la quiebra a una petrolera, pero en Brasil casi se consiguió porque robaron con las dos manos. Esto fue empeorando y generó un shock en la opinión pública. En ese contexto echaron a Dilma, no por coimas sino por algo vinculado a la estructura de las decisiones presidenciales, y asumió Temer, vicepresidente, afiliado al PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño), que nos trajo hasta aquí….
-¿Cuáles son los nombres que podrían encabezar la continuidad de la democracia en Brasil?
-Si se hace la elección en el Congreso, se habla mucho de un hombre que se llama Nelson Jobim, del PMDB, yo lo conozco, pues es de mi provincia. Al final de su gobierno, Fernado Henrique Cardoso, de quien fuera ministro de Justicia, le regaló el puesto de Ministro en la Suprema Corte, hasta que se jubiló. Fue ministro de Defensa de Lula, sin saber absolutamente nada del tema.
Si Lula se presentara como candidato va a perder, porque está muy mal en la opinión pública, responde a seis causas judiciales y en alguna va a recibir condena. Podrá ser candidato porque no hay tiempo para sentencia de segundo grado, pero será derrotado. Como candidatos aparecen Marina Silva, que perdió con Dilma, pero representa un peligro porque es una mujer muy creyente, que se presenta como la salvadora, y involucrar política con religión son destas cosas que, en la historia del mundo nunca terminaron bien. Y el otro es Jair Bolsonaro, que es un tipo de ultrísima derecha enloquecida. El mes pasado en Río de Janeiro dio un discurso xenófobo y racista, dijo que para resolver los problemas de Brasil hay que matar 30 mil personas, que si accede a la presidencia no habrá ni un centímetro de tierras para los indígenas, que los negros que reclaman las tierras de cuando eran esclavos tampoco recibirán nada. Es tan malo que sólo llego hasta capitán del Ejército, ni siquiera el ejército lo bancó. Y las encuestas le están dando números de terror, cuarenta y pico por ciento, sin haber empezado la campaña. El escenario de Brasil es de tragedia. Este candidato podría darle lugar a los sectores de poder que todavía existen de la dictadura, que se mueven por detrás de las cosas
-¿Cuáles son las alternativas institucionales que existen en este momento para la continuidad democrática?
-Para que se entienda lo que sucede en Brasil es importante observar el Congreso, que en cualquier país tiene bancadas o bloques partidarios, o de alianzas políticas. En este caso existen la bancada de la Biblia, de la Bala y del Boye (ruralistas) que reúnen diputados de varios partidos.
La Bancada de la Biblia es algo absolutamente preocupante, son estas nuevas iglesias pentecostales, Universal y otras mas,
que además crearon partidos políticos como el PRB con varios diputados, senadores, algún intendente. Hay un video en el que un Obispo está hablando en Río de Janeiro, contando a los fieles que la iglesia estaba pasando un problema grave, con una deuda de 600 millones, porque el gobierno les estaba cobrando un impuesto. Dice que tuvieron que moverse con la Bancada de la Biblia, para crear una ley que eliminara ese impuesto y finalmente agradece y presenta a Eduardo Cunha (ex presidente de la Cámara de Diputados, impulsor del juicio político a la presidenta derrocada Dilma Rouseff, hoy preso por corrupción) que aparece en el escenario, es sensacional, la política en Brasil es una tragedia. No hay más ideología, es una locura, solo sirve para negociados
-¿Cuál es la situación del ex presidente Lula Da Silva, que a la distancia se percibe como un líder regional capaz de enderezar el rumbo de su país?
-El PT no tiene candidato para la elección de 2018. El que era el creador de Lula, José Dirceu, lo impulsó a escribir una carta después de haber perdido tres elecciones presidenciales para presentarse como alternativa potable para los empresarios y los financistas. Ahora, con todo este lío, Emilio Odebretch, el padre, dice en sus declaraciones que ayudó a Lula a redactar ese texto.
El período de Lula fue favorable por el contexto internacional, los comoditties tenían el precio alto, económicamente Brasil estaba bien, no por obra de Lula sino por la circunstancia internacional.  Luego, cuando ya no podía ser candidato creó a Dilma, yo la conozco, estuvo casada muchísimos años con Carlos, un amigo y compañero mío. Es una militante comprometida, que llegó al PT en el 2000 pero no es un gran cuadro político, en Brasil recibe muchas burlas por su escasa capacidad oratoria. Dirceu salió del gobierno con el “mensalao” y ahí Lula la llamó a Dilma para la Casa Civil (Jefatura de Gabinete) porque es una sargenta, y había que poner orden. En un primer momento el PT tenía muchos intelectuales, académicos y hoy no tiene nada, menos un candidato con alguna chance, y ha perdido el contacto con las bases, la gente se siente aislada, en Brasil son dos cosas distintas los partidarios, los electores y la cúpula partidaria
-¿Qué análisis le merece el momento histórico de la región?
-A nivel regional yo creo que el cuadro es bastante grave, habíamos llegado a un punto importantísimo, pero lo grave es que nuestros partidos de izquierda, de centro izquierda, tienen que repensarse y hacer mea culpa, ideológicamente tienen que rever cosas, porque estos gobiernos cometieron el gran error de aceptar el juego del neoliberalismo y esta es la cuestión de fondo de la tragedia. Yo no veo en los partidos progresistas de la región una voluntad de repensarse y adaptarse a los nuevos tiempos, porque la vida no es estática, es dinámica, y la vida política mucho más, y se ve que están como congelados, asustados. Te diría que no son necesarios 40 años, pero se tiene que hacer una revolución dentro de los partidos de izquierda y tener en cuenta que es fundamental tener una propuesta, un proyecto de país. En Brasil los trabajadores no tienen proyecto de país, el mundo académico-intelectual no tiene proyecto, los empresarios menos aun y los militares tienen, siempre tuvieron. Entonces esto es de máxima urgencia.
 *Se estima que por su labor en la promoción y defensa de los derechos humanos, Jair Krischke y el MJDH lograron salvar la vida de más de 2 mil personas en todo el continente, en las épocas de las dictaduras latinoamericanas del ’60, ’70 y ’80. Primero ayudaron a brasileños, perseguidos por los militares luego del golpe de Estado que en 1964 derrocó al presidente João Goulart, a refugiarse en Uruguay, donde también se asiló el presidente destituido. Luego en 1973, cuando se produjeron los golpes en Uruguay y Chile, ayudaron a los militantes a llegar a la Argentina, que era el único país de la región que acogía refugiados. A partir de 1976 el MJDH se dedicó a introducir clandestinamente a los refugiados de Chile, Argentina, Paraguay y Uruguay a Brasil y junto con ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) conseguir enviarlos a Europa.
En 2007, el trabajo de Krischke resultó en la captura del represor uruguayo que vivía prófugo en Brasil, Manuel Cordero, que luego fue extraditado a Argentina y juzgado y condenado por delitos de lesa humanidad.