viernes, 27 de noviembre de 2020

Sodomía

 



“Acá llegamos nosotros, los dueños del Uruguay, a gobernar según nuestras necesidades y perspectivas”, es el mensaje de la coalición multi reaccionaria. No hemos necesitado de los viejos golpes de Estado para hacernos cargo de la política económica, el control policial de la población y las relaciones internacionales. Desde siempre hemos sido dueños del poder, ahora pudimos recuperar el gobierno sin salirnos de la Constitución y las leyes.

Parece ocioso debatir sobre el articulado de la “ley de urgente consideración”, cuando lo esencial no fue el debate parlamentario, sino el acto de poder y de soberbia que significó. La LUC es mucho más que la hoja de ruta para los próximos cinco años de gobierno. Ante nuestra pasividad, nos sodomizaron una vez más, sin piedad y sin escrúpulos. El medioeval derecho de pernada.

Frente al hecho inevitable, hubo parlamentarios que inicialmente pusieron el grito en el cielo, desplegaron toda la parafernalia verbal de que disponían y condenaron la LUC de Lacalle Pou. Sin embargo, luego de discutirlo entrecasa, predominó la mesura y terminaron aprobando casi el 50% de la LUC. Flagrante incoherencia entre el discurso y los hechos. Sin consultar al movimiento social para nada, se auto convencieron de que solamente la mitad del engendro era antipopular y anticonstitucional. Consideraron que la otra mitad era urgente, estaba en el “camino correcto” y merecía pues ser aprobada para reducir los daños, según sostuvieron. Podrían haber convertido el parlamento en el primer escalón de la defensa del movimiento popular, pero no se los permitió su particular visión de un quehacer responsable: transar y transar, retroceder y retroceder. En definitiva, consintieron la sodomización.

“Hay que escapar a la lógica de ganar y perder”, redondeó el Pelado Gómez la tarde del jueves, pues no se trata solamente de si las firmas alcanzarán o no: se trata de dar una señal clara, un gesto que indique la disposición a lucha contra el proyecto multi reaccionario que la coalición viene ejecutando. Exclamar ¡no nos dejaremos sodomizar! ¡no pasarán! Dejar claro que, para hacerlo, deberán vencer la resistencia popular. Es el momento del grito de dignidad, de trasladar a las calles la democracia, sacarla del recinto parlamentario y mudarla al territorio de la participación política directa. Como ha hecho el pueblo chileno durante el último año como vienen haciendo en Colombia, Perú, Guatemala y Honduras. Hasta en Brasil el pueblo corcovea indignado. El movimiento popular debería anticiparse a las luchas sociales que se le vienen encima, aprontar los corazones y preparar brochas y pinceles, pero, sobre todo, recuperar aquel horizonte transformador que convocó a empujar la dictadura militar y a los gobiernos de derecha que la siguieron.

Lo fundamental es dar una señal bien clara: con las calles llenas de pueblo no les será tan fácil como en el parlamento cumplir con sus propósitos de sodomización. Es el momento de abandonar las lógicas que todo lo analizan en cantidades de votos para el 2024 y comenzar a acumular en consciencia, recuperar aquel viejo horizonte que se extravió en el salón de los pasos perdidos.

Desde el pacto del Club Naval, las fuerzas armadas sostuvieron que era todo mentira que, convocados por el poder ejecutivo, el parlamento y la partidocracia, habían actuado en defensa de la “nación agredida” por el comunismo internacional y la subversión. Esa pétrea historia oficial era el basamento ideológico de la disciplina ciega, la obediencia refleja, sin pensar. Durante 35 años los gobiernos no cuestionaron la falsificación que se enseñaba en liceo y escuela militar.

Ante sendos tribunales de honor un par de notorios verdugos confirmaron que la institución armada fue la responsable orgánica de los crímenes de lesa humanidad. Las torturas, violaciones, asesinatos y desapariciones forzosas se realizaron siguiendo las órdenes del comando superior, no fueron errores ni excesos cometidos por algunos degenerados. Era una política de Estado.

Ahora, al parecer, la oficialidad más joven se siente afectada por los “sentimientos negativos” que despierta esa verdad archisabida en la sociedad. Salvo uno cuantos “políticos”, la gente no los abraza ni adula. Se les desarticuló el entramado ideológico que sostiene la obediencia debida. Los inocentes querubines quedaron desconcertados, la mirada perdida en lontananza. En una institución piramidal, no democrática, cuando se debilita la confianza religiosa y política que une a sus miembros, comienza a fallar la disciplina de los robots.

Antes de que el desconcierto se les transformara en duda existencial, los mandos superiores salieron a salvarlos de la confusión. Verticales como es su deber ser, decidieron revisar los programas de historia que se enseñan en el liceo y la escuela militar. En especial el período comprendido entre los años 1968 y 1985. Su propósito no es escribir la otra historia sino revisarla para encontrar nuevas justificaciones a los viejos crímenes.

¿Con qué perspectiva revisarán la historia oficial sobre el asesinato de “Nucho” Batalla en 1972 torturado en el cuartel de Treinta y Tres en plena democracia? ¿Seguirán sin reconocer la responsabilidad de los mandos en el asesinato de Roberto Gomensoro, muerto bajo tortura en el cuartel de La Paloma, cuando todavía no había dado el golpe de Estado?

Todavía no han dicho una sola palabra sobre la orientación de la revisión, pero, sin esperar algo más concreto, imbuidos por el espíritu liberal que domina la coyuntura, todo el progresismo (el partidario y el social) se sumó a la algarabía que despertó esta iniciativa de los generales. Se hicieron eco de la derecha liberal y de sus medios masivos. ¡Llegó la democratización esperada! Sin embargo, nada indica que esa ilusión se haga realidad: el mismo comandante que decretó el “estado de revisión de la historia”, fue el presidente del tribunal que no encontró que José Gavazzo hubiera faltado al honor militar por torturar y desaparecer a Tito Gomensoro.

De puro desconfiado y suspicaz, uno se inclina a pensar que es otra operación de inteligencia, otra de esas maniobras dirigidas a neutralizar cúpulas partidarias y de las organizaciones sociales. Algo así como fueron los documentos dados a conocer en febrero de 1973. Aquellos que, medio siglo atrás, se quemaron con leche, debieran asustarse al ver la misma vaca con otra caravana.

La estrategia de oposición responsable toma forma de responsabilidad hacia lo anunciado por un ejército que aún no ha respondido por sus crímenes. Es el sainete que remeda la tragedia de 1972/73, cuando tantos y tantas buscaron “oficiales nacionalistas” en el pajar de la Doctrina de Seguridad Nacional. Huele a nueva sodomización del movimiento popular. Tal vez, como hace medio siglo, logren su objetivo, pero, esta vez, por lo menos, intentemos no consentir la sodomía.

Jorge Zabalza
Publicado en Voces





martes, 17 de noviembre de 2020

Historias propias

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 21 de octubre de 2020

viernes, 4 de septiembre de 2020

Punto de encuentro con Zabalza

 


Jorge Zabalza: “Bonomi cambió la policía y la convirtió en un organismo mucho más represivo que antes”
Autor: Publicador Radio Universal | 3 septiembre, 2020
 

“Larrañaga está llevando adelante su política con los instrumentos que le dejó afinados Bonomi” argumentó.


 

En entrevista en Punto de Encuentro el exintegrante del Movimiento de Liberación Nacional- Tupamaros (MLN), Jorge Zabalza, se refirió a la administración de Eduardo Bonomi frente al Ministerio del Interior.

El exguerrillero expresó: “Yo creo que Bonomi cambió la policía y la convirtió en un organismo mucho más represivo que antes”. “Hicieron cursos en Estados Unidos, Israel, preparó la policía, trajo vehículos, armas, trajo ese helicóptero que permanente anda por ahí y creó el Programa de Alta Dedicación Operativa (Pado)”, argumentó.

Zabalza aseguró que a su entender Bonomi “le dejó un legado al ministro Jorge Larrañaga y hoy él lo está mejorando . Larrañaga está llevando adelante su política con los instrumentos que le dejó afinados Bonomi”, concluyó.

 https://970universal.com/wp-content/uploads/2020/09/zabalza-sobre-Bonomi.mp3

 Zabalza y la culpa al Frente Amplio de perder las elecciones.


El exguerrillero explicó a su entender porque el Frente Amplio no ganó las elecciones nacionales: “No creo que Daniel Martínez sea el responsable de la derrota electoral del Frente Amplio, lo es el propio frente”, dijo Zabalza.
“Por eso evitan la autocrítica y la autocrítica te tiene que hacer repensar. No puede ser que no haya vivienda y acá a seis cuadras de casa (barrio Santa Catalina, Montevideo) hayan 700 familias que están pasando el invierno en unos ranchitos de madera al descampado”, argumentó.
En esa linea apuntó: “No hubo una política de vivienda a resolver el tema de los más humildes, que son los que realmente tiene problema de techo. No hubo una política dirigida a educar a las personas más humildes, más marginadas, se los quiso convertir en consumidores, se les inyectó algunas ayudas del Mides para convertirlos en consumidores de quinta categoría”.
En la misma línea señaló: “el destino de la izquierda que se convierte en progresismo y que a la larga renuncia a su mensaje de cambiar la sociedad. y se incorpora a ese capitalismo que hoy en día es un 0,001% dueño de todo el capital”, argumentó.
Escucha la crítica al Frente Amplio realizada por Jorge Zabalza:

 https://970universal.com/wp-content/uploads/2020/09/zabalza-sobre-Frente-Amplio.mp3?_=2


 
Zabalza: “El mismo día que mataron al padre de Burgueño murió mi hermano”

“Va a ser un tema de eterna lucha”, dijo en Punto de Encuentro sobre las versiones del pasado reciente.

Jorge Zabalza, controversial exguerrillero del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, se refirió a los reclamos de Familiares Víctimas de la Sedición por incluir su versión en la enseñanza pública. “El mismo día que mataron al padre de [Diego] Burgueño en la Toma de Pando murió mi hermano. Cada cual tiene sus sentimientos”, destacó.

“En la historia de los libros de las Fuerzas Armadas aparecen todas esas cosas, ¿no? Eso fundamentó la dictadura y el terrorismo de Estado. No sé, creo que va a ser una eterna lucha”, reflexionó.

Leé también: Lacalle Pou evalúa planteos de Familiares víctimas de la Sedición para “cambiar la historia”

https://970universal.com/wp-content/uploads/2020/09/ZABALZA-HERMANO.mp3?_=1 

 

Zabalza: “Mujica y Huidobro tienen muchísima responsabilidad en lo que pasó con las actas”

“Manini está haciendo una operación muy inteligente, como la hizo Mario Aguerrondo [exmilitar]”, dijo en Punto de Encuentro.

El extupamaro del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), Jorge Zabalza, se refirió al tema de las actas del Tribunal de Honor militar en Punto de Encuentro y dijo que el expresidente José Mujica y el exministro de Defensa Eleuterio Fernández Huidobro tuvieron “muchísima responsabilidad en lo que pasó”.

“Para esa parte [que votó a Mujica y a Huidobro] representaban gente que había dado todo por esos cambios. ¿Qué pueden pensar los que fueron desalojados en Santa Catalina, bajo un decreto firmado durante su gobierno? ¿Qué pueden pensar sobre Mujica y Huidobro, que facilitaron la impunidad?”, cuestionó.

Escuchá lo que dijo Zabalza:

https://970universal.com/wp-content/uploads/2020/09/ZABALZA-MUJICA-Y-HUIDOBRO-1.mp3?_=1 

https://www.elpais.com.uy/informacion/politica/zabalza-actas-vazquez-mujica-huidobro-facilitaron-impunidad-ultimos-anos.html
 "Energúmenos": explicación de Zabalza sobre caso Vázquez
 

A través del blogspot "Zurdatupa", Zabalza indicó en referencia al coronel (r) Gilberto Vázquez que "el acta con las declaraciones del energúmenoreconfirma que los crímenes aberrantes obedecieron a una política sistemática de las fuerzas armadas, cuyos mandos ocultaron y ocultan toda la información al respecto. ¿Cómo hacer para que revelen la verdad y se haga Justicia?".

Sobre el conocimiento en este momento de las actas, señaló en la publicación realizada este jueves: "¿Fue una especie de frenazo, un anticipo de la voltereta que dio Fernández Huidobro como ministro? Es inexplicable que un gobierno progresista haya mantenido en carácter de reservados documentos tan esclarecedores de la Verdad. Los periodistas debieron reemplazar a los gobernantes omisos en el deber de informar a la población".

"Tampoco convencen esas explicaciones de “no tengo conocimiento, porque los militares debían informarme y no lo hicieron”. Denota mucha pasividad", dijo en referencia a las declaraciones del exministro de Defensa, José Bayardi.

"El hecho evidente es que los militares, hipotéticamente subordinados del poder civil, les pasaron por el moño las actas con las confesiones de Gilberto. ¿Dónde está la responsabilidad individual del militante? ¿No se debería haber estado mucho más alerta cuando se trataba de tamaño energúmeno? ¿No debían haber leído y releído hasta descifrar el significado de cada punto y coma? ¿O, simplemente, se conformaron con homologar los expedientes que los coroneles pusieron para la firma?", indicó.

Zabalza también apuntó contra Luis Rosadilla (ministro de Defensa durante parte del gobierno de Mujica) y nuevamente contra Fernández Huidobro porque "rindieron sin condiciones el imperativo ético. Culminación bizarra de la derrota de la verdad, se convirtieron en un engranaje más de la maquinaria burocrática de impunidad, abogados honorarios y voceros de los criminales con los que bebían whisky. Se pasaron los principios por allá abajo", apuntó.

Para el extupamaro, "si se elude la reflexión sobre las condiciones en que la impunidad se va imponiendo, se seguirán alimentando aves de rapiña y, el día menos pensado, los cuervos nos comerán los ojos", remató su escrito.

 

 

jueves, 3 de septiembre de 2020

Energúmenos


 

Al declarar ante sus cómplices, Gilberto Vázquez aprovechó la oportunidad y les recordó que estaba encarcelado por crímenes cometidos por todos. Mientras los generales disfrutaban su buen pasar, el asesino la pasaba mal en Domingo Arena: “deben protegerme o los mando en cana”. Quisieron que se callara la boca, pero el muy energúmeno continuó con la lista de las aberraciones, recordándoles a los del tribunal de honor que la política de exterminio y el plan cóndor no eran inspiración de unos pocos. “Todos somos asesinos”, parecía sentenciar, parafraseando el título de la inolvidable película de André Cayatte.

No le busquen más vueltas, a Gilberto no le interesaba que se supiera la Verdad, lanzaba sus dardos contra los mandos porque los quería chantajear. Alguna tajada habrá sacado, pero, para saber su monto, habrá que esperar que se descubran nuevas verdades ocultas. Parece mentira, pero la Verdad quedó comprobada gracias a una vulgar rencilla carcelaria entre delincuentes.

Escribir sobre este escándalo no es nada fácil. Revuelve las entrañas, pero, no de horror, sino de bronca e impotencia. El acta con las declaraciones del energúmeno reconfirma que los crímenes aberrantes obedecieron a una política sistemática de las fuerzas armadas, cuyos mandos ocultaron y ocultan toda la información al respecto. ¿Cómo hacer para que revelen la Verdad y se haga Justicia?

Nadie ignora la responsabilidad de la institución armada, pero, hay genios de las maniobras “políticamente correctas” que apostaron a que el pasaje del tiempo trajera el olvido de unos y el perdón de los otros. Querían convencer a sus fieles de que la cuestión se resolvería por sí sola al morir los verdugos y las víctimas. Sin embargo, aunque de coronel para arriba ya murieron casi todos los culpables, estas actas confirman que la paz solamente llegará cuando se sepa toda la Verdad. El asunto no se resuelve sólo entre verdugos y verdugueados, porque la barbarie intentó esclavizar el pueblo entero. Los efectos del terrorismo no están solo en los costurones que uno lleva en la piel y en el corazón.

Asumir el ministerio de defensa el 1° de marzo de 2005 no era sencillo, más aun, siendo civiles, frenteamplistas y comprometidos con la Verdad y la Justicia. Cayeron, como peludo de regalo, a una institución en manos del terrorismo de Estado, donde predominaba su modo de interpretar la realidad y la historia reciente. El universo dividido en amigos y enemigos, los militares eran más leales a la doctrina de seguridad nacional que a las autoridades civiles. Fue el legado que dejó el general Medina, desacatos y amenazas al por mayor.

Un imperativo ético obligaba a los intrusos civiles, debían horadar muralla de impunidad que protegía a los criminales. Afectase a quien afectare. Provocase la reacción que fuera. Con ese impulso moral, la compañera Azucena logró descubrir, en el año 2007 los más de 14.000 documentos del titulado “archivo Berruti”, que estaban escondidos en el ex CGIOR, ex Escuela de Inteligencia del Ejército. Abrirlos al conocimiento público era el modo más directo de quebrar la cultura de la impunidad dentro y fuera del ministerio, de demostrar que la Verdad no era un mito sino realidad oculta. Sin embargo, después que Azucena renunció al ministerio debieron pasar más de 10 años para que el contenido de los archivos quedara librado al conocimiento del público. ¿Fue una especie de frenazo, un anticipo de la voltereta que dio Fernández Huidobro como ministro? Es inexplicable que un gobierno progresista haya mantenido en carácter de reservados documentos tan esclarecedores de la Verdad. Los periodistas debieron reemplazar a los gobernantes omisos en el deber de informar a la población.

Tampoco convencen esas explicaciones de “no tengo conocimiento, porque los militares debían informarme y no lo hicieron”. Denota mucha pasividad. El hecho evidente es que los militares, hipotéticamente subordinados del poder civil, les pasaron por el moño las actas con las confesiones de Gilberto. ¿Dónde está la responsabilidad individual del militante? ¿no se debería haber estado mucho más alerta cuando se trataba de tamaño energúmeno? ¿no debían haber leído y releído hasta descifrar el significado de cada punto y coma? ¿o, simplemente, se conformaron con homologar los expedientes que los coroneles pusieron para la firma? En el segundo gobierno del Frente, Luis Rosadilla y Eleuterio Fernández rindieron sin condiciones el imperativo ético. Culminación bizarra de la derrota de la Verdad, se convirtieron en un engranaje más de la maquinaria burocrática de impunidad, abogados honorarios y voceros de los criminales con los que bebían whisky. Se pasaron los principios por allá abajo. Para que esta historia Nunca Más se repita debe ser la madre de todas autocríticas: ¿qué apoyos fueron necesarios para defraudar la confianza de los que marchan cada 20 de mayo?

Por cierto, si se elude la reflexión sobre las condiciones en que la impunidad se va imponiendo, se seguirán alimentando aves de rapiña y, el día menos pensado, los cuervos nos comerán los ojos. Las cosas deben quedar en blanco y negro, como la tropilla de la muerte. Jorge Zabalza

 

 

 

 

 

 

 

jueves, 13 de agosto de 2020

Cría cuervos

 

Salió en Semanario Voces 13 agosto 2020

Guido Manini Ríos se afilia a la versión más retrógrada de la historia reciente: el golpe de 1973 fue a pedido del parlamento y consentido por la mayoría electoral, la que había votado a Bordaberry (apadrinado por Pacheco Areco) y al general Aguerrondo, cuya logia “tenientes de Artigas” ya había copado el mando superior del ejército. Manini estima que dicha mayoría se mantuvo con el correr de los años, indiferente a la barbarie del terrorismo de Estado y que, en noviembre de 1980, se expresó en el plebiscito: más del 40% del electorado apoyó la propuesta de la dictadura cívico-militar. Tampoco disminuyó, piensa él, con la restauración de la república liberal: en el plebiscito de 1989 se respaldó por mayoría la impunidad de los criminales uniformados. Por supuesto, ese no es el análisis visto desde la izquierda, pero, es el relato donde se afirma la acción política de Manini Ríos.

Antes de librarse de los límites propios del cargo de comandante del ejército, ya venía creando hechos que, indirectamente, lo iban aproximando al poder político. Su propósito parece ser desarticular el modo pacífico de dominación, para reemplazarlo con una pirámide de ordeno y mando a lo Pacheco Areco o a lo Mourao-Bolsonaro en Brasil, pero, aunque no lo desee, la actual correlación de fuerzas le impone transitar el laberinto electoral y parlamentario. Su problema es cómo avanzar por esos recovecos hacia un régimen autoritario, cómo respetar las reglas del juego liberal mientras va acumulando y centralizando su base electoral entorno a Cabildo Abierto.

Manini calcula que, dispersa y atomizada, sobrevive la opinión pública favorable a la dictadura, una masa siempre predispuesta a alinearse tras un caudillo militar. Simplemente busca marcar las líneas de acción política para aglutinar lo disperso. No le interesa que se despida al fiscal de corte ni que se derogue la ley de interpretación obligatoria, solo se propone enarbolar banderas ideológicas para despejar confusiones y ganar la confianza del electorado más conservador.

Nacionalismo de cuartel.

Año 1998. El 16 de octubre fue arrestado Augusto Pinochet por la policía de Londres. Acusado por genocidio, torturas, violaciones, homicidios y desapariciones forzadas, estaba requerido por el juez Baltasar Garzón de la Audiencia Nacional de España. Los testimonios de sus crímenes no sólo vinieron de Chile, sino también de España, Suiza y Francia. Dos semanas después Pinochet fue internado en un hospital siquiátrico de lujo. Allí disfrutó de la vida mientras esperaba que se dilucidara su caso y le permitieran regresar a Chile. La única forma de condenar judicialmente sus crímenes era en el plano internacional, lo otro era la impunidad, porque, ¿qué juez chileno se atrevería a meterlo preso? Sorpresivamente Eleuterio Fernández Huidobro dirigió sus dardos contra el juez Garzón. Según el dirigente histórico del MLN-T, la iniciativa del magistrado español entrañaba una intromisión en los asuntos internos y amenazaba la soberanía y la independencia de las patrias latinoamericanas.

Año 2006. En el mes de abril, Eduardo Radaelli, Wellington Sarli y Tomás Casella fueron extraditados a Chile, acusados por asociación ilícita y el secuestro de Eugenio Berríos. En defensa de los tres oficiales, Eleuterio Fernández arremetió agresivamente contra el poder judicial uruguayo, lo acusó de cortar el hilo por lo más delgado, sostuvo que los tres oficiales eran “presos políticos”. Para él, se trataba del acto inaugural de una nueva etapa para el Uruguay, pautada por la pérdida de la soberanía nacional, “una especie de Plan Cóndor al revés”, decía Fernández, embanderado con un “nacionalismo” ramplón y de baja estofa, a lo “carapintada” en una palabra.

Fernández replicaba sus antiguos devaneos con el “peruanismo” de los torturadores y asesinos del Batallón Florida, un verso que utilizaron para debilitar las defensas de los interrogados: “si ambos somos enemigos de la oligarquía y del capital extranjero… ¿para qué luchar entre nosotros? ¡Dale, no resistas!”. El artilugio atrapó a un Fernández Huidobro propenso a aceptarlo desde hacía tiempo. Fueron las mismas redes que tendieron los comunicados 4 y 7 y que, en febrero de 1973, enredaron al movimiento sindical y el Partido Comunista.

Apenas fallecido Raúl Sendic y derrotado el Voto Verde en 1989, Fernández Huidobro se sintió libre para reemprender, con renovadas energías, sus relaciones carnales con los militares de la logia “tenientes de Artigas”. Hizo sonar nuevamente las campanas del “nacionalismo” de baja estofa e inició el largo recorrido de infidelidades que lo condujeron al ministerio de defensa. Lo designó el presidente Mujica, uno de sus discípulos favoritos. Entre ambos, el 2 de febrero designaron a Guido Manini como comandante en jefe del ejército. Fue el regalo que dejaron a Tabaré Vázquez que, al mes siguiente, cuando asumió la presidencia, mantuvo a Huidobro y Manini en la cumbre verde. Los hechos posteriores al fallecimiento del ministro dejaron en evidencia los vínculos entre sus ideas y las que expone el comandante hoy transformado en líder partidario.

Olvido y perdón.

En diciembre del 2003, durante el Congreso “Héctor Rodríguez”, el compañero Hugo Cores propuso que el Frente Amplio impulsara la anulación de las leyes que se contraponían con los tratados internacionales sobre derechos humanos. Adecuar la legislación uruguaya a la internacional suponía, de hecho, anular la ley de caducidad. En la comisión del congreso donde se discutió la propuesta, se opusieron el Movimiento de Participación Popular, la Vertiente Artiguista, el Partido Socialista y Asamblea Uruguay. En el plenario final, Hugo Cores y Eleuterio Fernández argumentaron a favor y en contra del proyecto.

Fernández sostuvo que el Frente debía respetar la voluntad ciudadana expresada en el plebiscito de 1989 y dejar congelada la impunidad, como si el resultado del plebiscito fuera eternamente válido. En realidad, era un argumento falaz: la opinión de los electores es cambiante y se deben respetar esos cambios, por eso hay elecciones cada cinco años y los partidos se alternan en el gobierno. Además, sostenía Fernández, la propuesta de Cores comprometía el triunfo del Frente Amplio y, decía él, se podía renunciar a todo menos a obtener a la victoria electoral. Fernández estaba mostrando su hilacha, pero no sólo él, sino también los 746 congresales que acompañaron sus fundamentos, una mayoría que lo acompañó camino al olvido y perdón. Por el contrario, 569 delegados levantaron su mano para continuar la lucha para anular la ley de caducidad. La línea quedó que bien dibujada: Verdad y

Justicia, pero, no tanta, sin extralimitarse. Aun así, durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez se realizaron las primeras excavaciones y, antes de finalizar ese año, ya se habían descubierto los cuerpos de Ubagesner Chaves Sosa y Fernando Miranda. Lástima que el implso inicial se detuvo. En el 2009, junto a las elecciones presidenciales se plebiscitó nuevamente la anulación de la ley de caducidad. Recién al finalizar la campaña, a regañadientes, el candidato progresista José Mujica adhirió a la lucha por Verdad y Justicia. Tal vez sus reticencias determinaron que no todos los votantes del Frente Amplio apoyaran la papeleta rosada. Tal vez esa fue la razón de que no se alcanzara el 50% necesario, pese a que el Frente Amplio ganó con más de la mitad de los votos emitidos. El sector acaudillado por Fernández Huidobro directamente no ensobró la papeleta que anulaba la ley de impunidad.

Las ambigüedades continuaron luego de saboteado el voto rosado. Una notable lentitud del Estado para resolver los crímenes de lesa humanidad. En el “caso Gelman”, año 2011, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado uruguayo por el incumplimiento en “adecuar su derecho interno a la Convención Americana sobre Derechos Humanos”. El país debía garantizar que la ley de caducidad no volviera a ser un obstáculo para la investigación de las desapariciones forzadas y el procesamiento y condena de los culpables.

Tal vez con cola de paja y en respuesta a la condena internacional (¡vergüenza!), el gobierno de Mujica impulsó la ley que restableció “el pleno ejercicio de la pretensión punitiva del Estado para los delitos cometido en aplicación del terrorismo de Estado”. Sin embargo, otros apóstatas la rechazaron acaloradamente. Argumentaban nuevamente que el resultado del plebiscito de 1989, reafirmado en 2009, desvirtuaba para siempre cualquier tentativa de juzgar y castigar a los criminales. En primera instancia el diputado Víctor Semproni, ex tupamaro de sinuosa trayectoria, impidió que se aprobara la ley al retirarse de sala y dejar sin mayoría al Frente Amplio. Luego, Fernández Huidobro, ya senador, al quedar en minoría y por disciplina partidaria, renunció a su banca.

Pocas semanas más tarde, sabiendo de su defensa de la impunidad y de sus afinidades con sectores de los mandos militares, el presidente Mujica lo nombró ministro de defensa. Mujica apostaba a Fernández porque entendía la cabeza de los militares, entendimiento que lo llevó a pelearse con los frenteamplistas y los que luchaban por Verdad y Justicia, mientras fortalecía su excelente relación con los militares 1 . …que te arrancarán los ojos.

El comandante Manini Ríos no tuvo una presencia destacada en los medios de Manini Ríos, comandante en jefe, prácticamente no salía en los medios de comunicación hasta la muerte del ministro de defensa. No le era necesario hacerlo: Fernández lo interpretaba al dedillo. Una vez desaparecido el ministro, el comandante Manini debió llenar el vacío e interpretarse a sí mismo. Comenzó su carrera pública.

Cabildo Abierto y Guido Manini Ríos surcan el mar de ambigüedades y desigualdades que caracterizan la república liberal. Aprovechan, además, la pérdida de perspectiva transformadora del progresismo, la que conduce al desánimo y la disidencia. La institucionalización del Frente Amplio, su incorporación al capitalismo financiero transnacional, lo llevaron a abandonar la tarea de educar conciencias, de profundizar la comprensión y la organización política de los más desprotegidos. Es en esos espacios vacíos que crece el huevo de la serpiente. Criaron el cuervo y hoy caminan ciegos. Sólo se lamentan. No saben cómo detener la clara ofensiva del monstruo que ayudaron a nacer. El golpe de Estado podrá o no sobrevenir, todo depende de la resistencia que encuentre, de que el movimiento popular uruguayo tome el ejemplo del pueblo chileno y luche para defenderse del autoritarismo que vendrá luego de la pandemia.

Jorge Zabalza

  1 Emisora M24, 28 de marzo del 2019, vocera oficiosa del MPP.