Al Piffi Cámera y Alberto Melgarejo, hermanos de lucha.
Por Jorge Zabalza
11 marzo 2010
Los primeros días dibujaron una imagen nítida: cámaras
empresariales, policía, fuerzas armadas, comité central israelita e
iglesia católica, las fuerzas vivas alineadas tras “su” gobierno.
Centralización política de los poderes fácticos. Nadie puede dudar
sobre quienes gobiernan y quienes son gobernados. Invitados
especiales a la ceremonia de asunción, Piñera, Bolsonaro y Duque,
indican cómo piensa gobernar Lacalle Pou.
Dos siglos atrás, los ingleses vendieron la libertad de comercio a los
criollos y los convirtieron en mayordomos suyos, administradores de
su capitalismo. Después, en el siglo pasado, en nombre de la
libertad y la democracia, los EEUU sembraron de dictaduras
América La Pobre. Ahora, al parecer, la libertad será la marca en el
orillo del gobierno de Lacalle Pou, su meta es hacernos creer que
seremos más libres, aún cuando estemos obligados a presentar la
cédula de identidad sin protestar.
La deuda externa y las nuevas zonas francas nos hacen cada día
más dependientes del capital financiero, o sea, de la piratería
internacional. No se detendrá para nada la concentración de la
propiedad de la tierra y más población será expulsada del campo.
De la misma manera que antes se hizo ante Bush y Obama, Soros
y Rockefeller, ahora otros pantalones se bajan ante Trump.
Mientras siga contando con fieles administradores, fueren del
partido que sea, el capital continuará expropiando al trabajo y ése
será el proceso fundamental en la sociedad uruguaya, aunque el
expropiado desfile a caballo, vivando junto a su patrón una divisa ya
desmerecida.
¿Qué se puede esperar con la irrestricta libertad de las zorras y los
zorros en el gallinero? Los discursos de la transmisión y el borrador
de ley de urgente consideración transpiran malas intenciones.
Algunos de los gorilas las exhiben en público, sin pudor alguno,
mientras otros dejan escapar exabruptos o muestran distraídos la
hilacha de la canana. Está a la vista que la coalición es el rejunte de
lo políticamente más reaccionario. No hay nada que esperar. Hay
que dar señales de no estar dispuestos a dejarse atropellar. Como
hicieron las y los agremiados en ADES y FENAPES.
Se cambió el sol de los masones por el escudo de los que
traicionaron al artiguismo pero, sin embargo, sólo ha cambiado el
modo de gobernar, la esencia del sistema sigue siendo la misma
desde hace siglos. La violencia patriarcal continuará asolando
hogares, trabajos y espacios públicos. El capitalismo y sus
administradores continuarán negando rotundamente la igualdad y a
las mujeres se las seguirá agrediendo de muchas formas sutiles,
simbólicas, legales y físicas. Los desaparecidos seguirán
desaparecidos y los torturados se encontrarán con sus torturadores
a la vuelta de la esquina. Nada indica que, sorpresivamente, ahora
vaya a aumentar la velocidad de tortuga en la búsqueda
institucional de Verdad y Justicia. Nada permite suponer que el
agronegocio dejará de prosperar a fuerza de fumigar mujeres, niños
y trabajadores en Canelones y otros departamentos sojeros. No
parecen ser de urgente solución el problema de vivienda para los
sectores marginados ni la cuestión de las familias arrojadas a los
asentamientos.
Se aprontan los corazones para la lucha por la educación pública y
su autonomía, por el monopolio de la producción de combustibles y
para no perder derechos ciudadanos por andar sin cédula de
identidad o la condición humana por haber cometido un delito y
estar encarcelado.
La amenaza de tormentas que oscurecen el horizonte sólo puede
despertar las adormecidas tradiciones de lucha y resistencia. El
panorama es de recalentamiento de la lucha de clases. En
Fuenteovejuna se van cocinando a fuego lento formas de oponerse
a los delirios del neoliberalismo. Deberá reprimir un pueblo entero,
señor presidente.
Educados, armados y tecnificados por el progresismo hasta la
semana pasada, los policías de hoy avanzan por el mismo camino
en que asesinaron a Guillermo Machado el 16 de julio de 1989, en
plena democracia primaveral. Ya lamentaremos manifestantes
dejados ciegos o lloraremos los muertos con “munición no letal”,
¿qué otro sentido tuvo el despliegue cuasi militar del domingo 8 de
marzo? Cabe sospechar también que la declaración de guerra a las
“bocas de pasta base” integra una estrategia superior, la que
persigue el propósito de instalar el principio de autoridad en la
periferia urbana. En definitiva, la misma línea aplicada por Gustavo
Leal y Eduardo Bonomi, agravada ahora por gatillos y palos más
fáciles. El claro mensaje dado con los operativos de saturación
atemoriza y preocupa toda la población. Cuando la democracia
representativa y electoral no permita fluir libremente sus deseos y
aspiraciones, la clase dominante recurrirá, una vez más, al brazo
gordo de su Estado de Derecho. En última instancia, esa fue una de
las principales razones del golpe de militar.
En el país de los amortiguadores (don Carlos Real de Azúa dixit)
siempre aparecen avezados negociadores y bomberos dispuestos a
prestar sus servicios y encargarse de canalizar hacia los pasillos del
parlamento los reclamos y reivindicaciones de los sectores
populares. Se trata de conciliar lo inconciliable. Corren a sostener la
democracia liberal uruguaya, la de mejor calidad en el mundo según
evalúa el poeta de la ciencia política, mi amigo Fito Garcé. ¿Cuál es
la democracia en que viven las familias excluidas de los planes de
vivienda, las que se ven forzadas a desafiar la intemperie para
luchar por un hogar para sus hijos e hijas?
Un poema esta democracia liberal de altísima calidad a la que no
interesa el Uruguay del millón de pobres que alimenta los privilegios
del 1%, el del hambre de techo y justicia social, el de la falta de
laburo y las bajas jubilaciones, los feminicidios, la discriminación, el
racismo y la homofobia, la juventud pastabasera, las feroces
atrocidades en las calles, los escolares que no aprenden y los
capataces que disciplinan peones a rebencazos.
La apuesta a humanizar esta democracia renga y salvaje, sobre
cuya calidad fantasean tanto, es el sustento de la tesis de
“oposición responsable”, hechura del progresismo, o del
“regresismo” como lo llama el compañero Ricardo Viscardi. Entre
los velos de la fantasía se adivina el propósito ambicioso y realista
(muy realista) de ganar las elecciones en el 2024 y recuperar el uso
y abuso del aparato estatal.
Los parlamentarios y dirigentes del progresismo aborrecen las
historias de protesta y resistencia en los espacios abiertos, allí
donde pueden crecer las mismas ideas transformadoras que están
floreciendo en la Alameda de Santiago y en El Alto de La Paz. Es
de prever que el “regresismo” pondrá en juego su mucha influencia
sobre las organizaciones populares para evitar que la lucha política
se traslade a las plazas y avenidas del Uruguay.
¿Será en el mundo formal del parlamento, donde se dice tanto una
cosa como la otras, o será, en la calle, en el mundo real, en el de
las verdades esenciales? ¿Quién define el escenario donde se
jugará el partido contra el neoliberalismo? Seguramente no serán
los filósofos del espectáculo televisivo ni nosotros, los aspirantes a
revolucionarios, limitados a jugar en espacios reducidos. Lo
determinante será la opción que haga el movimiento masivo de los
sectores populares: deberá decidir entre respaldar fielmente a los
predicadores del electoralismo o dar batalla en las plazas y
avenidas, pacíficamente, pero con mucha decisión y firmeza, como
hizo el movimiento feminista el domingo pasado, como hará la
gente y Familiares el próximo 20 de mayo. La injusticia y la violencia
siempre vienen de arriba.
Jorge Zabalza
viernes, 13 de marzo de 2020
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