Apenas se logra comprender las
diferencias entre las Zonas Francas creadas en 1987 por Sanguinetti,
Lacalle y Jorge Batlle, criticadas por entregar el país a las
transnacionales y los privilegios concedidos a las Zonas Francas por
Mujica-Vázquez-Astori en el período 2005-2014, argumentando que crean
trabajo y aumentan el producto bruto interno.
¿Cómo distinguir entre los abrazos de Lacalle y Jorge Batlle dieron a
George Bush (padre) y los abrazos que Mujica regala a Obama y Julissa
Reynoso? ¿cuál de los dos presidentes de EEUU es más genocida que el
otro? ¿por qué en un caso se hablaba de “sumisión” y en el otro se dice
con orgullo que “hablaron de igual a igual”? ¿es igual Mujica que
Obama?.
¿Cuán distintos son el “olvido y perdón”, política de impunidad con
vaselina de Astori, Mujica y Vázquez, de la impunidad sin lubricante de
Sanguinetti, Lacalle Herrera y Jorge Batlle?. Tampoco se puede
diferenciar la tortura-instrumento de educación progresista que impide a
los adolescentes escapar de las cárceles, de la tortura-método para
destrucción moral y síquica empleado por las fuerzas armadas y la
policía desde 1968 en adelante.
Es un contrasentido de la lógica más elemental que se sostenga que el
camino al socialismo pasa por privilegiar las ganancias de los bancos,
los estancieros y las empresas extranjeras. Las contradicciones y las
estupideces en el discurso frenteamplista hacen que los jóvenes se
retraigan y se alejen de las capillas; no sienten los lazos afectivos
que los más viejos al Frente Amplio. No vivieron las persecuciones y
violencia que crearon la identidad pueblo-Frente Amplio en los '70 y la
recrearon desde 1983. Será el menos malo de todos los partidos del
sistema, como dicen, pero no les conmueve las entrañas el relato de
rejas y palos de sus abuelos, madres y padres.
En los dos últimos períodos electorales, los menores de veinticinco
participaron masivamente en las luchas sociales trascendentes: el “Voto
Rosado” para anular la ley de la Impunidad; la movilización en defensa
de la tierra, del agua y del aire y, en concreto, contra el proyecto de
minería a cielo abierto de Aratiri y el gobierno; y, ahora, el “No a la
Baja” contra el proyecto reaccionario de bajar la edad de imputabilidad.
Huyeron de los partidos pero generan acción política por fuera de
ellos, los colocan entre la espada y la pared y los obligan a definirse.
No sienten el fervor de la campaña electoral, parecen indiferentes y
desinteresados, pero se entusiasmaron con luchas y movilizaciones
altamente ideologizadas.
El fenómeno tiene varias lecturas, la más popularizada es que la
juventud “no quiere nada, no es como nosotros, los del '80 o los del
'83”; con menos prejuicio en las gafas, se podría comparar el
alejamiento masivo de las estructuras partidarias de hoy, con el que
protagonizamos en 1960 los que teníamos menos de veinticinco años. Son
los mismos interrogantes e idéntico desencanto. Ayer entendimos la
necesidad del socialismo y se abrieron nuevos caminos de lucha... ¿Podrá
ocurrir lo mismo a la juventud actual? Plantearse el problema anticipa
la respuesta positiva. Probablemente, casi que con toda seguridad, a
nueva nueva izquierda surgirá de las necesidades lucha social en que
están involucrados los jóvenes. Lucharán contra el capitalismo
mundializado como lo están haciendo las juventudes de medio mundo,
el carácter de su revolución tendrá que ser socialista de liberación
nacional, para sacudirse al mismo tiempo el yugo de los dueños del
Uruguay y de los dueños del mundo. La emancipación social en territorio
nacional implica la emancipación del capital transnacional y del poder
político militar de los EEUU, en un proceso revolucionario donde ambos
aspectos son indistinguibles e indiferenciables, como lo fueron en la
Revolución Cubana. Ahí estaremos los viejos sobrevivientes si nos dan
cabida y la chance de tirar alguna piedra.
Me niego a creer que todo se reduce a oponer un programa más acabado al
del Frente Amplio. La historia particular de cada organización
partidaria, así como la metodología empleada en relación con el
movimiento de masas y en el modo de tomar decisiones a la interna, hacen
tanto al programa como la reforma agraria o el no pago de la deuda
externa.
En lo personal, además, luego de una dramática experiencia de vida
política y viendo la perspectiva emancipadora desde la lucha social,
creo a pies juntillas que el nuevo movimiento revolucionario
anticapitalista se va a destacar por una postura moral muy principista.
Algo semejante a aquella luz moral de los primeros anarquistas y
comunistas que vinieron al Río de la Plata y concitaron el respeto y la
admiración. En nuestros primeros años, los tupamaros también supimos
preocuparnos por los valores ideológicos básicos como una forma de hacer
política. Aferrarse a los principios de la moral revolucionaria es un
mensaje que siempre encuentra oídos receptivos.
Debo reconocer no creo conveniente organizar un espacio partidario que
se diga de intención revolucionaria y participe en las elecciones
nacionales. Entiendo necesario dar a la juventud uruguaya un mensaje de
independencia y autonomía., de principismo. En estos años y en el
Uruguay quiero estar bien lejos del estalinismo, lejos del pragmatismo,
lejos del doble discurso, lejos de los acuerdos que dejan de lado
principios para obtener una banca, lejos del oportunismo electoralista y
de la utilización interesada de los demás. Votaré en blanco hoy y en el
ballotage. Estoy demasiado viejo para dejarme arrear al matadero de
ojos abiertos.
Un abrazo fraternos a todas y todos, incluso a aquellos que luchan por
la revolución y no están de acuerdo conmigo en esta instancia electoral.
Lo que vota no es la definición más trascendental de una persona. Algo
hemos aprendido en ese sentido ¿no es así?
domingo, 26 de octubre de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.