”El
Lalo los junta a todos”, me comentó el Inge Manera al pasar y fué así,
vinimos de todas partes, salimos de todas las cuevas, para darnos el
abrazo lleno de recuerdos rodeando a Ibiray.
Nos
convocó el reconocimiento a los compañeros que sacan adelante Ibiray, a
su fraternal preocupación por los que están en las peores y su
dedicación a ls tarea del “salvataje”.
“¿Para qué se juntan tantos viejos?” le preguntó Juan a Veronika. Pues para un “trille” de patio de recreo, para
reconocer algunos rostros que se habían perdidos en las lejanías del
tiempo y la distancia, para repetir viejos relatos recontrasabidas, para
recordar a propios y ajenos, para recrear las viejas bromas, las
livianas, las medio pesadas y algunas pesadas del todo. Para no vernos
solamente en los velorios y salas de tratamientos intensivos.
Medio
siglo después de aquél ’69 del abajo que se mueve, de esa historia de
lucha que, a la vista está, nos unió para siempre, el reencuentro
también tiene un gustito a reivindicación del pasado colectivo, a
reapropiación de lo que vivimos con tanta intensidad, tan íntimamente
unidos por el afecto al compañer@. Después de todo, esa épica dió
sentido a nuestra vida y, más allá de que cuarenta años después
navegamos hacia puertos muy diferentes, aquella historia valió la pena y
nos resistimos a renegar de ella.
Bueno
para la salud mental, bueno para mantener el ánimo, bueno para el
esfuerzo de sobrevivir hasta los cien. Seguramente, por saber que es
bueno para nosotr@s, tantos hij@s deciden soportar el aburrimiento y nos
acompañan para divertirse viendo la catarsis de los “adultos mayores”.
Esta vez, la buseca estaba buenísima.
Felicitaciones Ibiray. Hasta el año que viene.
Abrazos a tod@s
Tambero
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