jueves, 30 de octubre de 2014
El Gran Bonete
Por Jorge Zabalza
Hoy 30 de octubre 2015 salió en Voces
Según cuenta la historia, durante más de un siglo el Partido Nacional y el Partido Colorado, operadores de los dueños del Uruguay y de las empresas extranjeras, apostaron a la demagogia como forma de obtener el consentimiento necesario del electorado pobre y trabajador. Educaban en la pasividad votante: enseñaban a ser pacientes durante cinco años pues les bastaba conque en cada elección fueran receptivos y sensibles a sus requerimientos.
A fines de los '50 se les complicaron las cosas: el pueblo trabajador se movilizó, trasladó la lucha a la calle y creó una nueva forma de hacer política. Se derrotó la estrategia elitista y despolitizadora en el mano a mano, puerta a puerta, ómnibus a ómnibus, mostrador a mostrador, comité a comité. Se venció al dominio ideológico creando opinión popular en los capilares de la sociedad. Los votantes dejaron de ser simples votantes en 1971. El crecimiento político de decenas de miles de luchadores sociales fue la razón secreta de la superviviencia del Frente Amplio en la intimidad de cada hogar y de cada corazón. En 1983 renació en la organización y la militancia de las bases populares.
En un momento dado, alrededor de 1990, comenzaron a molestar esos militantes que perdían el tiempo pensando y discutiendo y que resistían la religión del cambio pragmático hacia el centro y la derecha. En la política moderna hay que andar a todo trapo decían los grandes dirigentes: el militante no rentado va muy lento. Elegido intendente de Montevideo, Tabaré Vázquez resolvió el desfasaje de velocidades de un solo golpe, rompiendo el cordón umbilical que lo alimentaba con las posturas de izquierda de las bases. Sabotearon administrativamente los comités de base, se expulsó a los “asquerosos” que no se dejaban domar, se transformó el Frente Amplio en un movimiento de votantes pasivos, desorganizando lo organizado.
Hasta la semana final de esta campaña electoral del 2014 dominó el desinterés y la indiferencia. Es el efecto deseado de una persistente acción política hacia adentro del Frente que logró desalentar la participación política. El triunfo de Tabaré consagra el retorno a la vieja manera demagógica de la política: nosotros, los caudillos, gobernamos, y ustedes, los creyentes, de la casa al trabajo y del trabajo a la casa hasta dentro de cinco años, cuando les regalemos nuevas banderas y pegotines.
Nada permite pensar que, con Tabaré en la cumbre, se vaya a impulsar la politización, la movilización y la participación popular. Nadie puede decir que ha sido engañado: todos los votantes frenteamplistas conocen de sobra sus ínfulas autoritarias y lo respaldaron.
Daniel Chasquetti y Adolfo Garcé sostienen que el espectro electoral uruguayo se desplazó levemente hacia la izquierda. Por temor al oligarca, auténtico neoliberal sin asistencialismo social, la gente se volcó masivamente a votar la copia neoliberal con asistencialismo, al nacido en La Teja, barrio obrero al que regresa cada cinco años. La pregunta final: ese gobierno más de derecha que de centro al que apoya un espectro ligeramente inclinado a la izquierda... ¿a quién hará pagar la cuenta por la caída en el precio de las materias primas? ¿nuevamente habrá que trasladar la lucha política a las calles y plazas, como en España, como en Grecia?
domingo, 26 de octubre de 2014
Desde Santa Catalina
Apenas se logra comprender las
diferencias entre las Zonas Francas creadas en 1987 por Sanguinetti,
Lacalle y Jorge Batlle, criticadas por entregar el país a las
transnacionales y los privilegios concedidos a las Zonas Francas por
Mujica-Vázquez-Astori en el período 2005-2014, argumentando que crean
trabajo y aumentan el producto bruto interno.
¿Cómo distinguir entre los abrazos de Lacalle y Jorge Batlle dieron a George Bush (padre) y los abrazos que Mujica regala a Obama y Julissa Reynoso? ¿cuál de los dos presidentes de EEUU es más genocida que el otro? ¿por qué en un caso se hablaba de “sumisión” y en el otro se dice con orgullo que “hablaron de igual a igual”? ¿es igual Mujica que Obama?.
¿Cuán distintos son el “olvido y perdón”, política de impunidad con vaselina de Astori, Mujica y Vázquez, de la impunidad sin lubricante de Sanguinetti, Lacalle Herrera y Jorge Batlle?. Tampoco se puede diferenciar la tortura-instrumento de educación progresista que impide a los adolescentes escapar de las cárceles, de la tortura-método para destrucción moral y síquica empleado por las fuerzas armadas y la policía desde 1968 en adelante.
Es un contrasentido de la lógica más elemental que se sostenga que el camino al socialismo pasa por privilegiar las ganancias de los bancos, los estancieros y las empresas extranjeras. Las contradicciones y las estupideces en el discurso frenteamplista hacen que los jóvenes se retraigan y se alejen de las capillas; no sienten los lazos afectivos que los más viejos al Frente Amplio. No vivieron las persecuciones y violencia que crearon la identidad pueblo-Frente Amplio en los '70 y la recrearon desde 1983. Será el menos malo de todos los partidos del sistema, como dicen, pero no les conmueve las entrañas el relato de rejas y palos de sus abuelos, madres y padres.
En los dos últimos períodos electorales, los menores de veinticinco participaron masivamente en las luchas sociales trascendentes: el “Voto Rosado” para anular la ley de la Impunidad; la movilización en defensa de la tierra, del agua y del aire y, en concreto, contra el proyecto de minería a cielo abierto de Aratiri y el gobierno; y, ahora, el “No a la Baja” contra el proyecto reaccionario de bajar la edad de imputabilidad. Huyeron de los partidos pero generan acción política por fuera de ellos, los colocan entre la espada y la pared y los obligan a definirse. No sienten el fervor de la campaña electoral, parecen indiferentes y desinteresados, pero se entusiasmaron con luchas y movilizaciones altamente ideologizadas.
El fenómeno tiene varias lecturas, la más popularizada es que la juventud “no quiere nada, no es como nosotros, los del '80 o los del '83”; con menos prejuicio en las gafas, se podría comparar el alejamiento masivo de las estructuras partidarias de hoy, con el que protagonizamos en 1960 los que teníamos menos de veinticinco años. Son los mismos interrogantes e idéntico desencanto. Ayer entendimos la necesidad del socialismo y se abrieron nuevos caminos de lucha... ¿Podrá ocurrir lo mismo a la juventud actual? Plantearse el problema anticipa la respuesta positiva. Probablemente, casi que con toda seguridad, a nueva nueva izquierda surgirá de las necesidades lucha social en que están involucrados los jóvenes. Lucharán contra el capitalismo mundializado como lo están haciendo las juventudes de medio mundo,
el carácter de su revolución tendrá que ser socialista de liberación nacional, para sacudirse al mismo tiempo el yugo de los dueños del Uruguay y de los dueños del mundo. La emancipación social en territorio nacional implica la emancipación del capital transnacional y del poder político militar de los EEUU, en un proceso revolucionario donde ambos aspectos son indistinguibles e indiferenciables, como lo fueron en la Revolución Cubana. Ahí estaremos los viejos sobrevivientes si nos dan cabida y la chance de tirar alguna piedra.
Me niego a creer que todo se reduce a oponer un programa más acabado al del Frente Amplio. La historia particular de cada organización partidaria, así como la metodología empleada en relación con el movimiento de masas y en el modo de tomar decisiones a la interna, hacen tanto al programa como la reforma agraria o el no pago de la deuda externa.
En lo personal, además, luego de una dramática experiencia de vida política y viendo la perspectiva emancipadora desde la lucha social, creo a pies juntillas que el nuevo movimiento revolucionario anticapitalista se va a destacar por una postura moral muy principista. Algo semejante a aquella luz moral de los primeros anarquistas y comunistas que vinieron al Río de la Plata y concitaron el respeto y la admiración. En nuestros primeros años, los tupamaros también supimos preocuparnos por los valores ideológicos básicos como una forma de hacer política. Aferrarse a los principios de la moral revolucionaria es un mensaje que siempre encuentra oídos receptivos.
Debo reconocer no creo conveniente organizar un espacio partidario que se diga de intención revolucionaria y participe en las elecciones nacionales. Entiendo necesario dar a la juventud uruguaya un mensaje de independencia y autonomía., de principismo. En estos años y en el Uruguay quiero estar bien lejos del estalinismo, lejos del pragmatismo, lejos del doble discurso, lejos de los acuerdos que dejan de lado principios para obtener una banca, lejos del oportunismo electoralista y de la utilización interesada de los demás. Votaré en blanco hoy y en el ballotage. Estoy demasiado viejo para dejarme arrear al matadero de ojos abiertos.
Un abrazo fraternos a todas y todos, incluso a aquellos que luchan por la revolución y no están de acuerdo conmigo en esta instancia electoral. Lo que vota no es la definición más trascendental de una persona. Algo hemos aprendido en ese sentido ¿no es así?
¿Cómo distinguir entre los abrazos de Lacalle y Jorge Batlle dieron a George Bush (padre) y los abrazos que Mujica regala a Obama y Julissa Reynoso? ¿cuál de los dos presidentes de EEUU es más genocida que el otro? ¿por qué en un caso se hablaba de “sumisión” y en el otro se dice con orgullo que “hablaron de igual a igual”? ¿es igual Mujica que Obama?.
¿Cuán distintos son el “olvido y perdón”, política de impunidad con vaselina de Astori, Mujica y Vázquez, de la impunidad sin lubricante de Sanguinetti, Lacalle Herrera y Jorge Batlle?. Tampoco se puede diferenciar la tortura-instrumento de educación progresista que impide a los adolescentes escapar de las cárceles, de la tortura-método para destrucción moral y síquica empleado por las fuerzas armadas y la policía desde 1968 en adelante.
Es un contrasentido de la lógica más elemental que se sostenga que el camino al socialismo pasa por privilegiar las ganancias de los bancos, los estancieros y las empresas extranjeras. Las contradicciones y las estupideces en el discurso frenteamplista hacen que los jóvenes se retraigan y se alejen de las capillas; no sienten los lazos afectivos que los más viejos al Frente Amplio. No vivieron las persecuciones y violencia que crearon la identidad pueblo-Frente Amplio en los '70 y la recrearon desde 1983. Será el menos malo de todos los partidos del sistema, como dicen, pero no les conmueve las entrañas el relato de rejas y palos de sus abuelos, madres y padres.
En los dos últimos períodos electorales, los menores de veinticinco participaron masivamente en las luchas sociales trascendentes: el “Voto Rosado” para anular la ley de la Impunidad; la movilización en defensa de la tierra, del agua y del aire y, en concreto, contra el proyecto de minería a cielo abierto de Aratiri y el gobierno; y, ahora, el “No a la Baja” contra el proyecto reaccionario de bajar la edad de imputabilidad. Huyeron de los partidos pero generan acción política por fuera de ellos, los colocan entre la espada y la pared y los obligan a definirse. No sienten el fervor de la campaña electoral, parecen indiferentes y desinteresados, pero se entusiasmaron con luchas y movilizaciones altamente ideologizadas.
El fenómeno tiene varias lecturas, la más popularizada es que la juventud “no quiere nada, no es como nosotros, los del '80 o los del '83”; con menos prejuicio en las gafas, se podría comparar el alejamiento masivo de las estructuras partidarias de hoy, con el que protagonizamos en 1960 los que teníamos menos de veinticinco años. Son los mismos interrogantes e idéntico desencanto. Ayer entendimos la necesidad del socialismo y se abrieron nuevos caminos de lucha... ¿Podrá ocurrir lo mismo a la juventud actual? Plantearse el problema anticipa la respuesta positiva. Probablemente, casi que con toda seguridad, a nueva nueva izquierda surgirá de las necesidades lucha social en que están involucrados los jóvenes. Lucharán contra el capitalismo mundializado como lo están haciendo las juventudes de medio mundo,
el carácter de su revolución tendrá que ser socialista de liberación nacional, para sacudirse al mismo tiempo el yugo de los dueños del Uruguay y de los dueños del mundo. La emancipación social en territorio nacional implica la emancipación del capital transnacional y del poder político militar de los EEUU, en un proceso revolucionario donde ambos aspectos son indistinguibles e indiferenciables, como lo fueron en la Revolución Cubana. Ahí estaremos los viejos sobrevivientes si nos dan cabida y la chance de tirar alguna piedra.
Me niego a creer que todo se reduce a oponer un programa más acabado al del Frente Amplio. La historia particular de cada organización partidaria, así como la metodología empleada en relación con el movimiento de masas y en el modo de tomar decisiones a la interna, hacen tanto al programa como la reforma agraria o el no pago de la deuda externa.
En lo personal, además, luego de una dramática experiencia de vida política y viendo la perspectiva emancipadora desde la lucha social, creo a pies juntillas que el nuevo movimiento revolucionario anticapitalista se va a destacar por una postura moral muy principista. Algo semejante a aquella luz moral de los primeros anarquistas y comunistas que vinieron al Río de la Plata y concitaron el respeto y la admiración. En nuestros primeros años, los tupamaros también supimos preocuparnos por los valores ideológicos básicos como una forma de hacer política. Aferrarse a los principios de la moral revolucionaria es un mensaje que siempre encuentra oídos receptivos.
Debo reconocer no creo conveniente organizar un espacio partidario que se diga de intención revolucionaria y participe en las elecciones nacionales. Entiendo necesario dar a la juventud uruguaya un mensaje de independencia y autonomía., de principismo. En estos años y en el Uruguay quiero estar bien lejos del estalinismo, lejos del pragmatismo, lejos del doble discurso, lejos de los acuerdos que dejan de lado principios para obtener una banca, lejos del oportunismo electoralista y de la utilización interesada de los demás. Votaré en blanco hoy y en el ballotage. Estoy demasiado viejo para dejarme arrear al matadero de ojos abiertos.
Un abrazo fraternos a todas y todos, incluso a aquellos que luchan por la revolución y no están de acuerdo conmigo en esta instancia electoral. Lo que vota no es la definición más trascendental de una persona. Algo hemos aprendido en ese sentido ¿no es así?
jueves, 9 de octubre de 2014
Voto y herejía
.
VOTO Y HEREJÍA
Por Jorge Zabalza para Voces.
“Sintéticamente, no comparto las políticas que implican someter el país y a su población al modelo económico “global” de los capitales transnacionales en el que, a pesar de los discursos, la mitad de los trabajadores gana menos de 15.000 pesos. Discrepo con el proceso de concentración y extranjerización de la propiedad de la tierra. No estoy de acuerdo con los privilegios abusivos (exoneraciones tributarias, puertos, zonas francas, leyes hechas a la medida) concedidos a la gran inversión extranjera y negados en cambio a la inversión y al trabajo nacionales. (…) Me indigna la ley de bancarización obligatoria (hipócritamente denominada de “inclusión financiera”), que favorece el endeudamiento de la población de menos recursos y significa la intromisión inevitable de los bancos en todas las transacciones económicas, incluido el pago de los sueldos”. Coincido totalmente con la columna “el voto discrepante” de Hoenir en el VOCES del 2 de octubre. No es la primera coincidencia que tengo con la familia Sarthou y espero que no sea la última.
“Sintéticamente, no comparto las políticas que implican someter el país y a su población al modelo económico “global” de los capitales transnacionales en el que, a pesar de los discursos, la mitad de los trabajadores gana menos de 15.000 pesos. Discrepo con el proceso de concentración y extranjerización de la propiedad de la tierra. No estoy de acuerdo con los privilegios abusivos (exoneraciones tributarias, puertos, zonas francas, leyes hechas a la medida) concedidos a la gran inversión extranjera y negados en cambio a la inversión y al trabajo nacionales. (…) Me indigna la ley de bancarización obligatoria (hipócritamente denominada de “inclusión financiera”), que favorece el endeudamiento de la población de menos recursos y significa la intromisión inevitable de los bancos en todas las transacciones económicas, incluido el pago de los sueldos”. Coincido totalmente con la columna “el voto discrepante” de Hoenir en el VOCES del 2 de octubre. No es la primera coincidencia que tengo con la familia Sarthou y espero que no sea la última.
La expansión de la
soja transgénica y de los agrotóxicos, las plantas de celulosa, la megaminería
podrán aumentar las cifras de nuestras exportaciones pero no nos harán más
libres ni más sanos. Creo que el experimento Tabaré-Mujica-Astori (múltiplos
cuyo orden puede cambiarse sin alterar el resultado), compartido por los cuatro
partidos del sistema, fortaleció los vínculos de dependencia del Uruguay: basta
con la caída de los precios de la soja en la bolsa de Chicago o con una
decisión de la Reserva Federal de los EEUU, para que llegue a su fin la fiesta
iniciada en el 2004. De ojos bien abiertos, el Uruguay Progresista camina hacia
el desbarranque. ¿Qué pasará cuando ocurra lo que le ocurrió a la
socialdemocracia en Europa? ¿Qué pasará cuando se cierre la canilla del MIDES y
el gobierno se vea “obligado” a desvincular los salarios de la inflación?.
Hay que preguntarse si
en el marco del capitalismo “global” son posibles políticas económicas y
sociales de carácter popular, diferentes a estas que instrumenta el astorismo.
Se llegó a un punto de la historia -cambio climático más miseria globalizada
más aventuras guerreras de los EEUU- en que no caben más retoques, la única
salida es luchar contra el capitalismo antes que termine con el mundo:
socialismo o muerte pero, en concreto, en este Uruguay de la alienación
progresista ¿hay espacios políticos para esa necesaria lucha anticapitalista?
Cuando el gobierno y el parlamento aprobaron la ley que privilegia la instalación de la megamina a
cielo abierto en Valentines, no previeron la firmeza de los movimientos
sociales para oponerse al “Plan Aratiri” (regasificadora para alimentar de
energía la megamina y un mineroducto que llevaría el mineral al puerto de aguas
profundas en Rocha). Se movilizaron en Cerro Chato y Valentines los
supuestamente beneficiarios de los puestos de trabajo que falsamente prometía
la empresa. En Tacuarembó se recogieron 14.000 firmas rechazando futuras
aventuras de megaminería. Paradójicamente el descontento se hizo lucha en el
interior profundo, por lo general pasivo frente a las decisiones
gubernamentales que les caen del cielo. Si los gobernantes fueran más
sensibles, pensarían dos veces antes de ir a mendigar a Finlandia por una nueva
planta de celulosa. Por su parte, el puerto de aguas profundas también despertó
gran descontento entre los pobladores de la Costa Atlántica que continúan
movilizados en defensa del agua, del aire y de la tierra. Con idénticas
convicciones continúa la recolección de firmas para impulsar un plebiscito a
nivel nacional. Las luchas dispersas confluyeron en las marchas masivas por la
Avenida Dieciocho de Julio, que lograron romper el cerco informativo y que el
gobierno postergara la firma del contrato con Aratiri. Sin dudas fue la
oposición más seria y contundente al capitalismo “global” en el Uruguay y, por
consiguiente, a la anterior pregunta hay que responderle que sí, que hay
espacios sociales y políticos para un movimiento anticapitalista.
No estamos inventando nada nuevo. Es solamente una lección recogida en
la historia reciente del movimiento popular uruguayo porque...¿de dónde
surgieron el Congreso del Pueblo y la CNT, las organizaciones que cambiaron el
panorama del Uruguay de los '60? ¿Producto de qué fueron las organizaciones
revolucionarias que conmovieron la sociedad (MLN, OPR-33, GAU, MIR)? ¿Cuál fue
el vientre donde se gestaron los Raúl
Sendic, León Duarte y Héctor Rodríguez?: la lucha de los gremios solidarios, de
los cañeros UTAA, de los trabajadores de FUNSA, del movimiento estudiantil de
solidaridad con Cuba Revolucionaria..... en el mismo momento que se daba la
lucha social y reivindicativa, confluyeron de corrientes anticapitalistas
muchas de ellas electoralistas y parlamentarias y se fueron formando luchadores
y organizaciones por la revolución: eran fases diferentes de un proceso
histórico único. Aspectos diferentes de
un desarrollo continuo, que no es posible analizar cada cual por separado,
aislándolos entre sí, son como las fases que muestra la luna en un mismo
momento según el punto del planeta desde el cual se la observa. Hoy día, la
gente pelea por detener la barbarie de la megaminería pero, al mismo tiempo,
sin solución de continuidad, se está enfrentando las concepciones capitalistas
en varias de sus dimensiones y, al interior de la lucha social, hay sectores
que cobran consciencia de la necesidad de la transformación revolucionaria de
la sociedad.
La madre del movimiento anticapitalista es la lucha social. Y en ella,
los luchadores que se independizaron de la disciplina partidaria, comienzan a
pensar con autonomía, dejan de aplaudir sin pensar y eligen otro camino, el de
la justicia social. Surge el pensamiento crítico e independiente y los
caminantes se fijan sus propias reglas de juego. Las vicisitudes de la lucha y
las diferencias que surjan, crearán la necesidad de que los afines se vayan
agrupando en distintas corrientes ideológicas, algunas de ellas con ideas
revolucionarias. El conjunto conformará un movimiento muy complejo que será a
la vez socialmente reivindicativo, anticapitalista y revolucionario, todo
depende de donde se ubique el que analiza la lucha. Claro que hay quienes creen
que en 1960 se juntaron cuatro o cinco “cráneos” que cranearon la teoría sobre
cómo hacer la revolución y luego convocaron a las masas para que se sumaran a
la lucha. No fue así, no será así. La organización revolucionaria surge
naturalmente por necesidad de las luchas de los movimientos sociales. Ni antes
ni después, en su interior.
Por eso me resulta imposible analizar la actual campaña electoral por
separado de la lucha contra la megaminería, del proceso de surgimiento de un
movimiento anticapitalista y de la construcción del movimiento revolucionario.
Desde este punto de vista, el voto discrepante es bastante más que un voto en
blanco o nulo: aunque el votante no lo perciba, puede ser su primer gesto de
conquista de la independencia y de la autonomía. Un acto trascendental de su
vida política individual, que le cambiará sus gafas y le permitirá percibir la
realidad desde un punto de vista muy diferente al del aceptar y acatar. El o la
votante, decepcionada por la adscripción de “su” gobierno a todo lo que antes
se había criticado, irritada por los ataques sin fundamento de la santa
inquisición, toma la decisión de separarse de la feligresía y convertirse en
hereje y la herejía fue la condición previa al surgimiento de movimiento
revolucionarios de nuevo tipo, la herejía de Carlos Marx y Federico Engels, la
de Bakunin y Malatesta, la de Lenin y Trosky, la de Fidel y el Ché Guevara. La
de Raúl Sendic.
Jorge Zabalza
Suscribirse a:
Entradas (Atom)