jueves, 27 de enero de 2011

Opinión

De Margarita ”Pegui” Mercklen
Querido Tambero:  hermano:  ayer  terminé de leer tu libro, pero no pude escribirte (nietos, etc. que atender hasta muy tarde...) pero no quiero que pase más tiempo sin comunicarme contigo.

   Esperaba, con mucha ansiedad, la posibilidad de leerlo...  de tenerlo en mis manos, llevarlo para donde quistera y leerlo de a poquito (pero no tanto)  para poder comprenderlo...

  Te estoy escribiendo desde mi corazón tupamaro... (yo no se analizar las cosas como lo hacen ustedes... pero se analizarlas, desde mi realidad (un poco o un mucho centroamericana, panameña, latinoamericana y también uruguaya desde todo lo que ha sido mi vida...)

  Es el libro que estaba eperando, necesitando, el que seguiré regalando lo más que pueda a mis amigos queridos, a mi familia, por donde estén... (casi todos en  Amércia Latina pero algunos en Europa...) porque es necesario que lo puedan tener, leer, ir a él cuando necesiten recordar o comprender algo ... un libro importante para nosotros...

   Siento muchas cosas que deseo comentarte...

 En primer lugar que  reivindicas la lucha armada como un derecho de nuestros pueblos, como un deber moral hacia la defensa de nuestras tierras...  en el anhelo de   liberación... como un recurso que se tomará siempre que sea necesario y al cual tenemos derecho quienes somos hijos de estas tierras que han sido esclavizadas desde hace tantos años por los poderosos imperios de turno... siempre para robarnos... para menospreciarnos, para hacernos esclavos de sus antojos... para llevarse nuestros tesoros, en toda época,... hasta en nuestros tiempos... como sucedió con la invasión a Panamá, que se robaron, (los gringos... ) todo el oro  (en las joyas milenarias de las culturas  pre-colombinas... enormes piezas de oro... hermosísimas...) y lo mejor de sus muestras... y era en 1989...

  La forma como tu reivindicas esa nuestra  lucha  tupamara,( la  misma que  se da en cada movimiento de los que han existido y existen en cada uno de nuestros pueblos latinoamericanos)...  y lo haces de una forma que incluyes a todos en el mismo derecho, la misma respuesta, el mismo valor de hombres y mujeres que defienden sus tierras, sus hijos, sus vidas, sus alimentos, sus culturas, sus derechos, que quieren vivir en justicia.... pueblos y movimientos armados pero que aman la paz y la defienden con sus vidas...  y con las armas que tengan, en sus manos de pueblo... valerosas... imprescindibles....

  Es importante que hayas puesto sus palabras (las de Raúl),  en casi todo momento... así podremos tenerla con nosotros siempre... ir a ellas... consultarle aún ahora... pensando qué pensaría él de alguna cosa que nos interese en forma especial y no sepamos cómo resolver...

  Me ha quedado claro todo lo que significa ser tupamaro... lo que el Bebe pensaba sobre las cosas mas trascendentes de la vida de los puelos... la economía, el derecho a la tierra, la soberanía dentro de la hermandad de nuestros pueblos... la lucha contra la opresión, que nos viene siempre de los impoerios y por el poder del dinero... la necesidad de unión,  en los planteos de la Patria Grande,  desde  los ideales de Artigas...

  También me quedó claro la forma como él razonaba, pensaba y comprendía a los demás... siendo tan sabio, tan humilde, tan exacto en sus apreciaciones... (me gustaba mucho ir a conversar con él... cosa que siempre me pedía, que  lo fuera a visitar... y  alcancé a llevarle  a mi padre, que había sido profesor de él en Flores... y a Denis...mi sobrino... y  fui a conocerlo  en compaía de Stella Calloni,( hermana argentina que me dio la vida en Panamá...)  a llevarle de regalo un libro que había pedido para él a un iondígena kuna... (era su tesis doctoral de educación... sobre su cultura KUNA... el autor se llama Aiban Wagua...  (quien  se quedó con la fotocopia...y  me regaló  los originales  para que se los trajera  a Raúl...)  y se lo traje porque sabía que le interesaba mucho los indígenas... y es un libro precioso con toda la cultura kuna...

 Yo aún no conocía personalmente a Raúl...  fue  recién a mi regreso en 1986... que pude conocerlo... junto con mi amiga periodista, que tantas cosas importantes ha escrito sobre toda nuestra América Latina y sus procesos...  fue muy lindo estar allí con él...(son (frecuerdos...)

  Y me llegó sobremanera que terminaras, casi, tu libro, con el hecho de la Tablada... porque fue tan monstruosa esa matanza... porque no se puede  criticar de cualquier manera cuando se está entregando la vida, jóvenes tan jóvenes algunos, compañeros de tanta experiencia y entereza moral otros.. que  él quería y respetaba muchísimo ( como a Gorriarán Merlo)... es importante leer esa crítica que está dada desde la profundidad de vida que llevaba... sobre todo frente a la demás prensa que tan ligeramente juzgaba ...y algunos personajes de aquí...

  (Me tocó  muy de cerca porque mi sobrino Denis, que vivía en esos momentos en Buenos Aires, estaba muy relacionado con ellos, perdió a varios compañeros-amigos, lo que me contó fue mostruoso... y es importante sentir que, (aunque se hubieran equivocado... porque no es tan fácil saber cómo van a ser los hechos como para decidir exactamente qué y cómo hacer... y a veces no se conocen todos los recursos que tiene el enemigo... pero la entrega de ellos, los motivos que los llevaron a realizar ese ataque, etc. no pueden ser pisoteados cuando se han dado tantos muertos, masacrados de esa manera y que eran compañeros latinoamericanos y hermanos, muy hermanos nuestros, nosotros mismos en ellos... y quizás nosotros mismos muriendo también...

   Para mi  ése es el punto más fuerte de tu libro... (así lo  siento )  ... y el que confirma, para siempre, que de todas formas, la lucha armada es válida para los pueblos, aunque a veces no puedan triunfar y caigan dando sus vidas... y hay que honrarlos, respetarlos y amarlos en esa entrega por siempre...

  Esa  es la sangre que abona nuestro destino de pueblos libres que lograremos algún día... ese sentir...

  ^Partiendo de ahí, (o sea, del final... así lo entiendo yo)   se entiende, entonces, todo el asunto que relataste antes... desde los orígenes tupamaros,  hasta la moral revolucionaria  que es al final... todo se comprende desde ese último relato de la entrega de ellos en la Tablada... y se termina de comprender en la lista de compañeros... tantos... (muchos de Durazno, que conocimos...( fui compañera  de liceo por años de José Artigas, por ej... y estamos ligados con Fernán, por la curiiosa coincidencia de su muerte con el nacimiento de Lautaro... (es tema de mi cantata en la muerte del personaje...)  y de Roberto y Alberto... sólo no recuerdo o quizás no conocí a Ramos Filippini (pero si a su familia que quiero mucho)...

  Está todo enterito el libro... y la persona de Raul, su integridad, su profundidad, su capacidad de análisis, su forma natural de ver la vida... está muy bien planteada... junto con lo que ha sido la historia del MLN.

  Tu bien sabes que yo (aunque siempre estuve enamorada del MLN, recién pude integrarme orgánicamente al regreso de Panamá... (antes cuidé a los hijos, traté de poder trabajar... etc.) hay mucha cosa que yo no conozco, que no supe nunca... fue en el 86...

  Hay algo, también, que transmites muy claramente:  dices tu, en algún lugar, que tuviste un alejamiento con el Bebe... (yo no se de éso) pero se lee en tu libro... y se lee, también, ese deseo de tener la posibilidad de comunicarte con el, de alguna forma, para poder darle un abrazo, decirle mucha cosa que no pudiste, que quizás ves ahora de otra forma y antes no podías... a veces la vida se nos da así... creo que es muy importante lo que has escrito, el respeto y cariño con que has redactado este libro... creo que él,  con esa mireada que tan bien está planteada en la tapa... te estará mirando, comprendiendo y dando su sonrisa... entre compañeros, a veces, también se discute mucho y no se alcanza a comprender rápidamente algunas cosas, cuando hay  visionarios entre nosotros... como era él... Creo que Raúl  está agradecido por lo que has planteado y que en tu planteo podrán verlo, desde cualquier parte del mundo, como lo que es... porque no ha muerto...

  Querido Tambero:   querdio hermano... tu libro comienza dedicado a tu hermano y termina con un pedido a la vida para que pueda estar Raúl,  de alguna forma, entre nosotros... a través de tu libro estará... cada vez que lo honremos, estará... cada vez que vayamos a mirar qué decía,  cómo tomaba las cosas, que le parecía importante... estará... seguramente que estará en nosotros y  entre nosotros,  estará en el corazón de nuestro pueblo y en muchos otros lejos, que lo amarán de alguna forma y serán comprometidos a su altura, con sus procesos  de liberación....

  Todo tu libro es un mensaje de respeto, de amor, de lucha, de entrega tupamara... es un homenaje a la muerte tupamara dando vida... quizás sea como mis arbolitos, que están pequeños y con el sol se han secado mucho... pero con el agua del riego constante... han comenzado a salir hojitas verdes de, entre las ramas secas... que se van haciendo grandes y cubriedo todo el árbol, de a poquito... así será nuestros pueblos latinoamericanos y entre ellos el nuestro... de entre tanta  vida  caída... tanta muerte  que ha secado tanta vida intensa... de entre tanta hoja seca saldrá la hojita verde... y tu libro será un riego indispensable, precioso, para que surja...
  Gracias, Jorge... a vos, a tu compañera Verónika,  a Carlitos y Cecilia, que están todos en él...  gracias... me siento muy cerca de todos ustedes y creo que el esfuerzo (que ha sido enorme)... no será en vano...

  Reciban un abrazo muy grande de quien los quiere mucho.. 
Margarita

lunes, 17 de enero de 2011

Demasiado desencanto

ESCRITO POR: Rosario Touriño

Sendic
En tiempos de incertidumbre ideológica, cuando las izquierdas –aun gobernando– no parecen tener modelos claros y alternativos al capitalismo, el pensamiento y la figura del mítico Raúl Sendic aparecen como un norte vigente. Una reedición ampliada del ya conocido trabajo de Samuel Blixen y la reciente aparición del libro de Jorge Zabalza dan cuenta de eso. En este informe se reseñan ambas obras y se entrevista a quien compartiera con Sendic “11 años en los mismos calabozos”. —¿Sendic, como te dijo Xenia, su compañera, está olvidado en Uruguay?
—Las reflexiones de Raúl tienen una visión a largo plazo. Se fundamentan en el análisis del capital, su funcionamiento, sus relaciones con el trabajo y sus consecuencias sociales. Ese pensar a largo plazo es pensar en la lucha por el socialismo. Y en esta época en que el capitalismo ha fracasado, cuando hay una gran crisis que no se sabe bien cuándo terminará, el pensamiento de Raúl se hace más necesario. Muchos podemos estar desesperanzados, pero la palabra de Raúl es reconfortante y marca el norte. Por eso mantiene su vigencia. Creo que él está olvidado porque hay demasiado desencanto.
—¿En el caso de Sendic incidirá el estigma de la lucha armada?
—Yo no sé si hay un estigma con la lucha armada. En realidad el pueblo uruguayo ha aceptado que la guerrilla de los setenta luchaba por una causa justa, por los de abajo, y por eso hoy tenemos al presidente que tenemos. No se llega a la Presidencia sólo porque se es un buen chacarero o se vive en un barrio periférico, sino porque hay toda una historia, abonada además por muchísima sangre. En cierta manera, la gente puede no compartir los métodos de los setenta, pero sí la causa.
—Uno de los proyectos emblemáticos de Sendic fue el del Frente Grande, que no prosperó. ¿Esa idea no se superponía al Frente Amplio?
—La postura del mln planteada en 1987 en el Franzini reflejaba tres estrategias. Primero, el Frente Grande como un movimiento más social que partidario. Segundo, el fa como síntesis a la que había llegado la izquierda en Uruguay, para el cual estábamos pidiendo ingreso, algo que era rechazado tanto por (Liber) Seregni como por el pdc. Y en tercer lugar estaba la propuesta de una suerte de “estaca” clavada en el fa, un polo ideológico que sería luego el Movimiento de Participación Popular.
—Este último implicaba además una expresión electoral destinada a avanzar en la interna frenteamplista.
—Sí, claro, desde el principio. Los primeros diputados del mpp en 1989 fueron Helios Sarthou y Hugo Cores.
—Ese frentismo, ¿no lo desarrolla Sendic más intensamente cuando recupera la libertad?
—Nosotros participamos en las conversaciones previas a la conformación del fa. Incluso en diciembre de 1970 el mln planteó un alto al fuego para dar oportunidad al desarrollo del fa.
—Sin embargo, hasta hoy se escucha que el mln nunca fue muy pro Frente Amplio…
—No, nosotros hicimos un apoyo crítico. Entendíamos también que la creación del fa podía tener un desarrollo puramente electoral y se terminara entendiendo que el ejercicio de la ciudadanía no era la lucha concreta por un programa, sino votar cada cinco años.
—¿Y por qué no cuajó la propuesta del Frente Grande?
—Creo que a Raúl le faltó tiempo. En 1987, cuando se plantea, en Brasil estaba naciendo el Movimiento Sin Tierra, hoy en día el movimiento social más importante de América Latina. En ese mismo año nacía Vía Campesina en Paraguay y se hacen las primeras tomas de carreteras de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador. Había una efervescencia de los movimientos sociales. No sé si con Raúl el Frente Grande no hubiera tenido andamiento.
—¿El mpp en sus inicios no se movió con ese espíritu de reclutamiento variopinto?
—El mpp tuvo una época en que no pasó de un senador, pero fue muy importante su participación en los movimientos sociales: la lucha con los trabajadores de El Espinillar, los cañeros de Bella Unión, el movimiento de colonos. También fue importante la colonización del mpp en la periferia de Montevideo. Entre 1995 y 2000 se da el crecimiento explosivo del mpp y luego viene el desarrollo actual, donde es un partido más. (Julio) Marenales dice que es un “gigante estúpido”.
—En el libro decís que en determinado momento te alejaste de Sendic y que nunca tendrías que haberlo hecho.
—Como en toda organización, el mln tenía sus pujas de poder. Estuvimos 11 años en los mismos calabozos, aunque incomunicados, con Raúl. Salvo en los momentos en que peleábamos contra nuestros verdugos, tuvimos la presión psicológica, la neurosis, y eso hizo que nos peleáramos entre nosotros. Y luego, en esa puja de poder, yo me alineé en las filas de quienes confrontaban fuerzas con Raúl, algo que nunca había hecho. Hoy considero que me equivoqué, y no tengo ningún problema en decirlo. Pero esa es una historia personal, que no puede de ninguna manera desmerecer el planteo del libro.
—¿Pero cuáles fueron los motivos que te llevaron a alinearte con otro grupo?
—Creo que tuvo que ver con que yo salí de la adolescencia política y dejé de ser un soldado, para pensar. Además, con 11 años de aislamiento a fuerza de reja y de mango, termina pensando hasta un ladrillo… ¿Por qué diablos estoy acá? ¿Qué es lo que me pasó? Y a partir de ahí uno empieza a cotejar. Tuvimos la suerte de que los rehenes que sobrevivimos salimos todos con una personalidad definida.
—¿No hubo ningún punto concreto de discusión?
—Sí, nosotros sosteníamos la reorganización del mln, cosa que para Raúl no era tan importante. Para él era más importante el desarrollo del movimiento social, con un programa muy de avanzada. Y en eso sí hubo serias diferencias. Luego se logró acordar para el acto del Franzini todo lo del Frente Grande. Es un planteo que también está olvidado, porque de a ratos yo escucho que la concreción del Frente Grande es ir a hablar con (Jorge) Larrañaga. Me parece algo muy macarrónico y hasta ridículo.
—Sendic tampoco rehuyó la crítica a la urss y al “socialismo real”...
—Sí, era un poco en la línea histórica del guevarismo. Hoy no somos tan ingenuos –decía Raúl– como para creer que el hombre cambia porque tenemos el poder. Por eso él se plantea primero el aspecto moral, el socialismo como la liberación del hombre y la mujer de los valores capitalistas, del egoísmo, el afán de lucro, la competencia desenfrenada.
—Hay quienes pueden catalogar esa visión como voluntarista o producto de una vanguardia de iluminados.
—¿Y quién define los valores del capitalismo? ¿Quién define ese carácter egoísta, patriarcal, que el hombre sólo tenga que moverse por el afán de la ganancia y para eso le pise la cabeza al de al lado? Esos valores no son repudiados siquiera por monseñor Cotugno. Los individuos andan corriendo como desenfrenados, basta con pararse en avenida Brasil y Benito Blanco. Los valores burgueses están tan integrados a nuestra forma de vida que ni siquiera somos capaces de analizarlos. Es más importante el constructor del socialismo que la propia estructura, porque si no va a estar teñida de los mismos valores que uno combate. ¿Cómo fue que de un día para el otro sobrevino el capitalismo en la urss o en China?
—En el libro hacés referencia a la falta de un proyecto en el mln.
—Sí, en “Las treinta preguntas a un tupamaro” le preguntan qué es el socialismo y él responde: Cuba. Pero nos quedábamos en eso y no había un desarrollo. Posiblemente fuera una de las cuestiones que el mln eludió discutir para mantener su unidad de acción. Y también es cierto que en medio de la clandestinidad no era muy fácil sentarse a discutir.
—¿Las izquierdas en el mundo se han quedado sin modelo?
—Eso creo que hace a la desesperanza de luchar por el socialismo. Antes había un modelo vago y general que satisfacía a todo el mundo, pero se aplicó, fracasó y mantuvo las armas melladas del capitalismo. Ahora se impone la reflexión, primero porque la revolución social sigue siendo una necesidad. Hay mil millones de individuos que se debaten en la miseria, y es una miseria infantil. La discusión del modelo puede ser más fácil porque hubo derrotas y hay sobre qué hablar. Uno no es Fu Manchú, pero la única verdad que existe es que los pueblos se levantan. ¿Quién iba a pensar que pudieran ocurrir las movilizaciones actuales en Francia y Grecia? Más socialdemocracia y engorde que en Europa no había en ningún lado, y sin embargo hay momentos en que la gente no soporta más. Esa confianza en el pueblo hay que seguirla teniendo, y surge del análisis de la historia. Ahora, saber cómo hacer para que el pueblo se levante puede llegar a ser también un delirio de grandeza.
—¿Qué pensaría Sendic del modelo del actual gobierno?
—No, no, yo no quiero hacer especulación. Sendic tenía las cosas muy claras y están ahí los planteos. Si un gobierno peleaba por la reforma agraria, él acordaría. ¿El mpp hoy? Yo he leído las resoluciones del congreso y hay una ausencia total del tema de la impunidad y el papel de las Fuerzas Armadas. Parece que es un tema tabú, y en una fuerza política que se pretende revolucionaria eso significa que hay algo que no anda muy bien. Y después, que no se va a profundizar la distribución de la riqueza no soy sólo yo que lo dice. El crecimiento de la riqueza que ha habido en Uruguay se traduce en una mayor desigualdad, lo cual no quiere decir que no haya un pesito más en el bolsillo de los pobres. Se planteó una contradicción en la interna del fa: Astori representaba todo lo malo del gobierno de Tabaré y Mujica significaba un aire nuevo. Pero –ya está la prueba después de un año– la política económica sigue siendo la misma. Mientras la locomotora china siga empujando la economía mundial, Uruguay va a tener esta misma bonanza, pero en el reparto de la torta la parte del león se la van a seguir llevando los dueños del país. 

Zabalza y su libro sobre Sendic
Espíritu insurrecto
Jorge Zabalza elige el final como comienzo. Arranca su libro relatando el instante en que le llegó la noticia de la muerte de Sendic, el 28 de abril de 1989. Aunque esperada, la despedida sumió a sus compañeros en un sentimiento de orfandad. Zabalza y Julio Marenales, como rehenes, compartieron los mismos calabozos con Sendic, donde –aislados entre sí– sufrieron una prolongada reclusión en condiciones infrahumanas. “La historia posterior demostraría que ninguno de nosotros tuvo uñas para tocar la guitarra que nos dejó Sendic”, escribe Zabalza con un primer dejo autocrítico. Aunque sin ahondar demasiado en el asunto, el escritor deja sentado que a partir de la liberación en 1985 se produjeron “encarnizadas pujas de poder” y se alejó “de quien no debió haberse apartado nunca”. Pero pronto lo vivencial –que ineludiblemente recorta toda la obra– deja paso al ideario del hombre que una vez abandonaría su carrera liberal en la ciudad para encolumnarse detrás de los cañeros y perderse entre los montes. Y es que el autor se propone deconstruir el pensamiento del guerrillero y proyectarlo hacia las nuevas generaciones. Recurre a múltiples textos, pero para hacerle honor a quien renegaba de la mera teoría, se detiene también en algunos mojones vitales que justamente amalgamaron pensamiento y acción.
La capacidad de percepción de las complejidades socioeconómicas del país que desplegaba el guerrillero –con una sensibilidad siempre indignada por el sufrimiento de los más pobres y excluidos–, y una mirada abierta y desprejuiciada que le permitió reformular sus estrategias en cada etapa, son dos de los elementos más reveladores que surgen del libro. Ese enfoque libre de ataduras le permitió distanciarse considerablemente del modelo soviético y otros hitos del socialismo real. Sendic entendía a la liberación como la búsqueda de un camino propio, centrado en el hombre y no en un régimen. Quizás había una mirada más antropológica, marcada por la obsesión de construir un individuo con otros valores más solidarios y austeros. El cambio no podía perseguirse sin una “revolución mental”. Para el tupamaro nacido en los campos de Chamangá (Flores), las estructuras centralizadas y disciplinadas podían ser la génesis del fracaso, por lo cual cobraban otra relevancia la autogestión, la autoeducación y la participación horizontal. El movimiento revolucionario organizado debía integrarse así con el “autoconvocado”. En este punto, Zabalza ve en Sendic a un verdadero adelantado, puesto que su amplitud de miras abría las puertas a los “sin tierra”, a los pueblos originarios y a los tipos más diversos de militancia social.
Buena parte de su enfoque –que fue afianzando especialmente en los artículos posteriores a su liberación– se apoyaba en análisis que no suenan polvorientos. El guerrillero daba cuenta del creciente incremento de la desocupación –aun en los países más desarrollados– como consecuencia de los avances tecnológicos, pero sobre todo del engrosamiento de los diversos bolsones de excluidos del sistema. Lucen turbadoras sus descripciones de los efectos del “salvajismo de las megalópolis”: “Mientras el sector privilegiado se atrinchera en sus residencias, donde vive prisionero de una delincuencia que contribuyó a crear, los otros sectores que no tienen la culpa, sufren igualmente sus consecuencias, como una plaga más que trajo el capitalismo decadente”, narraba en una de sus columnas de Mate Amargo (recopiladas en La deuda externa, la tierra y otros temas). Parecía captar precozmente fenómenos que posteriormente se consolidarían. Así, veía cómo el proletariado industrial –aquel capaz de organizarse en torno a sindicatos– venía reduciéndose en todo el mundo, y en su lugar aparecían nuevas masas de marginados de muy difícil organización. Esa multitud de rostro múltiple, en la que también incluía a los cuentapropistas, constituye el sustrato de su concepción del Frente Grande, como un movimiento popular y amplio, que luchara por “soluciones drásticas”. Es que, sin renegar de la lucha armada, Sendic palpó en la década del 80 la necesidad de acumular fuerzas por otra vía (“El movimiento revolucionario va a seguir siempre lo característico que el pueblo admita en cada hora de la historia”).
Su diagnóstico sobre la creciente concentración de la propiedad de la tierra o la migración del capital productivo hacia el financiero tampoco resultan extemporáneos. El primer fenómeno intenta ser abordado hoy por José Mujica, y sus abundantes textos sobre las “quiebras cíclicas”, propias del capitalismo tardío, podrían oficiar de background de unos cuantos ensayos sobre la “burbuja” que sigue haciendo temblar al mundo.
Por último, su plan de reforma agraria no sólo era una bandera sino también una estrategia para evitar un mal sociodemográfico crónico: el macrocefalismo montevideano versus el despoblado campo (“parece un hermoso planeta verde tan lejano que aún no hubiera sido alcanzado por el hombre”, reflexionaba sobre los latifundios). La política de tierras –y el estímulo de la colonización– se tornaba así en un mecanismo para cortar con la expulsión de las familias hacia la ciudad, en la que estarían condenadas a engrosar el cinturón de asentamientos.
Atento a las perversiones burocráticas del socialismo real y seguidor de la vertiente guevarista, para Sendic las cuestiones de la “subjetividad” no estaban prohibidas. Su perspectiva no anulaba la creatividad ni la iniciativa individual, aunque no para beneficio propio sino del colectivo. La revolución implicaba precisamente una “transformación de la subjetividad”, una emancipación, un cambio en el estado de ánimo y no un mero cambio de las estructuras. Sobre el final, hay frases que quedan resonando, pues no reniegan de la crítica y siguen acompañadas de puntos suspensivos. “Hoy sabemos lo que no hay que hacer… ¿pero tenemos una sabiduría parecida sobre lo que hay que hacer?”, es una de ellas. Zabalza agrega que los tupamaros no lograron redondear el dibujo de la sociedad que deseaban construir. Y es que la cuestión de la hoja de ruta es un dilema que no sólo persigue al mln sino a todas las izquierdas del mundo. Las opciones tomadas por Sendic seguirán siendo objeto de discusión, pero su desvelo por un ser humano emancipado y solidario todavía es una brasa encendida. 
R T
Fuente: BRECHA

 

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domingo, 9 de enero de 2011

Raul Sendic, el tupamaro


RAÚL SENDIC. EL TUPAMARO

Editorial: LETRAEÑE EDICIONES
Autor: ZABALZA, RAUL
Precio:

$U 300.00 | U$S 14.29







Cantidad:
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RAÚL SENDIC. EL TUPAMARO
Según el autor, "desde la muerte de Raúl Sendic en 1989, los tupamaros han quedado huérfanos de pensamiento revolucionario". Su reflexión tiene mucho de desencanto, en la medida que interpreta su postura crítica con el actual posicionamiento de sus ex compañeros de peripecia y del Frente Amplio, tanto en lo que atañe a la gestión de gobierno como a la evolución de la interna partidaria.
Zabalza, que tiene un pasado de lucha armada y cárcel en condiciones infrahumanas durante la dictadura en situación de rehén, ha publicado "El miedo a la democracia" (1986), "El tejazo y otras insurrecciones" (1995) y "La estaca" (1998).
Este, que es su cuarto libro, está íntegramente dedicado a analizar las ideas de Raúl Sendic, que, a su juicio, mantienen plena vigencia en los tiempos contemporáneos.
La obra se nutre de notas de opinión del evocado en publicaciones del pasado y el presente, reportajes, documentos y otras no menos esclarecedoras fuentes de información.
Algunos de los escritos fueron elaborados por Sendic en situación de reclusión, lo cual constituye un cabal testimonio de su inclaudicable entereza física, emocional e intelectual.
El capítulo inicial, que tiene un fuerte sesgo autobiográfico, se retrotrae a 1989, cuando el autor recibió la infausta noticia de la enfermedad terminal de Sendic, que estaba siendo sometido a diversos tratamientos en Francia.
Este relato condensa la sensación de amargura de Zabalza, por la muerte de quien considera como el padre de la revolución. Hay una esclarecedora descripción del velorio y el cortejo fúnebre, que condujo los restos del héroe caído hacia su última morada.
Renunciando a la tentación de reconstruir minuciosamente la vida y lucha de Sendic, que ha sido recreada en otros títulos de la literatura testimonial, el narrador concentra particularmente su atención en algunos acontecimientos clave de su peripecia vital.
En ese contexto, el ensayista se aventura en ese rico y vasto territorio que es, sin dudas, el periplo de Sendic: su crucial aporte a las epopeyas obreras, su prematura defensa de los peones rurales inmoralmente explotados por el latifundio, su fundamental participación en la fundación del Movimiento de Liberación Nacional, su prisión y su indomeñable ética revolucionaria.
En el capítulo 2, Jorge Zabalza apunta todas sus baterías críticas contra el sistema hegemónico, ensayando una suerte de revisionismo histórico que es ciertamente muy compartible.
El escritor demuele mitos largamente arraigados en el imaginario colectivo, al afirmar que nuestro país es un invento del imperialismo inglés, en connivencia con la oligarquía nativa.
Este modelo de dominación, que fue fruto de la traición y de espurias conspiraciones, barrió literalmente el proyecto político de José Artigas y fue precisamente engendrado por sus enemigos.
El analista alude al desmantelamiento del Reglamento de Tierras artiguista de 1815, que institucionalizó la oligopólica concentración de la propiedad y el latifundio, devenido, con el tiempo, en un auténtico flagelo y en responsable del estancamiento del agro.
Lamentablemente, este statu quo regresivo, concentrador y especulador se mantiene hasta el presente, con el agravante del creciente proceso de extranjerización.
Zabalza denuncia los privilegios de un grupo de familias que detentan virtualmente la propiedad de la economía de nuestro Uruguay, tanto de la producción agropecuaria como de la industria, el comercio y el sector financiero. Coincidentemente, los nombres de esos patricios trascienden a las generaciones.
El autor extrapola sus reflexiones sobre el sistema acumulador y excluyente con la lucha de los sindicatos de peones rurales, a cuya concientización contribuyó precisamente Raúl Sendic.
Obviamente, el ejemplo más explícito fueron los cañeros de Bella Unión, que, en la década del sesenta, protagonizaron las recordadas marchas en reclamo de su legítimo derecho a la tierra. Los heroicos "peludos" fueron violentamente reprimidos por un aparato estatal funcional a la clase dominante.
Con oportunos apuntes que aterrizan estos cruciales temas en el presente, Jorge Zabalza reexamina la propuesta de reforma agraria promovida por Raúl Sendic, que proponía diversas herramientas para socializar la tenencia de la tierra, radicar a la población en el campo, fundar cooperativas con auspicio estatal y construir un modelo productivo con y para el pueblo.
Con permanentes referencias al ideario del guerrillero evocado y al Plan por la Tierra y contra la Pobreza, Zabalza fustiga ácidamente al "capital pirata" que se apropia de las riquezas y del producto del trabajo de todos los uruguayos y condena a vastos sectores de la población a vegetar amargamente en la periferia del sistema.
Empero, el autor no se limita a reexaminar el legado de Sendic en materia de políticas agrarias. También alude a su proyecto de estatización de la banca para recuperar el ahorro nacional, a la necesidad de fiscalizar el comercio exterior, al repudio a la inmoral deuda externa y al control y rebaja de los precios de la canasta básica, compensada con la suba de los artículos suntuarios.
En este libro, Zabalza recupera la materia teórica de la ética revolucionaria, como sustrato de los radicales cambios que viabilicen la emancipación nacional y la construcción del socialismo.
Abrevando de los textos del propio Sendic y hasta de aportes de Ernesto "Che" Guevara, el autor ensaya una nueva relectura del socialismo de extracción marxista adecuado al presente, sugiriendo que, para operar los cambios, debe imperar una nueva moral.
La propuesta se desmarca claramente del denominado socialismo real, que fracasó en Europa Oriental por promover una fuerte concentración del poder y vaciarse de contenido revolucionario.
El libro recuerda naturalmente la propuesta de conformación de un Frente Grande anunciada por Raúl Sendic durante el histórico acto del estadio Luis Franzini. Allí quedó plasmado el ideario de un ex guerrillero y preso político, que dejó atrás la pesadilla de la reclusión y la tortura, para ¬ya en libertad- reasumir sus responsabilidades de combatiente por una sociedad más justa e incluyente.
Su novedoso proyecto comprendía varios niveles de alianzas políticas y sociales que encolumnaran a todos los sectores que aspiraran a grandes transformaciones estructurales, para luchar contra el capitalismo concentrador, extranjerizante y funcional al imperialismo hegemónico.
En el epílogo, el trabajo incluye una completa nómina de los guerrilleros tupamaros caídos en la lucha contra el autoritarismo liberticida, que incluye desaparecidos y asesinados, tanto en nuestro Uruguay como en la Argentina.
Este libro reivindica el ideario de una de las figuras más significativas de la izquierda nacional, cuyo aporte teórico debería ser reanalizado a la luz de los nuevos desafíos contemporáneos.
"Raúl Sendic: el tupamaro" recupera la memoria viva de una de las figuras emblemáticas de la escena política nacional del último medio siglo, cuya ética revolucionaria y épica combativa pervive en el imaginario de quienes sueñan con un modelo de convivencia más justo, incluyente y superador de las crónicas asimetrías del capitalismo concentrador.
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