Salerno, Cultelli y Zabalza caídos en Pando, una toma que comandó Amodio
Por Jorge Zabalza
Desde 1968 a 1972 Alicia Rey Morales y Héctor Amodio Pérez integraron diferentes organismos de dirección del movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros). Fueron de los cuadros más importantes del movimiento guerrillero, organizaron la columna 15 que fue la que demostró mayor eficiencia y capacidad operativa, comandaron y participaron en muchas de las operaciones de mayor trascendencia, tomaron decisiones que afectaron la vida y la muerte de muchas personas. Hoy se muestran como inocentes de toda responsabilidad, como si nunca tuvieron nada que ver con el “accionismo”, el “sancionismo” y el “militarismo”, los males que determinaron la debacle del MLN (T) y en los cuales esta parejita tuvo muchísmo que ver.
Por Jorge Zabalza
Desde 1968 a 1972 Alicia Rey Morales y Héctor Amodio Pérez integraron diferentes organismos de dirección del movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros). Fueron de los cuadros más importantes del movimiento guerrillero, organizaron la columna 15 que fue la que demostró mayor eficiencia y capacidad operativa, comandaron y participaron en muchas de las operaciones de mayor trascendencia, tomaron decisiones que afectaron la vida y la muerte de muchas personas. Hoy se muestran como inocentes de toda responsabilidad, como si nunca tuvieron nada que ver con el “accionismo”, el “sancionismo” y el “militarismo”, los males que determinaron la debacle del MLN (T) y en los cuales esta parejita tuvo muchísmo que ver.
El 16 de marzo de 1972 luego que se comproboran una serie
de maniobras que realizó para impedir que Raúl Sendic y Eleuterio Fernández
Huidobro integraran la dirección del
Movimiento, Héctor Amodio pidió ser enviado a Chile y hacerse cargo de
la columna organizada en ese país por quienes allí estaban refugiados. Se
resolvió “sacarlo” a Chile pero sin ningún tipo de responsabilidad. Implícitamente
se lo estaba dando de “baja” de la organización y alejándolo del teatro de
operaciones por tener dudas sobre cual podría se su reacción en caso de ser
apresado. No fueron diferencias políticas el motivo de su separación del
MLN(T), fue él susto.
El 25 de mayo de
1972 Amodio fue detenido por tropas del Batallón Florida y, según relata, se
tragó todas las pastillas de “Vallium” que usaba diariamente para calmar sus
nervios. Al despertar en la camilla de la enfermería, se encontró con el
teniente segundo Armando Méndez, que por ser hijo del general homónimo tenía
mucho peso en la cadena de mando de la unidad. Rápidamente llegaron a un acuerdo:
a cambio de organizar el caos de información amontonada en el despacho de la
recién nacida OCOA, serían dejado en libertad el matrimonio. Es de remarcar que
en ninguna de sus extensas cartas dice haber sido interrogado bajo tortura, no
pasó por las barbaridades que sufrieron todas y todos, no se quebró en la
tortura. Amodio dice que lo hizo por
amor a Alicia Rey Morales, que traicionó
para salvarla de la tortura. Al parecer no tenïa ningún sentimiento hacia
quienes mandó a la tortura y la muerte. Desde que fundaron el movimiento
guerrillero, Alicia y Amodio sabían a qué peligros se exponían, no eran una
parejita de ingenuos quinceañeros. Si algún día llego a traicionar a los demás
para salvar a Veronika, estoy seguro que ella me deja de amar.
Armando Méndez
consultó al general Cristi, comandante de la Región No. 1, la más poderosa del
Uruguay, quién autorizó lo solicitado por
el subalterno. Evidentemente el mando adjudicaba al trabajo realizado
por la pareja la importancia suficiente
para correr el riesgo de otorgar esa mini-amnistía clandestina e ilegal. Alicia y Amodio sistematizaron la información
para que pudiera ser utilizada en perseguir, detener y torturar a miles de
personas. Sin Amodio la OCOA no habría sido tan efectiva o, por lo menos,
habría demorado bastante más en disponer del archivo que necesitaba para
cometer sus crímenes contra la humanidad y, tal vez, mucha gente estaría viva
todavía. En sus cartas Amodio resta
importancia al accionar de OCOA, pasa por alto la historia de los desaparecidos
y asesinados en la Cuenca del Plata, le hace un servicio ideológico a sus compinches del terrorismo de estado
La primer tarea que realizó Amodio para la OCOA fue de
espionaje a sus propios compañeros. Lo metieron en la celda donde estaban
Adolfo Wassen y Rodolfo Wolf. Un drama
digno de la pluma de Shakespeare: dos prisioneros, torturados hasta el
cansancio por los verdugos, confían ciegamente en un tercer prisionero, sin
saber que éste último está asociado con los torturadores. Cuenta Samuel
Blixen en su libro “Sendic”: “Amodio
no sabe dónde está el local de la cárcel del pueblo, sí sabe que Rodolfo Wolf
conoce el lugar. Héctor (nombre de guerra de Wolf) aguanta la tortura hasta el
límite de sus fuerzas y los torturadores temen un ataque al corazón o un
intento de suicidio, con lo que perderían preciosa información. Entonces
Amodio, que lleva años militando junto con Wolf, lo convence de que es
necesario aportar la información, que hay una negociación y que todo depende de
que se rescate a los prisioneros con vida. Wolf no sospecha. Mantiene por su
jefe el respeto y la admiración surgidos en la intensa militancia en la que
ambos se han jugado la vida muchas veces. Y le revela el secreto. El 27 de mayo
el ejército rodea la casa de la calle Juan Paullier; la ama de casa que da
cobertura avisa desesperadamente a los cuatro tupamaros que están de custodia
en la pieza subterránea ubicada debajo del garaje, que el ejército sabe que
allí están los prisioneros y que Amodio quiere hablar con ellos antes de que se
cumpla la orden prevista de ejecución en caso de allanamiento". A
dos días de ser detenido, Héctor Amodio Pérez cosechó su primer éxito en su
carrera de traidor.
Entregada la cárcel del pueblo y prontos los archivos de
la OCOA, Amodio había ganado su libertad pero, para disfrutar de ella
necesitaba las treinta monedas. Debía vender algo más. Conspirando con Armando
Méndez y otros de los oficiales del “Florida”, en setiembre de 1972 logró
entrevistarse nueve horas con el periodista Federico Fassano. Le entregó un
manuscrito para editar un libro con la “verdadera historia del MLN (T)”,
presumiendo que los derechos de autor serían suficientes para cubrir sus gastos
en el exterior. En su historia acusaba a
Wilson Ferreira Aldunate, Enrique Erro, Zelmar Michelini, Liber Seregni y
Héctor Gutiérrez Ruiz de estar vinculados al MLN(T). Falsedad total. Además de traidor, mentiroso. Las
acusaciones vinieron como anillo al dedo a los generales Cristi y Gregorio
Álvarez para desprestigiar los parlamentarios y servir de excusa al golpe de
Estado en desarrollo. Esta conspiración
entre los capitanes, Amodio y los generales golpistas se hizo a espaldas del
comandante del ejército general César Martínez y del jefe de inteligencia Ramón
Trabal. Orgulloso de estar sumergido en toda esa mierda, Amodio confió a
Fassano que estaba participando en los actos preparatorios del golpe militar. Fassano informó de inmediato a Seregni y a
Wilson de la amenaza y éste lo denunció al presidente Juan María Bordaberry. La
ejecución del plan golpista quedó postergada por unas semanas.
Reenganche
Cuarenta años después, Amodio reengancha en la vida
política con otra “historia verdadera”, una serie de anécdotas inconexas
destinadas a justificar su cobardía. Sin
embargo en ella confiesa que militó en la OCOA y que salía uniformado de
patrullaje. Hasta ahora las pruebas de la traición, eran los testimonios de sus
víctimas, pero su confesión descarada releva de toda prueba. Es un traidor
confeso. Miente cuando dice que se ponían uniformes a todos los que eran
conducidos al Hospital Militar o el Juzgado Militar. Miente cuando dice que
nadie lo acusa de haberlo “marcado”: Julio Marenales lo reconoció cuando lo
detuvieron y le lanzó una granada que no explotó. Héctor Amodio Pérez debe presentarse en un
juzgado penal para hacerse cargo de su complicidad en los crímenes cometidos
por la OCOA.Tal vez debiera incluso declarar en la causa del Plan Cóndor en
Buenos Aires pues la OCOA fue el instrumento uruguayo del terrorismo regional.
Traición y mentira es el contexto ético y moral de su
reaparición en el escenario político. La historia que Amodio cuenta es la
historia contada por un traidor mentiroso. Amodio relata varios episodios inconexos para
justificar su cobardía y enlodar al movimiento revolucionario. Por supuesto, la
historia del MLN(T) tuvo sus claros y oscuros, como todas las historias de las
revoluciones en el Uruguay y en América Latina. La historia la hace las mujeres
y los hombres con sus pequeñeces y miserias. El Partido Nacional fue fundado
por alguien apodado el “degollador” y tuvo entre sus héroes a Antonio Floricio
Saravia, el “Chiquito”, que con la mejor de las intenciones cometió una atrcidad
en casa de la familia Muniz y para reivindicar su condción humana cargó a pecho
descubierto hasta que lo mataron. Del Partido Colorado mejor ni hablar, toda su
historia está tachonada de intrigas, golpes militares, asesinatos y genocidio.
La historia de los tupamaros está iluminada por el
heroísmo de las compañeras y los compañeros. La falsficación que hace Amodio es
perversa, en particular con la memoria de Raúl Sendic y Adolfo Wassen, que no pueden defenderse y que durante once
años fueron sometidos a condiciones de aislamiento y a un hostigamiento
permanente. Mientras el traidor disfrutaba de su mal habida libertad, los
médicos militares dejaron morir a Wassen aquejado por un cáncer que podía haber
sido controlado. Las cartas de Amodio tienen la mira puesta en desprestigiar la
memoria de Raúl Sendic y de todos los revolucionarios, presentándolos como
seres despreciables, capaces de las peores aberraciones. Las cartas de Amodio
son la continuación de aquellos enormes libracos infames dirigidos a “la
Nación”, que publicaron las fuerzas
armadas en los setenta. Están claramente dirigidas a desalentar los jóvenes que
hoy día mantienen aspiraciones y esperanzas revolucionarias.
"Soy el Rufo y no me entrego"
Es un operativo para espantar el fantasma que siempre acosa a los sectores más reaccionarios, la idea de una revolución socialista. No parece que Amodio acometa esta empresa sin compañía... quiénes serán sus socios en esta nueva “operación enchastre” tan parecida a la 1972?. Cuántas serán las monedas que le redituará su reaparición?
"Soy el Rufo y no me entrego"
Es un operativo para espantar el fantasma que siempre acosa a los sectores más reaccionarios, la idea de una revolución socialista. No parece que Amodio acometa esta empresa sin compañía... quiénes serán sus socios en esta nueva “operación enchastre” tan parecida a la 1972?. Cuántas serán las monedas que le redituará su reaparición?
Hay periodistas que saludan con alborozo que “ahora sí se
sabrá la verdad sobre la sórdida historia de los tupamaros”. Tal vez a muchos
de ellos les pase desapercibido que la traición y la mentira son la materia
prima de la versión Amodio y acompañan su jueguito de mosqueta. Por supuesto habrá
otros periodistas que comparten con Amodio el odio a la revolución y a los
tupamaros y se ubican en la misma trinchera que Héctor Amodio Pérez. Para ellos
su traición no fue traición sino simplemente treparse al carro de los “buenos”,
del terrorismo de estado necesario para impedir que la patria cayera en manos
de la subversión y el comunismo. En ese
marco ideológico comienzan a agitar
nuevamente los casos de Pascasio Baez y Roque Arteche, como otros los agitaron
en las radios, la tele y las tapas de los diarios durante toda la dictadura, como
lo hicieron en 1987 todos los medios de comunicación para hacer campaña por la
Impunidad de los criminales. El de Baez y el de Arteche fueron homicidios
injustificables y por ellos pagaron en tortura y verdugueo varios hermanos y
hermanas míos, bastante los persiguieron, algunos enloquecieron, otros murieron
en prisión. No son de “lesa humanidad” como dije cuando Gabriel Pereira me puso
en la mira de Amodio. Para ser tales debe cometerlos el Estado, pero están
sirviendo de punto de apoyo para quienes quieren transformar las luchas
heroicas del pueblo en una sórdida historia de crímenes y resentimientos. No se
hace la historia de los 700 torturados que pasaron por Artillería No. 1, entre
las cuales abundaron las actitudes heroicas, sino que se escribe una novela sobre el coronel Agosto y los cinco
compañeros que colaboraron con los milicos. Es la ideología del sistema que
apunta la mira del que escribe, que no rescata el marco entero sino la parte
más miserable de los hechos.
Lamentablemente el siglo XXI ha parido un montón de
ex-guerrilleros que no tienen el más mínimo interés en rescatar la historia de
la revolución, más bien desean fervorosamente enterrarla y que la gente que los
vota olvide que alguna vez fueron revolucionarios. Calculan en votos perdidos o
ganados, tiemblan cuando ocurren imprevistos de este tipo. Frente a la “operación
enchastre” que inician las cartas de Amodio, ignorarlas no parece la respuesta
más conveniente; el que calla otorga y tal vez tenga miedo que salgan otras
verdades a luz. Hay que mostrar las patas de la sota para que no prosperen la
mentira, las dudas y la confusión; es,
además, una oportunidad concreta para divulgar elementos de la historia
reciente, en especial el proceso que condujo al golpe de Estado. Hay que confiar
en la capacidad e inteligencia de la opinión pública para hacerse un juicio de
valor. Además, los votos se pierden por otros motivos, no por la historia
infame que hace este traidor.
26 de mayo del 2013